Dibujas lo que siento;
Me arruinarás, lo sé.
Pero ahora quiero más,
Y es culpa mía.Dani Martín- Dibujas
-Me encantan tus amigos, no sabía que estaban tan locos cómo tú.
-No estoy loco, eres tú el que tiene una vida aburrida.
-De acuerdo, entonces digamos que yo he salido con algunos muermos...y tus amigos son asombrosos, ¿mejor?
-Asombrosos es algo que usaría Gilbert y créeme no suena tan "asombroso".
Me empecé a reír.
-Touché
Me miró frunciendo el ceño.
-Claro recordé que no sabes francés.
Tomé una curva bastante cerrada y Arthur estaba otra vez entre mis brazos. Él y su manía de no ponerse el cinturón. No es mi culpa. Parecía furioso y me dió una bofetada.
-Ups "pardon", no quería "toucharte", ¡pero tú es três jolie! ¿Ahora qué te parece? Ya hemos llegado pero eso no lo sé decir y recuérdame ¡por qué te dejo mi bloody coche! ¿Sabes qué? ¡Mejor búscate la vida!
Entré en la cochera para aparcar y bajamos del coche. Arthur corrió hasta la puerta del ascensor. Hurgó en sus bolsillos en busca de la llave. Tardé dos segundos en llegar, él seguía buscando desesperadamente la llave. Lo abracé por detras. Gritó pero lo sujeté. Intentó soltarse pero no lo logró.
-Eh, que no estoy haciendo nada malo. Solo te abrazo. ¿No te gusta?
-No me gusta que venga de tí, tampoco te lo he pedido.
Mi mejilla estaba junto a la suya. Su piel era muy suave. Abrí los labios para hablar. Estaba ruborizado.
-¿Lo has pensado mejor?
-Ni en tus mejores sueños.
Su voz era firme pero baja, sería por la vergüenza. Nuestras miradas se cruzaron.
-Sé que te gusta.
-No digas tonterías, ¿te apartas o no? Molestas.
Vuelvo a intentarlo. Con voz suave.
-Toc, toc Arthur ¿puedo entrar?
-No sabrás salir.
-No entro nunca en ningún sitio si no sé cómo salir.
-¿ Y ahora te copias las frases de la película de Ronin?
Esbocé una gran sonrisa. Que pasada, no se le escapaba nada.
-Si quieres puedo despertarte cada mañana con un "Buenos días princesa" estilo Roberto Benigni.
-Eso sería...muy bonito en cierto modo.
Estaba más calmado y no parecía desagradarle así que lo mantuve apretado hacia mí. Relajó los brazos. Yo empecé un pequeño balanceo, suave de izquierda a derecha.
-Vale ya basta.
Que mono, se había reído. Lento, con dulzura, perdido entre sus ojos, le acaricié los labios con mis dedos. Él se levantó un poco y yo bajé mi cabeza para unir nuestros deseos. Nos besamos. Arthur me dejó mordisquear su labio, con picardía. Se dejó acariciar. Lo acerqué más a mí y él me rodeó el cuello con sus brazos. Nos besamos cada vez con más intensidad, con más ganas. Lo cogí en brazos para hacerlo mejor y lo arrimé a la pared. Tan dulce...tenía ganas de ver más, de tocarlo, sentirlo...tenía ganas de él.
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Intocables
RomanceNo siempre el primer amor será el único y el último. Siempre existirá un segundo el cual te ame y te acepte tal cual como eres a pesar de tus errores, como el primero no supo hacer. Arthur Kirkland vuelve a Londres después de pasar una larga tempor...