Los primeros rayos de sol se colaban por la ventana e incidían sobre su rostro. Era de buena mañana. Sophia se inclinó bostezando y echó un vistazo al reloj; quedaban quince minutos para las ocho.
-¡Mierda!Chilló y se levantó veloz pisando algo, o más bien a alguien.
-¡Au! Me has pisado la cara. -dijo alguien con un fuerte acento español.
-¡No hay tiempo! Joder...llegaré tarde a clase...no ha sonado el despertador.
-¿Y eso es razón para que me pises la cara?
Antonio se revolvió entre las sábanas bostezando.
-Te he dejado dormir en mi habitación desagradecido.
-No tenía intención de dormir en la calle.
-No es mi culpa que tu novio se haya enfadado contigo porque eres un imbécil.
Le tiró el cojín en toda la cara para que se callara. Claramente no lo había hecho aposta... Ella le dedicó una mirada asesina. No tenía tiempo de discutir ahora, hoy tenía a la profesora de lenguaje musical y no era precisamente agradable. Si llegaba tarde la suspendería. Se vistió rápidamente poniéndose su uniforme y recogiendo su pelo en una coleta, dejando al descubierto sus mejillas ligeramente sonrosadas.
-Llévame a clase...si voy en coche no llegaré a tiempo...
Todo esto lo decía mientras preparaba la mochila y recogía un poco. Antonio se levantó con pesadez.
-Bien...pero me debes un favor.
Sophia sonrió falsamente, cosa que le hizo gracia.
-Así me gusta. -y se vistió en pocos segundos. Ya que estaba iría a ver al inglés, que seguro que seguía enfadado. Era muy cabezota. "Perdona. Arthur de verdad que no quería hacerlo. La próxima vez saldrá mejor."
-Hey, deja de estar en las nubes. Quedan cinco minutos.
Sophia de inclinó mirando por el rabillo de la puerta. Para su desgracia ya tenía su carpeta encima de la mesa. Entró nerviosa hacia su pupitre. Su amiga Isabel la saludó con la mirada compareciendose de ella y a la vez curiosa por saber que había pasado anoche. Ella le devolvió la mirada como diciendo que ya se lo contaría más tarde. Se sentó sacando los libros. Entonces entró. Su voz áspera resonó por toda la clase que se mantenía callada.
-Muy bien, abrid la página 167 y señorita Edelstein tráigame su agenda, sus padres deben saber lo impuntual que es.
Sophia le llevó la agenda a la profesora que escribía con su típica cara de amargada. Se la devolvió al terminar.-Mañana debe de estar firmada.
Regresó en silencio a su sitio. "Menuda hija de puta" pensó. Sabía que había cosas peores pero aún así tenía ganas de matarla. Miró a la profesora. Le daba mucho asco. Depués pensó en la que le caería por culpa de la bendita nota. Su madre se pondría melodramática y empezaría a decir estupideces. Iba a ser un día muy largo.
Más tarde:
Eran casi las once y media cuando Arthur salió de casa. Llevaba ya un buen rato esperándolo, como dos horas escondido detrás de uno de los árboles de la cera de en frente. Hacía un día precioso, el cielo estaba despejado y tenía un tono azulado muy bonito. Me asomé para verle y entonces me vió. Murmuró algo para luego encaminarse hacia mí con decisión y seguridad. Su paso no prometía nada bueno. Cruzó la calle sin mirar. Irresponsable...tuvo suerte de que ningún coche cruzara en ese momento; caminó tan deprisa que en un instante ya lo tenía delante mía. Me arrolló, seguro que en cualquier momento me daría un coscorrón. Se me escapó una risita idiota. Arthur me miró con rabia. Yo cerré los ojos y hablé.
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Intocables
RomanceNo siempre el primer amor será el único y el último. Siempre existirá un segundo el cual te ame y te acepte tal cual como eres a pesar de tus errores, como el primero no supo hacer. Arthur Kirkland vuelve a Londres después de pasar una larga tempor...