Recuerdo el día en el que te "confesé" mi amor. Fue casi por accidente.
—¿Por qué detestas tanto a Cameron? —me preguntaste sin siquiera imaginar el motivo.
—No es para ti —contesté.
—¿Entonces quién lo es? ¿Tú?
—¿Y si lo soy?
Tu sonrisa se borró en aquel momento, pero no estabas enojada ni sorprendida. Sólo tomaste mi mano y seguimos caminando.
Supongo que después de todo el tiempo que compartíamos y después de aquel fuerte vínculo que habíamos construido sólo era cuestión de tiempo para que eso pasara, ¿no?
Y así inició; tú y yo éramos más que amigos, aunque creo que siempre fuimos algo más que eso. Fuimos exclusivos, supongo.
Fuiste mi mundo, eras mi oxígeno, eras todo lo que necesitaba, todo lo que quería y todo en lo que pensaba.
Fue una pena que nuestro final fuese como fue.
Una rosa por los bellos comienzos.