Ira. Ira fue una pequeña parte de todo lo que sentí aquella noche en la que te confronté y te decidiste por fin a decirme qué era lo que estaba sucediendo.
Recuerdo cuando por fin me contaste por qué habías llegado tan tarde aquella noche que se encontraba a meses de distancia pero que estaba tan presente que nos desmoronaba poco a poco.
Me contaste de aquel hombre, que lo habías conocido en tu trabajo.
Me contaste sobre cómo después de él tu vida había cambiado tanto y no podría volver a ser la misma.
Me confesaste entre lágrimas que lo sentías mucho, pero que ya ni siquiera soportabas mirarme a los ojos, no después de lo que había pasado.
Aquello me destrozó. Cada palabra era una daga en mi corazón.
Una rosa por aquella tarde en la que nada volvió a ser igual.