Cada silencio incómodo.
Cara caricia negada.
Cada abrazo evitado.
Cada beso no dado.
Cada pretexto.
Todo eso dolía en lo más profundo de mi ser. Las cosas iban mal.
Habíamos pasado de estar en la cima del mundo a ir en picada hacia nuestros momentos más difíciles como pareja.
No sabía que había pasado entre nosotros y ni siquiera tenía idea de cómo solucionar aquel desastre.
Tal vez debí insistir más, esforzarme más, hablar más. Mostrarte que estaba ahí sin importar qué. Debí haberme aferrado con todas mis fuerzas para salvar nuestra relación.
Una rosa por aquel momento en el que todo comenzó a desmoronarse.