Las noches son horribles. Tengo noches buenas y malas, pero últimamente las malas son más frecuentes de lo que mi cuerpo es capaz de soportar.
Tengo pesadillas recurrentes e insomnios terribles. No suelo dormir más que un par de horas cada noche.
En las noches especialmente difíciles subo a la azotea con una manta y una taza de chocolate caliente y bombones, nuestra bebida favorita.
Me gusta mirar los edificios a la distancia, las luces parpadeantes bajo la tenue luz de la noche. Me pierdo en el ruido del tráfico y el bullicio nocturno. Es un pequeño escape, momentáneo, porque los recuerdos de ambos sentados donde yo mirando la ciudad y las estrellas inundan mi mente.
Una rosa por nuestras noches juntos.