A veces, cuando me siento especialmente melancólico, tomo asiento en los escalones de la entrada de nuestro edificio y observo el jardín de niños que está cruzando la calle.
Fueron incontables las veces que te sentaste donde yo, observando a las madres recoger a sus hijos después de una larga jornada que a algunos pequeños les dejaba exhaustos y a otros les regalaba anécdotas que compartían emocionados con sus progenitoras.
Sé que ansiabas formar una familia conmigo, y lamento haberte negado aquello bajo la excusa de que no estábamos listos para ello, y ahora estoy aquí, fantaseando en qué hubiera sido de nosotros si hubiésemos tenido a un tercer integrante en nuestra pequeña familia... tal vez eso te hubiese dado un motivo o la fuerza para luchar ante las adversidades, tal vez estarías conmigo.
Una rosa por la familia que pudimos ser...