Capítulo 23

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Liam.

Tenía que acorralar la camioneta de alguna manera, pero no podía ponerme junto a ella y mucho menos al frente porque correría el riesgo de que me volcaran por la diferencia de peso de los autos. Con una de mis manos maniobraba el volante, mientras que con la otra sujeta mi arma y movía la palanca de cambios. Cada vez nos alejamos más de la ciudad para comenzar a entrar a la carretera, la cual estaba totalmente desolada. Saqué mi brazo por la ventanilla de mi auto y con rapidez apunté hacia una de las llantas traseras, sin dar tiempo a que ellos reaccionarán dispare dando un tiro certero y la camioneta comenzó a colear de un lado a otro hasta dar un vuelco para rodar por el asfalto, hasta que unos metros más adelante se detuvo quedando ruedas arriba. Frene en seco haciendo que las llantas de mi auto rechinaran con estruendo. Abrir la puerta de golpe y salí de mi auto sosteniendo mi alma con fuerza, a cada paso que daba sentía que mi sangre quemada en mis venas y la furia comenzaba a apoderarse de mí. Me paré frente a la camioneta esperando ver inconscientes a las personas que estuvieran dentro de ella, pero no fue así.

— Me extrañaste. — Su voz era retadora y tenía una enorme sonrisa plasmada en su rostro, con los dientes rojos debido a la sangre que salía de su boca.

— Qué es lo que buscas, idiota. — Presione mi mandíbula con fuerza e incline el arma en su direccion, mientras rosaba el gatillo sin llegar a presionarlo.

— Tu sabes mejor que nadie cuál es la razón por la cual estoy aquí. — Quitó el cinturón de seguridad que lo mantenía de cabeza y cayó sobre la parte interna del toldo de la camioneta. — Deberías estar alagado, Franklin mando al mejor en busca de ti. — Solté un carcajada y dispare.

— Tu no eres el mejor y nunca lo serás. — Miró al cadáver con el orificio de bala en la frente y regresó su vista hacia mi. — Te hace falta ser un demonio. — Me posicione junto a su puerta y lo saque por la ventanilla de está, de un solo jalón. — Y yo soy el peor demonio que pudiste haber encontrado. — Presione su cuello y acto seguido golpee su boca con el mango de mi arma, dejándolo totalmente inconsciente.

Dispare dos veces de manera consecutiva, matando con un tiro en la cabeza a los dos tipos que estaban inconscientes en la parte trasera de la camioneta y me llevé arrastras al idiota de Lobo hasta dónde está mi auto para después meterlo a la cajuela de este. Cerré sin el más mínimo cuidado y subí a mi auto para irme de allí, tendría que improvisar pues no podía llevarlo a mi casa y mucho menos a la cafetería, así que sin más remedio me dirigí al rincón más alejado de la ciudad donde, tal como lo había pensado me encontré con casas y bodegas abandonadas. Me aproximé hasta la más alejada de las bodegas y aparque allí, tomé mi arma y mire discretamente que no hubiera nadie antes de bajar del auto. Una vez que me aseguré que todo estaba solo, baje y caminé hasta la cajuela de mi auto, pero al abrirla Lobo sacó sus pies impactandolos con fuerza contra mi abdomen haciendo que cayera de espaldas contra el suelo mientras mi arma mi alma volaba por los aires, sin darme tiempo de nada conecto su puño contra mi mandíbula poniéndose sobre mí haciendo imposible que pudiera moverme de mi lugar. Golpe tras golpe mis manos se hacían cada vez más pesadas, hasta que sin previo aviso le di un fuerte golpe haciendo que se quitara de encima mío, me puse de pie y lo tomé del cuello de su camisa haciendo que se levantará, mientras el sabor metálico de la sangre se hacía presente en el boca.

— Siento lástima por ti. — Exclame presionando con más fuerza su camisa y lo sacudi ligeramente. — Alguien debió advertirte con quien te estabas mediendo.

— No eres nadie Alfa. — Impacto sus manos contra mis oídos, provocando que me aturdiera y lo soltara al instante. — No eres nada y nunca lo has sido. — Lleve mis manos a mis oídos y frunci el ceño, ya no podía escucharlo con claridad pero estaba más que seguro que lo que estaba diciendo me haría enfurecer.

Los Demonios De Mi PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora