Capitulo 26

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Liam


La piel de mis muñecas comenzaba a sentirse irritada y mi espalda dolía gracias a las horas que llevaba sentado con mis manos esposadas tras mi espalda. Sabía perfectamente que me estaban observando desde el otro lado del cristal en espera de algún indicio de mi parte que los hiciera entrar a declararme culpable de algo que no estaba seguro de haber cometido. La luz blanca y parpadeante de la pequeña sala de interrogación comenzaba a molestarme, reprimí las ganas que tenía te golpear mi pie contra el suelo pues solo demostraría lo molesto que estaba por la situación.

La puerta de abrió de golpe dejándome ver a mi persona favorita, el muy inteligente detective Lawson quien tenía una enorme sonrisa tirando de sus labios y entre sus manos descansaba una carpeta, la cual movía con cierta diversión mientras caminaba en dirección a la silla que se encontraba del otro lado de la mesa frente a mí.

— Señor Payne, porque no me ahorra el tiempo y confiesa de una vez. — Recorrió la silla y se sentó en ella colocando sus pies sobre la mesa. — Anteriormente ya estuvimos en esta situación y aunque quise arrestarte, no pude por falta de pruebas. — Sonrió de lado y lanzo la carpeta sobre la mesa haciendo que esta quedara frente a mí. — Pero ahora las tengo.

— No tengo idea de lo que estás hablándome. — Me recargue en el respaldo de la silla sintiendo como las esposas se encajaban contra mi espalda.

— Anda abre la carpeta para que te des cuenta de lo que hablo. — Lo mire con fastidio y el soltó una carcajada. — Cierto, no puedes hacerlo.

— Si me quitaras estas esposas podría hacer más que solo abrir una simple carpeta, eso te lo aseguro. — Me incline hacia la mesa mientras las facciones del detective se endurecían levemente.

— Déjame adivinar, ¿podrías hacer cosas como estas? — Abrió la carpeta sin cuidado alguno y esparció sobre la mesa las fotos que esta contenía en su interior. — Podría apostar que más de una de estas personas te es conocida. — Fotos del cuerpo de Lobo y sus acompañantes se postraron frente a mis ojos, intente mantenerme neutral pero mi respiración comenzó a volverse pesada al paso de los segundos.

— No sé quiénes son esas personas. — Respondí al paso de unos momentos. — Pero supongo que deberías estar allá afuera buscando al responsable de estos asesinatos. — Me removí incomodo en mi asiento, si no me quitaba las esposas rápido terminaría ahorcándolo con ellas.

— No me hace falta ir a buscar a nadie, porque el asesino esta justo frente a mí. — Se levantó de su silla y se inclinó sobre la mesa quedando a escasos centímetros de mí. — Solo debo encontrar el arma homicida y en cuento eso pase podre encerrarte de una vez por todas. — Presione mis dientes ejerciendo una presión sobre natural con mi mandíbula.

—Señor, es urgente que venga. — Un chico rubio uniformado irrumpió en la sala captando nuestra atención.

— Horan, estoy ocupado en estos momentos. — Hablo el hombre de aspecto latino sin siquiera mirarlo.

— Usted no puede pasar allí, deténgase. — Un grito proveniente de fuera nos hizo alzar la mirada a donde estaba anteriormente el uniformado.

— Claro que puedo, ustedes están violando los derechos de mi cliente. — Un ruloso trajeado y con lentes de fondo de botella se adentró en la sala de interrogatorios. — Detective Lawson, mi nombre es Harold Styles y el señor Liam Payne es mi cliente. — El amigo de Luke se veía ridículo y no tenía idea alguna de que fuera abogado teniendo en cuenta que si mayor fuerte era navegar en línea por lugares clasificados por el gobierno.

— Necesito su licencia. — Espeto Lawson.

— Y yo necesito que recite para mí los derechos miranda. — El ruloso saco de su portafolio unos papeles que le dio a Lawson y se cruzó de brazos en espera de que este hiciera lo que se le pidió.

— Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal judicial, tiene derecho a un abogado... — Fue interrumpido en esa parte.

— Tiene derecho a un abogado, que dulces se escuchan esas palabras. — Comenzó a caminar por toda la sala hasta quedar justo tras de mí. — A mi cliente no le otorgo ningún abogado antes de ser interrogado y podría apostar que ni siquiera tuvieron de decencia de leerle sus derechos antes de siquiera esposarlo. — Se acuclillo a mi lado y me miro con seriedad, a pesar de la vestimenta que tenía no se venía tan idiota en comparación de la primera vez que lo vi. — Señor Payne, ¿acaso se le leyeron a usted sus derechos antes de traerlo aquí?

— No, solo se me acoso y me tuvieron aquí por horas. — Una sonrisa ladeada apareció en mis labios y mire a Lawson, quien había comenzado a respirar de forma agitada.

— Cuénteme detective Lawson, ¿cuáles son sus pruebas en contra de mi cliente? — Tomo las fotos que descansaban en la mesa metálica y la miro detenidamente como si de simples retratos se tratase. — Si esto es lo único que tiene contra mi cliente, le recomiendo que nos deje retirarnos porque nada de lo que está presentando es válido ante un tribunal. — Lanzo las fotos de nuevo a la mesa y camino hasta la salida. — Llámenos cuando tenga el arma homicida, la cual debe tener las huellas de mi cliente o en su defecto a un testigo potencial que pruebe que estuvo en la escena del crimen. — Agradecí para mis adentros el hecho de que Catherine tuviera mi arma.

— Suerte con ello. — Dije entre dientes y en respuesta recibí una mirada cargada de cólera.

— Detective, por favor libere a mi cliente. — acomodo sus ridículas gafas y guardo dentro de su portafolio los papeles que anterior mente le dio a Lawson. — Señor Payne, lo estaré esperando fuera de la estación.


Sin decir una solo palabra, el hombre cuyas mandíbulas parecían estar a punto de quebrarse, se acercó hasta donde yo estaba y retiro las esposas que retenían mis manos tras mi espalda. un hormigueo se hizo presente en mis manos y comencé a moverlas levemente mientras caminaba hasta la salida del ligar.

— No te confíes tanto Payne, tendré a alguien siguiéndote de día y noche. — Sin dar respuesta alguna, salí del lugar y caminé hasta la salida del establecimiento mientras las miradas de varios uniformados se cargaban sobre mí.

Los Demonios De Mi PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora