CAPITULO 3: DISCULPA

29.9K 750 22
                                    

Lunes

Después de ese golpe, que ahora que me examino en el espejo, me dejó la nariz chueca...no creo que no ....estoy exagerando pero si está un poquito hinchada, aquel menso sólo me pidió disculpas algo contrariado, yo por mi parte, le grité todo tipo de improperios, en realidad no se si me haya entendido algo de lo que le dije, he notado que no habla mucho y quizás sea porque no hablamos el mismo idioma, pero me miraba más que sorprendido, y es que OK, esta vez llevaba lentes de medida pero escondía unos hermosos y cautivantes ojos que mezclaban el verde con un azul grisáceos, cuando los vi en medio de mi furia, me sentí un poco atolondrada y a su vez atrapada en ellos, y recuperé la compostura, me había pasado de la raya con los insultos. Así que sólo salí de la casa y me fui casi avergonzada, fui a la primera cafetería que encontré y pedí algo que saciara mi hambre, internamente agradecí lo sucedido, pues después de pensarlo y repensarlo, me sentí mal por haber tratado así a aquel hombre, decidí comprarle un pastel, y ofrecérselo como disculpa, realmente había despotricado contra él, la rabia contenida contra Cristian, me debatía entre un pastel de chocolate o un pie de limón, escogí el que me gustaba a mi...pastel de chocolate, siempre podía arrepentirme de dárselo y quedármelo.

Cuando llegue a casa, me acobardé, intenté tocar su puerta, pero todo estaba apagado, y realmente la vergüenza me ganaba, así que subí las gradas y me fui a dormir, agotada mentalmente de tanto pensar y repensar.

El domingo no salí a correr, era domingo al fin y al cabo, aún tenía el pastel que compré ayer, me tentaba comerlo, pero luego de darme un baño, y vestirme de forma decente, baje las gradas lentamente, con pastel en mano, dispuesta a pedir disculpas, cuando llegué, me temblaban un poco las rodillas, realmente es muy difícil pedir perdón, el no merecía mi reacción, toqué la puerta, y mientras esperaba, me mordía nerviosamente el labio, mientras movía mis pies nerviosos sobre el sitio, pensé que no estaba pues había tocado dos veces y nada, así que decidí volver sobre mis pasos, y comerme el pastel, cuando ya estaba a punto de subir las gradas, sentí que giraban unas llaves, era él abriendo su puerta, era extraño, estaba con gorra dentro de casa, fue rarísimo verlo así, sentí que me faltaba el aire, pero lentamente di vuelta y regresé a su departamento.

- ¡Hola! ¡Buenos días! – intenté decirle de forma amistosa, mostrándole todos mis dientes en una gran sonrisa, dientes que no eran perfectos, ni se asemejaban a una sonrisa de comercial, pero era sincera mi sonrisa, eso sí.

- ¡Hola! ¡Buenos días! – me veía incrédulo, no entendía que hacía yo ahí, con cara amistosa, después de lo de ayer.

- Venia porque... – miré al suelo tratando de encontrar valor, quizás en las hormigas, luego levanté la vista lentamente – quería pedirte disculpas – el me veía cual si yo fuera un bicho raro.

- OK. No hay problema – fue lo único que me dijo, y juro que eso me enervó.

- Quería... te compré – carajos estaba nerviosa – mmm.... esto, en señal de...paz.

- No es necesario – ¿acaso se estaba negando a recibirlo?

- Por favor – yo respiraba profundo, no quería molestarme por esto, era ridículo debo controlarme – acéptalo en señal de mis disculpas – el extendió su mano y yo le entregue el pastel.

- Gracias – fue lo único que me dijo, pude observar que su frente se arrugaba, llevaba lentes de medida estilo vintage, y la barba, realmente escondían su verdadero rostro.

- Mi nombre es Laura – intenté ser amistosa, al fin y al cabo, éramos vecinos.

- Thomas – me dijo el asintiendo – Gracias – me dijo viendo el pastel – tengo prisa, Bye.

¿Pueden creerlo? simplemente fue eso, me evitó, no quiso seguir una conversación ni nada parecido, o es muy tímido, o yo soy poca cosa para él.

El día transcurrió, y mi celular siguió allí tirado, no lo armé hasta hoy por la mañana, agradecía que Cristian estuviera de viaje, así mis pies no me llevarían a él, una semana era tiempo suficiente para intentar superar esto, espero, aunque dicen que el tiempo de duración de una relación es proporcional en un 50% al tiempo que tomará olvidarlo, así que me esperan dos largos años.

Cuando salí a correr, nuevamente me topé con mi parlanchín vecino, y como ya venía haciéndolo fui yo quien abrió la puerta, y ambos salimos a correr, claro que cada uno por su lado, sólo que esta vez, pude vislumbrar un gracias con una hilera perfecta de dientes envidiablemente blancos, sus ojos se curvaban hacia abajo, evidenciando sinceridad en aquella sonrisa, nuevamente me atolondró un poco ver sus ojos y con mayor razón ahora su sonrisa.

Cuando regresé noté que él ya estaba abriendo la puerta, bingo había logrado hacerlo sólo, y me esperaba con la misma sonrisa, y las llaves en mano, para dejarme pasar primero, yo le correspondí con una sonrisa algo tonta, lo siento, pero fue lo único que me salió, por lo menos había cortesía entre nosotros.

En el trabajo fue lo de siempre, mucho trabajo, muchos correteos, investigar...al menos todo sirvió para no pensar en el innombrable.

Llegué a casa agotada, traía conmigo una ensalada Cesar, que compré en el supermercado, era mi suculenta cena, en realidad últimamente no tengo demasiada hambre, me preparaba para comer, cuando tocaron mi puerta, lo que me pareció extraño, sólo podían ser dos personas, el parlanchín, pues así lo había bautizado, o la abuelita de Piolín, es decir la dueña de la casa.

Bajé y abrí la puerta, yo me encontraba vestida, realmente fatal, con pantuflas y un joggers súper cómodo, cuando noté con sorpresa y vergüenza que era el parlanchín.

- Ho...hola – le dije no sabiendo en donde meter mi cuerpo, por las fachas.

- ¿Cómo estás? – me dijo sonriendo y achicando los ojos, se curvaban hacia abajo, formando arrugas a su alrededor.

- ¿Cómo estoy? – no entendía a que se refería.

- Por el golpe – dijo señalándose su nariz, para que yo pueda entender a que se refería.

- ¡Ah! no pasa nada, está todo bien – le dije.

- Y ¿con respecto a ti? – preguntó él, parecía que intentaba saber algo más de mí, quizás de alguna manera se notaba mi tristeza.

- ¿A qué te refieres? – le dije dudosa.

- ¿Estás molesta o triste por algo más verdad? – me dijo condescendientemente.

- Bueno, tengo algunos problemas, pero nada que no pueda superar – le dije fingiendo una sonrisa.

- He sido descortés contigo – yo no entendía a que venía esto, lo miraba perpleja –Lo lamento.

- OK – bueno tocaba devolvérsela – No hay problema.

- ¿Puedo invitarte a tomar un café o algo? – intentaba disculparse de la misma forma que yo me disculpe con él.

- Mmm... – puse mi cara de tonta pensando – en realidad acabo de comer. – le dije sonriéndole nerviosamente – quizás otro día.

- Puede ser mañana – no entendía su repentina amabilidad.

- Puede ser – le dije haciéndome la interesante.

- ¡Que descanses!¡Buenas noches! – después de todo conocía más palabras.

- Buenas noches – cerré la puerta.

Me lavé los dientes y me acosté algo confundida, con la imagen de su rostro en mi cabeza, esos hermosos ojos, esa envidiable sonrisa, sé que esa espesa barba oculta algo, y debo investigar.


GRACIAS CHICAS POR LEER ESTE LIBRO, ESPERO SUS VOTOS Y COMENTARIOS, LES DEJO LA IMAGEN DE THOMAS, A VER SI ME DICEN QUIEN ES???

ASI PASA CUANDO SUCEDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora