CAPITULO SIETE: CLUB CAMPESTRE

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Todo el camino a el Club campestre, estuve súper distraída, perdida en todo lo que había pasado, en algún momento se me escapaba alguna que otra lágrima rebelde que salía sin permiso de mis ojos, pensaba si quizás hubiera sido mejor hablar con él para evitar todo el mal rato, pensaba que quizás las cosas podían arreglarse, y luego pensaba si estaba realmente tan loca para perdonarlo, mi cabeza era un mundo aparte, definitivamente no iba a la par con mi cuerpo, tanto así que pasé una luz roja, dí gracias a Dios porque no había un policía, pero probablemente podrían ponerme una foto papeleta, algo que me preocupó, porque creo que incluso iba a mas de 100km/h, quizás no era mucho para andar en autopista, pero definitivamente yo no acostumbro a ir a esta velocidad, seguía perdida en mis suposiciones cuando escuché que Thomas gritó mi nombre.

-LAURA!!!!

-Que pasa!!! Porque me gritas???- le dije molesta.

-Estas en otra!!! Oríllate en donde puedas….yo voy a manejar – me ordenó.

-Estoy bien!!!! Estoy bien!!!!- insistí yo.

-Para te dije!!!!- estaba molesto, muy molesto, juro que sus ojos me asustaron, así que obedientemente me orillé a una parada de  emergencia cercana, me bajé del auto molesta, y el hizo lo mismo tirando la puerta, por un momento pensé que era un psicópata y que mataría allí mismo.

Me quedé ahí parada, incapaz de correr, era increíble,  fueron los segundos más largos de mi vida. Cuando sentí su   presencia frente a mí, se acercó y me abrazó con fuerza, fue un abrazo, que transmitía paz, serenidad, cariño, estaba totalmente fuera de contexto pensar en algo más que eso, amistad verdadera, nunca pensé que un hombre y una mujer podían ser amigos, pero es real y existe, después de aquel largo y reconfortante abrazo, me dio un beso en la frente, y me habló como si fuera una niña pequeña.

-Linda, no sufras por alguien que no merece tus lágrimas, alguien que además de eso, es un malísimo actor, no te dejes confundir.- luego acomodó mi cabello atrás de mi oreja.- Sube, yo manejaré.- tranquilamente obedecí.

Ya sentada en el lugar del copiloto, caí en la cuenta que el no conocía el lugar, así que en ves de seguir perdida en mis estupideces, decidí prestar atención al camino para guiarlo. Él entendió que yo necesitaba silencio, lo que menos quería al menos por el momento era hablar, así que manejó sin hablar, sin presiones, amaba a este amigo, en serio lo amaba.

Cuando llegamos al Club, Thomas pagó el ingreso, yo permanecía en silencio y el no me obligaba a hablar, internamente agradecí su comprensión, me dirigí a los vestidores, para aplicarme el repelente, que venía con bloqueador incluido, algo que me facilitaba mucho las cosas, ya que si lo tenía por separado, no sabría que aplicar primero, me coloqué un short playero y una blusa con transparencia, sobre mi bikini, cuando salí encontré a Thomas, palmeándose los brazos, las piernas, el cuello.

-No usaste repelente?- le dije como una madre preocupada.

-No pensé que fuera necesario.-me decía intentando alejarse de los mosquitos, de inmediato cogí el repelente de mi bolso y me acerqué a él para aplicárselo, él se quitó el polo y comencé a untarle el repelente en la espalda, luego le di el repelente para que el lo untara en las demás partes de su cuerpo, pude notar que tenía un cuerpo delgado pero fibroso, era muy blanco y sería una pena que se llenara de picaduras, por lo menos la barba protegería su cara, me reí internamente al verlo libre de los mosquitos.

Me quité la blusa y le pedí que por favor me aplicara el repelente en la espalda, lo hizo con delicadeza y suavidad, cual si estuviera moldeando arcilla, juro que hasta me relajaron sus manos, y sentí algo electrizarte entre sus manos y mi cuerpo.

ASI PASA CUANDO SUCEDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora