CAPITULO DIEZ: MODUS OPERANDI

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Está demás decir que una vez en mi cuarto, fui presa de un terrible colapso nervioso, me lancé boca abajo sobre mi cama atrapando la almohada entre mi rostro y la cama, la presioné con fuerza y comencé a ahogar mis gritos, dolor y llano en ella, no tengo idea cuanto tiempo me he mantenido así, pero necesitaba sacar todo eso dentro mío, sino quería desmayarme ahí mismo frente a ellos.

Cuando por fin creí estar recuperada, me lavé el rostro, intenté ocultar la hinchazón de mis ojos y el color rojizo que había alrededor de mis ojos con unos polvos, aún así, creo que fue en vano, respiré profundamente unas diez veces y salí.

Lo que vi, o lo que no vi me destruyó por completo, Thomas se había ido.

-¿Y tu amigo?- pregunté haciéndome la tonta.

-Dijo que tenía cosas que hacer y se fue- y luego me comentó- creo que se dio cuenta que hacía mal tercio.

-¿Mal tercio?- sonreí con un aire de duda en mi mirada- ¿Le contaste lo de Jane?- le pregunté.

-No me dio tiempo, apenas entraste a tu habitación se fue, ni siquiera se despidió, solo dijo que se iba, creo que estaba enfermo.- me  dijo esto mientras iba a la cocina, para servir nuestro almuerzo.

Podría decir que estuvo delicioso, pero cada bocado que tragaba lo sentía como si estuviera comiendo  tierra, fue el almuerzo mas indigesto que he tenido en mi vida.

Thomas había venido a verme, había venido a ver como estaba, y de todas las cosas bochornosas me tenía que pasar esto a mí, justamente a mí.

Ya el desayuno se había convertido en almuerzo y Daniel tenía la intención de convertirlo en cena, solo que yo no encontraba la manera de hacer que él se fuera, tenía dos opciones

 #1Pedirle que se vaya y dedicarme a llorar mis penas toda la tarde ó

#2 Dejar que se quedara, disfrutar de una tarde animada y aplazar el sufrimiento.

Así que víctima de mi soledad y de la buena compañía, dejé que se quede.

Pasamos una tarde tranquila, habíamos descubierto que a ambos nos gustaba jugar God of War, le sorprendió que siendo una chica, me gusten este tipo de juegos, pasamos increíblemente toda la tarde sorteando todos los obstáculos, y ya el juego se volvió personal, no paramos hasta que terminamos y llegamos a la meta.

Cuando nos dimos cuenta, ya eran casi las 7 de la tarde, decidimos que era hora de que se vaya, yo debía trabajar y luego de comer algo ligero, y guardar todo, lo acompañé a la puerta. Había logrado casi olvidar todo lo que había sucedido en la mañana no tenía caso seguir torturándome teniendo tan animada compañía, al fin y al cabo yo había venido acá por Thomas, y él prefirió ignorarme desde el principio, que no se diga que yo di el primer paso por encontrarnos, allá él que se hizo el loco cuando me vio.

Cuando nos despedimos, entre risas y comentarios sobre el juego, y que debíamos repetirlo, nos quedamos mirando en silencio, pero con la sonrisa en el rostro, yo no sabía que decir, pues ya todo lo había dicho y solo restaba de parte de él un chau, te llamo, o ya nos vemos, pero él seguía allí parado frente a mí, con esa sonrisa entre pícara y juguetona,  yo comencé a sentirme un poco impaciente e intranquila, con la situación y cuando decidí cortar el hielo, despidiéndome con un beso en la mejilla, pues es algo común para mi despedirme así de mis amigos y amigas, él me atrapó en sus brazos, giró el rostro y atrapó mis labios, el beso duró una milésima de segundos, no permití que durara más tiempo, pues lo empujé  y me liberé de su agarre.

-Daniel, ¡No!- le dije- esto es un error, yo no puedo….esto no está bien.

-¿Porque?- me dijo confundido- ambos estamos solos, y nos gustamos ¿no?

ASI PASA CUANDO SUCEDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora