CAPÍTULO 18: MALHECHORES

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-Hola!!!!- me saludó un hombre que evidentemente no conocía.

-Disculpa? – Le dije evidentemente sorprendida.- creo que no te conozco- hablé bastante seria y cortante.

-Soy el sobrino- me dijo sonriendo, intentando ocultar algo de nerviosismo, lo que me puso en alerta, lo observé de arriba abajo, su ropa se veía diferente, incluso sus zapatillas se notaban  viejas, y el muchacho no se parecía en nada a la Sra. Inés, pude notar que sus ojos estaban dilatados, había algo que no estaba bien, se sentía en el ambiente.- tu debes ser la inquilina de arriba no?

-Oh,!!! Si soy la inquilina - intenté parecer relajada- y estas de visita? Te quedas muchos días? Perdón no me dijiste tu nombre…- le dije como quien intenta iniciar una conversación.

-Sólo hasta mañana.- me respondió así sin más.

-Y tu nombre?...yo me llamo Claudia.- le dije sonriendo e incluso intentando parecer algo coqueta.

-Me pidió mi tía que entres…- me dijo con una mirada bastante gélida, no puedo negar que me puso algo nerviosa.

-Discúlpame con tu tía por favor, pero tuve un viaje largo y necesito descansar.- le dije intentando zafarme del asunto, pero al mismo tiempo buscando en mi bolso mi gas pimienta.

Pero en ese momento el me cogió con fuerza del brazo, colocándose atrás de mi, lo que el no sabía era que yo soy cinturón negro en taekwondo, me deshice de su agarre y le di un tuit chagui( una patada lateral hacia atrás), esto lo dejó sin equilibrio, intentó levantarse pero luego no paré, la adrenalina del taekwondo sumado al miedo de lo que podría estar pasándole a la Sra. Inés actuó sobre mi de manera increíble, nunca uso artes marciales mas que para combates, pero esta vez era más que necesario, lo llené de patadas, técnicas que yo dominaba, hasta  que terminé con un certero ap chanoki, lanzándolo al suelo y dejándolo sangrando tanto de la nariz como de la boca, casi me sentí mal, pues este muchacho que no aparentaba mas de 20 años, no sabía ni como defenderse.

Estaba ahí tirado en el suelo, y rápidamente cogí una soga que había en mi auto, no me pregunten porque tenía una soga, creo que vino con el auto, lo amarré tal como me habían enseñado, primero manos y con la misma soga los pies, luego para evitar que grite, cogí un polo, era mi pijama, y lo amordacé, con esto al menos tenía un malhechor menos.

-Cuantos?- le dije molesta- cuantos hay? – pero no quería responder, entonces opté por doblarle los dedos hacia atrás.- dime cuantos sino quieres que te parta los dedos!!!- luego hizo un movimiento con su otra mano, mostrándome solo dos dedos.-Buen chico.

De inmediato llamé al 105, y les comunique que había una emergencia, les di la dirección completa, incluso les dije que dejaría la puerta abierta con una luz encendía para que ellos ingresaran, me tranquilizó saber que ya estaban en camino.

Acto seguido me dirigí al departamento de Thomas, debía pedirle ayuda, teníamos que ayudar a la Sra. Inés, pero grande fue mi sorpresa cuando intenté tocar la puerta y se abrió sola, todo estaba apagado, entré despacio, pero con mis sentidos muy alertas, encendí la luz, Thomas no estaba allí, la ayuda estaba en camino y yo no podía seguir esperando.

Ingresé a casa de la Sra. Inés, intentando parecer relajada.

-Sra. Inés! Sra. Inés????  Me dijo su sobrino que quería hablar conmigo??? De que quiere hablar???- pero nadie respondía, las luces no estaban apagadas pero la iluminación era tenue, salvo en la sala, que estaba cerrada, pero se notaba que estaba iluminada, quizás con lámparas.

ASI PASA CUANDO SUCEDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora