CAPÍTULO 4: UN VIERNES GENIAL

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Viernes

Estuve toda la semana, huyendo como ladrona, si así es, simplemente porque no quería cenar, desayunar o almorzar con el Sr. Parlanchín, así de simple, en realidad y llámenme idiota, sentía que si lo hacía estaba siendo infiel, si pues creo que la costumbre de la fidelidad, ha dejado este pésimo hábito en mí, además él solo quería almorzar, nada más, aun así no me sentía lista, ni siquiera para una comida cordial, así que como medida de precaución, dejé de correr por las mañanas y cambié mi horario para las noches, mi rutina se pintaba así, salía sigilosamente a trabajar golpe de 7 AM, era una hora promedio en la que él no saldría, supongo, al menos sucedió así, la verdad es que ingreso a trabajar a las 9, así que tenía una hora perdida, pues demoro casi una hora manejando hasta mi trabajo, por lo que tengo tiempo muerto que buenamente ocupo, trabajando, ¡bien hecho! ¡ una hora que no será pagada! llevaba conmigo, mi ropa para running, me cambiaba antes de salir del trabajo, después del trabajo, me tomaba la molestia de ir a algún café para cenar algo, y luego mientras manejaba y todo, llegaba a la zona donde me gusta correr, realmente esta rutina me estaba saliendo cara, con las cenas fuera, y me acostaba aproximadamente a las 11, que era cuando regresaba de correr, todo lo hacía por no toparme con él, no sabía hasta cuando mantendría esto, pero ya mis cuentas estaban en rojo, decidí que tal vez toda esta semana sería suficiente para que él haya olvidado la oferta de comer juntos, me estaba sintiendo extrañamente ridícula.

Hoy no me tocaba trabajar, me levanté bastante tarde, pues no saldría a correr, eran aproximadamente las diez de la mañana, y no tenía muchas ganas de levantarme, ¿para qué? si pensaba quedarme encerrada todo el día, ya había comprado provisiones, tanto para desayuno como almuerzo y cena, soy muy precavida.

Mientras luchaba con las sábanas que no me dejaban levantarme, sentí que tocaban la puerta – Mierda – fue lo primero que se cruzó por mi cabeza, sólo podían ser dos personas, mi vecino parlanchín o la abuelita de Piolín, en mi fuero interno, rogaba para que fuera la abuelita de piolín, dejé que tocaran, quizás se cansaría, y se iría, entenderían que no estoy, o que estoy durmiendo, aunque mi auto está afuera, muy mala coartada, me levanté sigilosamente, pero sin intenciones de abrir, seguían tocando – ¡vaya que insistencia! – me preocupó un poco, quizás era doña Inés, me apresuré a lavarme la cara y los dientes, y regresé a la puerta – ¡que no sea él, que no sea él! – repetía en mi cabeza, lentamente abrí la puerta, simulando que me acababa de despertar, en cierta forma era cierto.

Y era él, mi parlanchín vecino, ese apodo promete, sonreía, intentando ser cordial, yo no sabía en dónde poner los ojos, no entendía porque vino, bueno si, ¿pero acaso no había entendido el mensaje?

- Tenemos una cita de "amigos" pendientes – me dijo achinando sus ojos, y viéndome fijamente – ¿Lo olvidaste?

- Hummm... – piensa, piensa – no, claro que no, es que tuve mucho trabajo, me iba muy temprano y salía muy tarde.

- Lo noté – ¿acaso me estaba espiando? – no salías a correr.

- Si bueno, lo hice por las noches, para no perder la costumbre – me disculpe, de forma bastante estúpida, no tenía que disculparme ni darle explicaciones de mis actos.

- ¿Podemos hacerlo hoy? ¿Quizás en la noche? – me preguntaba mientras yo me mantenía atrapada en su mirada.

- En la noche, no puedo, puede ser ahora, ¿no se para el almuerzo? – en realidad no tenía nada de malo salir como amigos, lo pensé mejor.

- Prefiero no salir, de día, tengo la piel bastante sensible – se disculpó.

- ¿Hoy voy a cocinar, no quieres que almorcemos aquí? la verdad es que no tengo muchas ganas de salir – le sonreí como una tonta.

ASI PASA CUANDO SUCEDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora