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—¡Ma alto!

Alicia gritaba cerrando sus ojos con una sonrisa debido a que Jackson le empujaba suavemente el columpio para niños pequeños. Cerca de los juegos del parque, en una banca, se hallaba la platinada intentando quitarse a Bailey de encima, quien colocaba animadamente sus patas delanteras en las rodillas de la joven por un poco de cariño.

—No, pulgoso —decía ella, con el típico apodo ya de cariño al perro—. Ve a jugar.

El cachorro ladró, y Elsa corrió la cabeza al sentir el mal olor de la boca del animal. Se levantó para caminar en dirección hacia el muchacho con la niña, Bailey siguiéndola sin chistar. No llevaba la correa puesta, esta estaba guardada en la mochila de la joven, y todo para que el perro se sintiera con más libertad de jugar. Sin embargo, tan sólo se la ha pasado junto a la platinada sin alejarse de ella.

—¿Estás mejor? —le preguntó al joven en bajo, Jack sonrió.

—Sí, me he distraído —la miró de reojo, aún empujando suavemente el columpio de la niña—. Gracias.

—¡Papi, papi! —exclamó Alicia, señalando un carrito de helado—, ¡Mila!

Ambos decidieron llevarla por un helado, de paso ellos eligiendo uno también. Al rato, Alicia caminaba comiendo de su helado de chocolate manchándose la boca sin darse cuenta; Jack y Elsa caminaban unos pasos más atrás degustando de su helado de chocolate y vainilla mientras el muchacho sostenía con la correa al perro.

Aquella mañana habían terminado de desayunar cuando fueron a buscar a Alicia para bañarla y cambiarle de ropa antes de salir a pasear al parque junto a Bailey. La niña estaba contenta de poder ver nuevamente a sus padres que los había extrañado la noche anterior, pero la Sra. Smith se las arregló para que la pequeña descansara sin problemas; una vez más, Alicia confiaba en que ninguno se olvidaría de ella.

Estaba claro que la pequeña Frost no podría estar lejos de su padre o su madre...

—Alice, ven un momento —Elsa sacó un pañuelo desechable de su mochila para agacharse a limpiarle la boca—. Listo, princesa.

—Princesa de las manchas, dirás —bromeó el muchacho en bajo recibiendo un pequeño golpe en el brazo izquierdo.

—Pesado.

Caminaron por un largo rato hasta que Alicia se dejó caer sobre el césped una vez terminarse su helado y de que la muchacha le limpiara la boca nuevamente. Bailey movió su cola animado para unirse a la pequeña en un gesto protector. Los jóvenes decidieron descansar un momento; Jackson dejándose caer boca abajo contra el césped, apoyándo su cabeza en sus brazos, y Elsa sentada con las piernas estiradas afirmada tan sólo por sus pálidos brazos.

¿Estal bien, papi? —preguntó la nena mirandolo con sus tiernos e inocentes ojos; Jack sonrió dulcemente.

—Sí, dime, ¿estás bien, bebita? —se acomodó de tal modo que ahora estaba se encontraba apoyando su cabeza en un puño y su codo contra el suelo soportaba su peso.

Alicia soltó una risilla, asintiendo.
Luego, se tiró nuevamente buscando la manera de estar cómoda y cerca de su papá, quedando finalmente semi sentada con su espalda apoyada contra el abdomen del muchacho y sus pequeñas piernas estiradas. Elsa sonrió, le encontraba la razón a la frase "las niñas son de papás"; y es que durante el tiempo que vivían juntos, Alicia no se apartaba de Jack desde que llegaban del trabajo.
La platinada se acomodó junto a la pequeña castaña, apoyó su cabeza en el pecho de Frost y le sonrió. Jackson le correspondió, estaba feliz de que ella se mostrara cada vez más cálida con él... era una sensación refrescante, aliviante he de decir.

—Míranos... —dijo él con una sonrisa de lado—, parecemos una familia.

—Lo somos, Jack —afirmó la chica—, incluso el pulgoso está incluido.

Bailey levantó la cabeza y se acomodó más cerca de la familia, apoyando su cabeza en las piernas de la platinada. Elsa no protestó, tan sólo posó su mano en la cabeza del animal con suavidad.

—¡Amigo! —Jack sacó su celular del bolsillo justo cuando un niño de once años se acercaba—. ¿Podrías sacarnos una foto?

—Am... sí, claro

El niño tomó el teléfono y esperó a que la cámara enfocara. Luego el sonido los hizo sonreír, la foto fue tomada. Jackson le agradeció una vez tener su teléfono de vuelta y su sonrisa se agrandó al ver la foto bien hecha de los cuatro; eran una bonita familia a opinión de él.

—¿A vel? —Alicia se removió hasta lograr ver la foto que la hizo sonreír—. ¡Lindo!

—Detesto las fotos —murmuró Elsa.

—¡Qué va! —le enseñó el celular, alegre—, salimos bien.

La joven sonrió.

—Tienes razón.

***

Elsa abría la puerta de la casa dejando pasar primero al perro y a Jackson que cargaba en brazos a una dormida Alicia antes de cerrar nuevamente.
Habían estado paseando todo el día y apenas dieron las ocho, la niña cayó rendida en los brazos del muchacho por lo que decidieron regresar a casa. De todos modos, fue un día agotador...

Jack subió las escaleras con Bailey a su lado, y caminó a la habitación de la pequeña. Le cambió la ropa a una pijama y la arropó justo cuando el animal subía a la cama como ya era costumbre; besó su frente antes de salir del cuarto cerrando la puerta despacio.
¡Que cambio!
De mujeriego a padre de una adorable pequeña.

—Duerme como un tronco —mencionó al entrar a la cocina, donde una platinada comía una de sus tan adoradas donas.

—Está cansada, jugó mucho —respondió la joven, comiendo tranquilamente.

—Es cierto —se acercó por detrás, inclinándose para besar la comisura de los labios—. Tenías chocolate...

—¿No me dejarás en paz, cierto? —se dio la vuelta para enfrentarlo.

—Tal parece que no...

La atrajo de la cintura besándola con pasión. Llevaba todo el día queriendo hacerlo, sabía que se estaba volviendo adicto a los labios de Elsa y no pensaba negarlo. La quería, la quería cada vez más que hasta le asustaba. ¿Y si ella no sentía lo mismo?
Elsa rodeó sus brazos por el cuello del muchacho correspondiendo a tal arrebato.
Era un demasiado desesperado, como si dependieran del uno al otro. Y es que a Arendelle también le gustaban los labios de Frost, sin embargo, no lo admitiría. Estaba claro.
Ladeó la cabeza y la lengua de Jack tuvo el permiso de entrar en su boca. Gimió sin evitarlo, era la primera vez que se besaban de aquella forma; el chico sonrió internamente, y antes de que ella se percatara, la tenía contra el refrigerador sosteniendo su rostro entre sus manos sin intención de romper el beso...

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Modo crueldad: ON

La Niña ||Jelsa||[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora