21

3K 347 28
                                    

Dos días después...

Sentada en una banca a la entrada de la casa, miraba como su pequeña jugaba a las muñecas con Anna en el jardín. Echó un vistazo a su celular desilucionada, otra vez lo intentó llamar y nada que contesta. Hizo una mueca, volviendo su mirada hacia su hermana e hija, al menos Anna la distraía de lo que estaba sucediendo.

Esa mañana había despertado sobresaltada sobre las siete provocando que Alicia casi se cayera de la cama, por supuesto, eso la despertó. Y lloró y lloró del susto. Elsa también se había asustado, ahora tan sólo se recriminaba por tener esas feas pesadillas que la despertaban de esa manera.

Luego, Alicia, durante el desayuno, pedía jugar con Bailey y preguntaba que cuándo llegaría Jack para estar con él. Cuando le respondió que Jackson todavía no llegaría porque tuvo un problema con su jefe, la pequeña se largó nuevamente a llorar con que quería ver a su papá. Fue por eso que Anna le intentó distraer hablandole de sus antiguos juguetes con los que podría jugar. Se lo agradecía, a este paso se le acabarían las mentirillas que por más le dolía decirle, era mejor que una verdad que era más que probable que Alicia no entendería.

—¿Te encuentras bien, hija?

El Sr. Arendelle tomó asiento a su lado, mirandola con preocupación. Notó cuanto esa niña extrañaba al muchacho y como su hija se había quedado sin ánimos para nada durante toda la tarde, ni en el almuerzo habló lo bastante como solía hacerlo.

—Sí, sólo preocupada por Alicia...

—Es una pena que no esté ese muchacho —habló viendo como su nieta reía por alguna cosa que Anna decía—; se nota que la pequeña lo ama.

—Lo adora bastante —asintió—, por eso me preocupa.

—Y a mi me preocupan ambas —la joven lo vio, su padre seguía con la vista al frente—. Talvez tambien extrañes a ese muchacho.

—Papá... —negó, con una pequeña sonrisa—; admito que es mi amigo y claro que lo extraño, pero la vida sigue y...

El Sr. Arendelle la miró a los ojos de reojo, examinándola. Estaba claro que él no creía ni una palabra, y eso Elsa lo sabía perfectamente. Se resignó a decir más y ambos continuaron viendo al frente en silencio. Volvió a mirar si el mensaje de WhatsApp lo habría visto, pero no. Ni siquiera eso. Se tragó el nudo en la garganta que estaba sintiendo, cruzandose de brazos y fingiendo que las cosas estaban bien.
Si Jackson no quería saber de ellas y mucho menos de la pequeña Alicia, estaba bien.

No lloraría.

Iré a ver a mamá —dijo un segundo antes de entrar nuevamente a la casa.

Con Jackson, la cosa no iba tan bien. Bailey apenas se dio una vuelta a la casa cuando volvió a echarse, tuvo que obligarlo con la correa a caminar. Lo sacaría a pasear, no quería quedarse en esa solitaria casa y tampoco quería que Bailey se introduciera en una depresión en la que podría salvarlo antes de que eso sucediera. Así que ató la correa a su collar y con entusiasmo lo ánimo a que se levantara. Cuando lo hizo, guardó las llaves de su casa y salió con una mochila en hombros. Hoy tenía planes de comprar algunas cosas y de jugar con el animalito, que caminaba con suma normalidad a su lado.

—Vamos, Bailey —lo animaba cada vez que este se detenía—. Hoy nos vamos a divertir.

Una vez llegar, se sentó bajo un árbol con el perro a su lado. Este sacó la lengua mientras miraba como las personas interactuaban entre si, o como perros de otras familias jugueteaban con sus dueños. Jackson sacó de su mochila una pelota de tennis y su celular; con el corazón latente pensó en prenderlo. No había querido hacerlo desde hace dos días, tenía miedo de que el hombre, que para su desgracia era su padre, intentara contactarse con él para joderle aún más su maldita vida. Además, jamás perdonaría que haya insultado a sus chicas preferidas.

La Niña ||Jelsa||[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora