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—¡¿Nosotros qué?!

Se levantaron, ella estaba alterada. ¿Cómo cuidar a una pequeña como su hija... al lado de ese imbécil? Eso pensaba Elsa sin poder evitarlo.

—¿Y qué quieres, ah? —Preguntó a la defensiva— ¿Eso o saber que ella estará en un orfanato con mala suerte quizá?

Se quedó callada; tenía razón.
No le gustaría saber que aquella niña bonita estuviera en un orfanato donde la tratasen mal posiblemente, o quizá donde jamás la adopten. Esta vez, Alicia tenía la oportunidad de tener padres que la quisieran...
Sólo que Elsa está asustada: ¿Y si nunca la niña la quiere? ¿Y si lo hace mal? ¿Él la ayudará? Porque lo último lo dudaba.

—Bien, firmemos el papel —Contestó.

Por ti, Alice...

Pusieron sus apellidos, le buscaron un segundo nombre a la niña y firmaron por último el documento. Era oficial, ambos eran padres de la pequeña castaña.
La platinada arrugó su naríz al leer los apellidos "Frost Arendelle", no pegaban. No quedaban a opinión de ella, pero ya nada se podía hacer.

—¿Qué pasa? —Preguntó él, con el bolígrafo en mano.

—Nada. —Sacudió la cabeza antes de tomar los papeles y guardarlos— Supongo que te harás cargo, ¿No?

—Pues claro, ¿Dudas de mí? —Sonrío de lado

—Sí.

—Auch. —La miró con seriedad, suspiró con pesadez— Bien, yo me voy, pequeña Elsa

—¿Me dejarás de llamar así, estúpido? —Se cruzó de brazos, enfadada

Él sólo sonrío y se fue hacia su departamento, que, por desgracia, era al lado.
La muchacha soltó un suspiro y se acercó para tomar en brazos a la pequeña; sonrío. Ahora tendría que cuidar de una pequeña vida y, tenía que admitirlo, extrañaba a su familia. Ya no estaría sola en Estados Unidos, sólo que cómo contarle a sus padres.
Se mordió el labio y negó. Ya luego se le ocurriría.
Caminó hasta su habitación y recostó a la pequeña en su cama. Tendría que comprarle ropa y todo lo necesario...

¿Y con qué dinero, Elsa?. Se preguntó mientras se ponía la pijama.

Suspiró, mañana vería eso. Se acostó junto a la niña y en cuestión de minutos, quedó dormida.

(...)

Despertó al oír un sollozo, luego la música retumbar las paredes. Gruñó. Sabía que no podía confiar en él.
Con cariño y dulzura intentó calmar a la pequeña entregándole una mantita que siempre la tranquilizaba de sus pesadillas. Talvéz debería botarlo, pero ahora había a quien entregarselo.
Alicia se aferró a la mantita y se encogió en la cama del susto. Odiaba el ruido fuerte, los gritos..., le recordaban a todo lo vivido.
Elsa apretó la mandibula y, sin importarle el como estaba vestida, se dirigió al departamento de al lado: el del ruidoso chico popular.

A los minutos, el mismo muchacho le abrió la puerta. Se sorprendió el verla ahí; luego sonrió, y la invitó a su casa infectada de personas.

—¡Sabía que no podía confiar en tí, estúpido desgraciado! —Casi gritó del enfado

—Hey, enana —Su aliento estaba apestado de alcohol. Lo borracho se le notaba a kilometros— ¿Qué te hice, eh?

—¿Qué me hiciste? ¿Enserio?

Iba a golpearlo. Realmente lo haría

—¡Literalmente me obligaste a ser mamá y tu no ayudas, idiota!

Aunque cuidar de una personita le empezaba a gustar...

—¿Ah? —Abrió los ojos al recordar— ¡Alicia!

—¡Bravo! —Aplaudió sarcásticamente— ¡Denle el premio al mejor retrasado que existe en la faz de la tierra! ¡Jackson Frost!

El joven adolescente frunció el ceño. Y bufó. La música sonaba a tope que Elsa no pudo evitar cubrirse los oídos. Lo iba a golpear, lo haría ahora.
Cuando levantó su mano, él la detuvo a tiempo. Podría estar ebrio, pero aún tenía un poquito de conciencia.

—Oye...

—Son las cuatro de la mañana, imbécil —Habló entredientes, logrando zafarse del agarre— Y esa niña a la que adoptamos, los dos, está asustada por culpa tuya y la de tu maldita fiestecita. ¿Quieres que llame a la policía?

La miraba detenidamente, fijándose en cada detalle del rostro femenino que tenía en frente. El ceño fruncido de la chica lo hizo saber que hablaba enserio; y tenía razón.
¿Por qué tuve que hacer esto...?, se preguntaba. Sin esa niña, podría hacer las fiestas que quisiera; pero ya no había vuelta atrás. Y realmente, Elsa le daba miedo cuando estaba enojada—aunque también le daba gracia—, no quisiera tener problemas sobre la crianza de la pequeña Alicia

—Bajaré el volumen, procura que ella duerma —Le dijo, asegurándolo y ordenándole.

Asintió, comenzando a caminar hasta su apartamento.

—¡Que duerma bien, esposa mía! —La malicia se notaba en aquella sonrisa. Y cerró la puerta.

—¡Maldito, Jack! —Exclamó furiosa.

Caminó hasta llegar al equipo de música para apagarlo, donde la multitud de jovenes comenzó a quejarse. Sacó una risotada antes de comenzar a echarlos, entonces, sintió como le tomaban el brazo. Una pelirroja teñida lo miraba con su ceño fruncido, el cabello estaba desordenado cual nido de pájaros y la ropa desacomodada como ocurre a menudo en fiestas.

—¿Por qué la acabas, cariño? ¡La pasabamos bien! —Exclama.

Él sonrió, zafándose del agarre.

—Mi hija necesita dormir. —Dijo, la joven abrió la boca sorprendida— Asi que adios.

Negó enfadada y se fue sin más, preguntándose el porqué se le ocurre criar mocosos, según ella, justo ahora.
Se encogió de hombros, dejándose caer sobre el sofá. Unas converse negras estaban a su lado, resopló: era su mejor amigo, Hiccup, el que lo miraba confundido.

—O fue mi alucinación, o enserio has dicho "Mi hija" —Lo escuchó decir.

—Eso dije. —Admitió. El departamento ya estaba vacío a excepción de ambos.

—...¿Cuándo y con quién pasó? —Preguntó— Porque, perdóname, pero eres un imbécil al no protegerte.

La sonrisa del castaño creció. Este no sabe...; se dijo. Lo miró con sus intensos ojos azules por un momento y suspiro, terminándo por contarle lo sucedido en aquella noche del catorce de febrero, antes de que dieran las doce.

—¡¿La adoptaste?! —Casi gritó.

—Sí.

—¿Con Elisa Arendal? —Dijo— ¿Quién es?

—Es Elsa Arendelle —Le corrigió, cerrándo sus ojos— Es la muchacha a la que molesto casi siempre, pero no la conoces. —Soltó una risilla maliciosa— Es esposa mía...

—Eres un loco...

—Lo sé —Abrió los ojos para mirarlo— ¿Quieres conocerlas mañana?

Aquel muchacho sonrió de lado.
Era obvio que tenía que conocer a las responsables de que las fiestas acabaran.

La Niña ||Jelsa||[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora