Bebió del contenido del vaso de un trago, este debía ser como la tercera vez que bebía ron y planeaba seguir haciéndolo hasta perder la conciencia.
En la entrada de aquel bar, tres muchachos buscaban al joven entre los hombres y mujeres que caminaban por el local. Entonces, se dirigieron hasta la barra donde lo vieron beber otra vez ron de un sólo trago; Eugene se sentó a su lado y la chica estaba parada junto a Haddock quien le había prohibido al barman que le diese otro trago.—Has cambiado mi vida, me has hecho crecer; es que no soy el mismo de ayer... —cantó la canción de fondo "Un siglo sin ti" de Chayanne en un perfecto español que sabía gracias al curso que había tomado.
Ni borracho se le olvidaba.
—Frost, nos has dicho que se fue hace seis horas —dijo Hiccup al entender unas cuantas palabras del idioma, causando que el muchacho dejara la cabeza sobre la barra de madera.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Eugene.
—¿Qué crees?... —murmuró un dolido Jackson—, ya no soy nadie. No sin ella ni mi bebé.
—¿Qué? —la chica frunció el ceño—, ¿hablas enserio?.
Jack levantó la mirada al oírla, alzó una ceja en dirección a la rubia.
—¿Y tu quién eres? —arrastró las palabras, no recordaba que el ron lo emborrachara de inmediato.
—Rapunzel, soy amiga de Elsa —prestó toda su atención cuando ella mencionó quien era—. Oye, sé que no te conozco, pero he oído de ti y sé que eres muy importante para Elsa.
—No creo —bufó—. No soy importante para nadie.
—¿Para nadie? —negó la rubia—. Para ella si lo eres, y para tu hija. Esa niña que adoptaron, Jack...
—Mi vida volvió a ser la misma mierda de antes, ¿sabes que es eso? ¿qué estés solo? —apretó los dientes, la tristeza mezclándose con el alcohol bebido—. ¡Ninguno de ustedes saben eso! ¡no saben nada! ¡ni que su madre se matara, que su padre sea una porquería o que su propia hermana los odie! ¡no saben lo que es vivir con eso! N-No... —su voz se quebró, las lágrimas asomándose—, n-no saben...
Los tres se vieron con lástima, los únicos que sabían la historia además de Hiccup y Eugene era Elsa, por lo que Rapunzel encontró impactante el dolor que estaba sintiendo aquel chico del que su amiga siempre le hablaba. No parecía ser el tipo alegre que hacía bromas, no; ese era alguien roto desde hace ya años...
—Crei que por fin sería feliz con mi familia —se encogió de hombros, sonriendo con amargura—, pero todo lo bueno termina, ¿no?
Ninguno dijo nada, Jackson se limpió las lágrimas dejándose llevar por sus amigos que lo sacaron de aquel bar lleno de tipos deprimidos o borrachos adictos. Le quitaron la llave del bolsillo siendo Hiccup quien manejara el vehículo de Frost mientras los otros dos cuidaban del joven dolido en los asientos traseros.
Hiccup y Eugene tuvieron la suerte de conocer a Rapunzel cuando la vieron caminar sola esa tarde en los campus de la Universidad. La chiquilla desde que había ingresado se había hecho amiga de la platinada, ambos pudieron ver que la rubia también estaba afectada por la partida de su amiga, a quien no pudo ir a despedir por su turno de trabajo que consiguió hace dos semanas en una cafetería. Es por eso que le pidieron que los acompañara en busca de su amigo, sabían que ella lograría calmarlo cuando le hablara de que Elsa le comentaba de vez en cuando lo que hacían los tres en casa con ese brillo especial en los ojos que, a pesar de negarlo, no podía evitar mostrar.
Esa noche se lo llevaron hasta su casa siendo guiados por el mismo Jack. Estaba borracho, pero recordaba perfectamente donde estaba su casa.
—Se siente muy vacía —dijo apenas entró, su brazo izquierdo sobre los hombros de Hiccup.
—Descuida, estaremos aquí a acompañarte —lo tranquilizó Rapunzel con dulzura, como solía serlo cuando no andaba de detective.
—La rubia tiene razón, amigo —concordó Eugene, ayudando a Haddock a llevarlo hasta el sofá—. Si que pesas...
Frost los miró, cerrando levemente sus ojos.
***
Esa si que era una mañana de porquería.
¿Dónde estaba el calor corporal de Arendelle? ¿o las risas alegre de la pequeña Frost?. Todo estaba en absoluto silencio, tal como lo era su antiguo departamento cada vez que no hacía fiestas. Se levantó del sofá, su cabeza no dolía tanto como su corazón que tan estrujado estaba debido al dolor que provocaba la soledad. Sus ojos se percataron de los tres cuerpos que yacía en el suelo: Hiccup y Eugene durmiendo entre ronquidos un poco lejos de la rubia a quién, por fortuna, recordaba; de seguro la chica les pidió que no estuvieran cerca de ella.Caminó hasta la cocina donde escuchó como si su perro llorara en el patio de atrás. Bailey jamás se había quedado a dormir fuera y se sintió mal por haberse olvidado de él; así que caminó hasta la puerta de la cocina para abrir. El perro alzó su cabeza para volver a posarla en el césped con una cara que reflejaba la tristeza que Jackson notó perfectamente.
—Eh, chico —se arrodilló frente a él, Bailey se hizo un ovillo volviendo a soltar ese sonido lastimero—. Perdóname, amigo; ellas ya no van a volver...
Entonces vio algo que el perro no dejaba de lado y era como si lo abrazara con su pelaje dorado: el peluche "Minnie" de Alicia. Los ojos de Frost volvieron a cristalizarse a tal punto que tuvo que parpadear para poder ver. Tomó el peluche en sus manos, y soltó el primer sollozo de la mañana. De seguro se le habrá caído a la pequeña cuando Elsa la cargó en sus brazos, era lo único que explicaba el porque su peluche favorito se encontraba ahí. Abrazó el objeto, Bailey se acomodó de tal manera que ahora su cabeza estaba en las piernas del joven.
Los animales también extrañan, después de todo.
—Estoy solo... —susurró—, solo...
Se desahogó durante los siguientes veinte minutos antes de levantarse e ir a arreglarse. No tenía ganas de nada, pero prefería distraerse en clases que seguir llorando. Después de todo, la felicidad no estaba hecha para él.
Al regresar a la planta baja, se encontró con que sus amigos se habían ido no sin antes dejarle una nota sobre la mesa de la sala en donde le avisaban que debían ir por otra ropa a casa. Sus labios hicieron una mueca, aún agradecido de que no lo hayan dejado solo esa noche.Dejó la comida y el agua a Bailey, acariciandole la cabeza para darle ánimos. El pobre ni siquiera se levantó para comer con ese entusiasmo que siempre llevaba, tan sólo se quedó ahí, echado tal como lo encontró. Jack tuvo miedo de que le entrara la depresión, no soportaría perderlo a él también. Bailey es su perro, pero es más su amigo que mascota.
Suspiró, tomó las llaves y salió en su auto directo a la Universidad. Como dijo, eso le serviría para distraerse. Estacionó en su lugar de siempre y salió con los ánimos por los suelos. Guardó las llaves en su mochila caminando directo a su primera clase: Administración Financiera. Se sentó en el medio, ni tan adelante ni tan atrás; viendo en su celular el nombre del contacto que mostraba la pantalla.
¿Lo hago o no? Se preguntaba, temblando. Talvez aún no ha llegado. Talvez sí, sin embargo, descansa. Apagó el aparato decidido a no llamarla, no por esas opciones, si no por el mero hecho de querer estar tranquila junto a su familia. De seguro Alicia ya estaría jugando con sus abuelos cuando estos ya la conocieran; de seguro Elsa conseguiría un trabajo y haría como si no existiera. Tenía miedo de eso, de que pronto pudieran olvidarse de él.
Uno de los inspectores de la Universidad interrumpió luego de los cinco minutos la clase para llamarlo. Con el ceño fruncido por la confusión, salió con la mochila colgando de su hombro directo a la oficina del director de su campus.
Lo que vio al entrar, para nada fue de su agrado.—Hijo —el hombre de aspecto elegante se levantó de donde estaba sentado.
Jackson apretó los puños.
—¿Qué haces aquí?
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Orgografía se editará luego.
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La Niña ||Jelsa||[TERMINADA]
Hayran KurguÉl era de fiestas y aventuras de una noche. Ella era de libros y tranquilidad. Ambos sin ninguna otra preocupación que no sean los estudios de la universidad y/o su familia. Sin embargo, eso cambia una noche. Discutian mientras caminaban devuelta a...