Miró su teléfono y nada. Ni una llamada, ni un mensaje. Simplemente, nada.
Se mordió la mejilla interiormente, no quería sentir la desilución que estaba sintiendo porque él no la llamara.
Besó la mejilla de su pequeña quien dormía en sus brazos poco antes de que llegaran a Noruega.
El Sr. Arendelle las miró por el retrovisor del vehículo, apenas sonriendo; no estaba acostumbrado a ver a su hija mayor en su nueva faceta de madre y tampoco creía que podría acostumbrarse a esa niña. Pero conocía muy bien a Elsa y sabía lo buena persona que es como para no abandonar a ningún ser humano a su suerte; talvez por eso y, porque la chica era muy terca, había permitido que la criara y fuera su nieta. Ahora todo era cuestión de acostumbrarse a que la vida seguía y la que una vez fue su niña, ahora era toda una mujer.-¿Pasa algo? -preguntó, pendiente de la carretera.
-Nada, papá -contestó, sonriendo-, sólo estoy feliz por estar con ustedes.
El hombre no se lo creyó del todo, sabía que ese muchacho estaba muy influenciado en su meláncolica actitud.
-¿Le has enseñado el idioma? -cambió de tema, virando a la derecha.
-Más o menos, cuando dejó de llorar en el avión le enseñé unas cuantas palabras...
-Es una suerte que tu madre sea británica y que yo sepa inglés al igual que Anna -rio el hombre, queriendo animar el ambiente-, o no sé como le haríamos para entender a esa niña.
Elsa sonrió muy apenas, acomodando a Alicia en sus brazos. Se quedaron en silencio los siguientes cinco minutos que faltaban para llegar a casa.
Estaba de regreso en el pueblo Olden; distrito Nordfjord; en el condado Sogn og Fjordane al Oeste de Noruega. Podía ver el río Oldeelva a unos cuantos metros y los árboles verdes haciéndole saber que estaban en la época buena. Ese pueblo estaba ubicado en un campo verde que en invierno podía ser muy blanco, y estaba segura de que a su pequeña Alicia le encantaría jugar en el césped del jardín de su casa.
El Sr. Arendelle viró esta vez a la izquierda y entonces pudo ver como su casa blanca con café se iba acercando hasta que finalmente el hombre estacionó frente a esta. Esperó a que su padre le abriera la puerta y bajó con cuidado para no incomodar a la niña; sonrió, como había extrañado su hogar.
-¡Llegaron! -una jovencita salía corriendo del interior de la casa con una gran sonrisa-, ¡Elsa, te extrañé!
-Yo también, Anna -sintió el quejido de la pequeña cuando su hermana la abrazó-. Mira, ella es Alicia.
Anna se separó para observar el pequeño cuerpo que descanzaba en los brazos de la platinada. Abrió los ojos enternecida, sonriendo al ver como la niña se acurrucaba en su hermana.
-Que linda -dijo con voz dulce-, ¿mi sobrina?
-Claro -respondió, los tres comenzando a entrar hacia la casa. El Sr. Arendelle llevando las maletas-. ¿Mamá...?
-No aguantó en esperarte y se quedó dormida hace unos momentos -respondió la joven, cerrando la puerta una vez que hubiesen entrado-. ¿Tienen hambre?
-No, gracias, Annie -respondió el hombre-. Dejaré las maletas en tu cuarto, Elsa. Voy a ver a su madre.
-Yo iré a recostar a mi pequeña -mencionó la platinada-. Prepárame algo, por favor.
Anna asintió y con entusiasmo comenzó a preparar el almuerzo para su hermana.
***
-Contesta, por favor...
Llevaba más de diez minutos intentando que Jackson cogiera el teléfono; Alicia se había despertado recientemente justo cuando ella había entrado a su cuarto para verla, la nena ahora caminaba por la habitación explorando con curiosidad cada rincón preguntando el dónde estaban. Gruñó en bajo, dejando el teléfono de lado.
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La Niña ||Jelsa||[TERMINADA]
FanficÉl era de fiestas y aventuras de una noche. Ella era de libros y tranquilidad. Ambos sin ninguna otra preocupación que no sean los estudios de la universidad y/o su familia. Sin embargo, eso cambia una noche. Discutian mientras caminaban devuelta a...