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-Mami, ¿pol qué? -preguntó sentada en la cama.

-¿Por qué, qué, mi amor? -Elsa la miró extrañada por la pregunta.

-¿Pol qué papi no viene?

Se quedó callada. No supo que decir. Si en un momento era ella quien no contestaba las llamadas ni miraba los mensajes de Jack, ahora era al revéz. Y le dolía. Incluso lloró la noche anterior por sólo pensar lo tonta que había sido en desconfiar de él.
Pero Elsa Arendelle había sufrido en un pasado, talvez era su culpa que le costara confiar plenamente en un hombre. Sin embargo, comprendía que talvez Jackson era bueno... que no volvía a ser un idiota como en el principio. Que esa chica era su hermana y que había rechazado a Blanca en su momento (que horror era siquiera imaginarlo)

Por eso, seguía preguntandose: ¿qué he hecho?

—¿Papi no nos quiele? —el puchero que Alicia formó en sus labios tembló, señal de que comenzaría a llorar.

Lo que menos quería Elsa era que la pequeña llorara nuevamente. La nena recién se estaba curando de la gripe y no deseaba que volviera a recaer. Pasó dos noches en vela en un intento de bajarle la fiebre cuando Alicia despertó sin ganas de nada, llorando además porque le molestaba todo.
Con los medicamentos había sido cuidadosa en dárselos. Todo a la hora indicada. Detestando ver como el brillo en la mirada de la pequeña desaparecía poco a poco; Elsa pensaba que era por la gripe, pero ahora comprendía que no era sólo eso...

Alicia quería que todo fuera como antes... con su mamá y papá unidos.

—Él nos ama —le contestó, tomando en sus brazos el pequeño cuerpo de la niña, quien se aferró al de su madre soltando un quejido lastimero. Besó su cabeza—, pero está lejos, mi vida.

—¿Pol qué? —era inevitable, las lágrimas caían en la carita de Alicia.

Por mi culpa, se dijo mentalmente la platinada. Sus ojos se aguaron al notar el daño que había provocado en su niña. Quería remediarlo, y para empezar debía pedir perdón. Lo deseaba. Si Jack no la perdonaba, suplicaría por hacerlo.
Le susurró que lo llamaría, Alicia asintió y se quedó callada cuando Elsa volvió a acomodarla en la cama. Tomó su teléfono que se encontraba en la cómoda, lo desbloqueó y buscó el contacto de Jackson. Esperó. Al cuarto toque, fue descolgado.

—¿Jack? —se animó a preguntar, temblorosa.

Hola —una voz murmuró al otro lado de la línea. Es él—. ¿No me colgaras la llamada esta vez, cierto? Porque yo estoy cansado de castigarte, ¿eh?.

Apretó sus labios. Percibió cierto tono divertido en su voz, pero era tanta la culpa que llevaba que no le había hecho gracia.

—¡Mami, mami!

—Alicia quiere hablar contigo —dijo, y le entregó el teléfono a la pequeña.

—¿Papi? —Elsa le quitó las lágrimas que escurrían aún—, ¿pol qué no vienes?

Bebita... —a Jack le partía el corazón oírla así de triste—, pronto, mi niña. Vamos a estar juntos pronto.

¿Shí?

Claro que si —le susurró con dulzura—. Prometeme algo, princesa.

—¿Qué?

Que cuando me veas, me des un fuerte abrazo —susurró, Alicia asentía—. Porque en ese momento vas a saber que no nos volveremos a separar nunca más... ¿me lo prometes, bebita?

—Te lo plometo —juró la niña, con la esperanza floreciendo.

Elsa no sabía que le decía el joven a la pequeña, pero la miraba reír de vez en cuando. Sonrió, dandose cuenta de muchas cosas...
Oyó como se despedían minutos después, y Alicia le extendió el teléfono a su madre con una sonrisa.

—¿Sí? —dijo una vez tener su celular de vuelta.

Respondeme algo... —oyó atenta, había ruido de fondo— ¿Me quieres?

—¿Qué? —frunció el ceño, desconcertada—. ¿Qué clase de pregunt...?

Contesta..., por favor —insistió el chico—. ¿Me quieres?

Elsa se mordió el labio, sin saber que decir. Pensó en como su madre, padre e incluso Anna sabían sus sentimientos..., ¿qué caso tenía fingir más?
Tomó un respiro, respondiendo:

—Sí, Jack. Te quiero. No sabes cuanto...

El muchacho sonrió emocionado.

Eso necesitaba escuchar —dijo entonces—. Debo ir me. Las quiero...

—Jack, pero debemos hablar...

En otro momento, nena —sonaba apurado, eso la extrañó—. Enserio debo ir me...

—Esta bien... —susurró, oyendo a continuación como la llamada era colgada.

Hizo una mueca de desilución, esperaba que hablaran, sin embargo, debía de aguardar... como lo había hecho durante esta semana.

***

Estados Unidos.

El aeropuerto estaba lleno con turistas, migrantes y los mismos nacionalistas que viajarían a otro lugar dentro o fuera del país, como era el caso de los hermanos Frost.
Bailey gruñía mientras era trasladado en esa jaula para perros, Jack bufó mientras se agachaba hasta su altura.

—Lo sé, a mi tampoco me gusta tenerte ahí —le dijo en un tono consolador—. Pero reglas son reglas, y no quiero impedimentos para llegar a nuestro destino, amigo.

—Jack, ¿por qué no le has dicho que vamos para Noruega? —preguntó su hermana, acomodándose su inmensa mochila.

—Quiero que sea sorpresa —aclaró, ambos volviendo a tomar su camino.

Ya habían logrado pasar por el detector de metal, Bailey debía viajar con las demás mascotas por lo que, personalmente (porque no confiaba en desconocidos) Jack junto a una azafata llevaron al perro a donde debía antes de que el muchacho regresara a sentarse en la sección de turistas, junto a su hermana.

—¿Les caeré bien? —preguntó Emma, siguiendo las instrucciones de otra azafata.

—Claro, deben conocerte, ¿no?

La castaña sonrió con confianza.
El avión despegó cinco minutos después...
No había marcha atrás.

Noruega los esperaba.

La Niña ||Jelsa||[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora