Capitulo 11

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Ally no pudo evitarlo. Solo dio vuelta y miró con los ojos perdidos hacia las pupilas de James. Se acercaron rápidamente el uno al otro; pero lo que habría sido menos de un segundo, fue casi una interminable tortura para Ally. Los labios de James se unieron con los de ella. Apenas se rozaron cuando despertó aturdida dando un brinco sobre su nueva cama. ¡Imposible! Su encuentro con él había dejado secuelas… Graves secuelas. 

Ally se sentó sobre la cama intranquila y pasó una de sus manos por su cabello. Miró hacia la ventana cuyas cortinas permanecían cerradas. Esa ventana en la que casi era vencida por la tentación teniendo en frente a James. 

Se levantó y dio dos o tres pasos hacia donde esta estaba. Abrió las cedas y divisó el paisaje. Necesitaba relajarse. Es decir, era algo absurdo que pasara algo entre ella y el hijo del director. -El guapo director-recordó. ¿Cómo no lo había notado antes? Bueno, antes no lo había visto tan de cerca, lo cual era comprensible.

Ally casi soltó una pequeña risa cuando apareció en su mente aquella imagen de la mañana cuando James se había molestado al mencionarle lo interesante que era su padre.

¡¿Otra vez?! No, no era posible. Estaba sonriendo. Era completamente inconcebible que le guste ver a James celoso... por su causa. Una parte de su mente le decía que estaba bien, después de todo lograba molestarle tanto como él le jodía la vida a ella. Pero otra parte… ¡Diablos! Ni siquiera sabía lo que le decía la otra parte, pero no era nada bueno. ¡Era James Maslow! No cualquier persona.

La joven decidió recostarse de nuevo. Quizá lograría conciliar el sueño aunque sabía que no. Siempre que tenía una pesadilla, tardaba cerca de treinta minutos en volverse a dormir; y aunque eso no era exactamente una pesadilla, se podría decir que la había aturdido.

El silencio de la noche y el saber que estaba sola en aquella habitación y posiblemente en toda su sección, le hacía sentir un no se qué, que le hacía comprimir el corazón. Se podía decir que no tenía miedo, pero no le faltaban ganas de acurrucarse debajo de las cobijas y no dejar ni un centímetro de piel descubierta.

El aullido de un lobo del bosque le sacó de sus pensamientos, por alguna razón, le encantaba escuchar las expresiones animales y el “canto” del lobo era uno de sus favoritos. Al igual que la última vez, este no terminó su expresión, algo le había interrumpido. -¡A lo mejor tiene catarro!- se dijo. Y rió por su propia estupidez.

El crujir de la madera del pasillo llamó su atención, alguien estaba caminando cerca. ¡Un estudiante de su nueva sección había decidido no marcharse a casa! Aliviada, decidió salir para ver el rostro de aquel rebelde que estaba fuera de la cama cuando era cerca de la una y veinte de la madrugada. 

Abrió la puerta y divisó los pasillos solitarios. ¡Cielos! Eran más oscuros que los cercanos a su antiguo dormitorio. 

-¡¿Hola?!- cuestionó hacia la nada. 

Un nuevo ruido la llamó. Esta vez, se ubicaba en la parte inferior. Ella se acercó a los barandales y extendió un poco su torso para poder ver lo que había debajo. No era mucho lo que había logrado divisar, pero de todas formas, no había nada extraño. Solo… oscuridad.

Volvió a la posición anterior y esta vez en el recoveco de enfrente, en la parte inferior vio algo que no esperaba ver.

-¡Ciara!- se dijo a sí misma -¿Qué hacía despierta a esa hora?-

Ally dejó el posible miedo que tenía de lado, y bajó las escaleras más cercanas con rapidez. Caminó a paso ligero hacia donde la había visto y mirando de un lado a otro, se preguntaba dónde podía haber ido. 

¡La Biblioteca! – recordó susurrando.

-No voy a la biblioteca- respondió una voz detrás de ella.

Una Gota de vida (James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora