Capitulo 10

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Sábado por la mañana. Los estudiantes estaban por dirigirse a casa. Cada uno con sus respectivos bolsos esperaba en la entrada mientras el autobús que los llevaba a la ciudad viniese por ellos. Ciertos automóviles con varios padres dentro, llegaban para recogerles y así tener un fin de semana en casa. Ally ayudaba a sus compañeras de habitación a arreglar las cosas que llevarían consigo. Sí, ella solo les ayudaba ya que… no iría. Su padre le había llamado en la madrugada, unas dos horas después de que el baile terminase. No podría ir por ella. Asuntos de trabajo en otra ciudad. La compañía para la que prestaba sus servicios le había enviado a realizar ciertos asuntos en una sucursal, asuntos a los que, claro estaba, Ally no les había puesto atención, de todas formas estaba cansada y, ¿Qué se traía su padre llamándola en la madrugada?. Su voz parecía algo extraña ¿Agitada quizá? ¿Ronca? No, no. Prestó atención y solo había sido el sueño que cargaba el emisor de la misma forma que ella, salvo que a él se le había olvidado llamar antes. ¡Trabajo! – Se decía a sí misma. ¡Maldita forma de estresar a las personas!

-Ally Taylor- entró la secretaria a la habitación mientras recalcaba el nombre de la muchacha.

Lorena y Stefany se miraron mostrando cierto enmudecimiento anormal. Algo parecía no andar bien. 

-Soy yo- se presentó.

-El director solicita tu presencia en dirección- tierna, respondió. 

-¿El director?- Ally se pasmó; de inmediato había recordado lo que varios compañeros le habían dicho unos días antes: “No era nada bueno que el director te mande a llamar” -¿Puedo preguntar por qué razón?-

-Lo ignoro- 

Ally maldijo en su mente y dando una rápida vista a sus compañeras quienes con la mirada temían su expulsión, siguió los pasos de la secretaria hacia su destino.

Pronto se sentó frente al gran escritorio. Tallado y pulido en madera, rústico y a la vez fascinante así como lo era todo en aquel lugar, se levantaba frente a sus ojos aquello a lo que su imaginación se atrevía a llamar la mismísima Corte. 

Pronto, un hombre que usaba un traje oscuro apareció por aquella fina portezuela de un costado. Su caminar era elegante, sus expresiones varoniles, su mirada profunda y sin duda un extraño aire de deleite. Un hombre que para sus aproximados 35 años a la estudiante no le cabía duda alguna que le podía calificar como “el hombre de la vida perfecta”. Lo único que le hacía falta era un cigarrillo en la boca, un puro más bien, para parecerse a los típicos hombres poderosos que realizan importantes negocios en la industria y que, obviamente lo tienen todo. Le miró y comparó sin darse cuenta su faz con la de la fotografía del portarretratos del escritorio. ¡Poderoso! – pensó ella.

Desde que entró no dirigió la vista a la joven, parecía más bien analizar el terreno que pisaba sin ni siquiera mirarlo, o quizá poder apreciar el temor que corría por las venas de Ally. Finalmente, tomó asiento, y entonces sus ojos se clavaron sobre ella. Ojos profundos…oscuros, tez clara y una belleza varonil muy parecida a la de James, claro que, a su manera, ya que para ser su padre, no se le parecía mucho salvo en las expresiones, la embriaguez de su sola presencia, la extraña actitud de superioridad, y claro, la potente mirada. ¡Bueno! Sí se parecían, en muchas cosas.

Él colocó su mano izquierda sobre su quijada, parecía examinarla con cuidado, cada detalle que cualquiera de los dos personajes hacía notar, no era inadvertido por el otro. Sin embargo Ally, por su parte, le miraba cada incesante segundo, intercalándolo. En un segundo le miraba, y en el siguiente ya no. 

-¿Estoy en problemas?- decidió preguntar en susurro.

-¿Eso crees?- habló por fin. ¡Voz muy masculina! 

Una Gota de vida (James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora