Capítulo XIV: ¿Atracción?

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-Quiero dos cartas a la semana como mínimo- Remus le había repetido aquello más de tres veces en lo que llevaba de mañana. Cuando empezaba así era peor que contradecir a su madre. Había que tenerlos muy buen puestos para hacerlo.

-Venga dilo otra vez que todavía no me ha quedado claro- recibió un golpe en el brazo por parte de su amigo. Que mala leche tenía el castaño cuando quería -que era una broma.

-Dos cartas- le indicó el número con los dedos. Que no era tonto, no necesitaba una explicación para entender que quería que le escribiera dos cartas. Dos. Dos. Dos. Lo tenía muy claro. Aunque seguro que él recibiría más de dos por parte de Remus -James, lo mismo va para ti. Que no conocemos.

-Son dos semanas, no nos vamos a la guerra ni nada por el estilo- James lo miró y ambos sonrieron. Já, ese argumento ya se lo había planteado él a Remus y no había servido para nada. Bueno, para casi nada, porque estuvo a punto de recibir un maleficio sin varita.

Remus fulminó al de gafas con la mirada sin ningún tipo de disimulo. 

-Vaaaaale, dos cartas. Entendido- James rodó los ojos resignado. Al final Remus era como la madre de aquel grupo.

Aunque no quisiera admitirlo, tanto James como él agradecían que Remus fuera así. Era una manera de evitar que cada uno fuera por su lado. Que se interesaran por los otros. Que supieran que todo estaba bien. Porque aunque fueran sólo dos semanas, en ese espacio de tiempo podían suceder muchas cosas.

-Bueno, Remus, vámonos antes de que te pongas a llorar- dijo James sonriendo.

-Ja ja ja, me parto contigo- Remus le dio en el brazo al de gafas para que se callara -Sirius, ya sabes, envíame las cartas y arregla lo que tengas que arreglar con esa "persona".

El castaño lo abrazó tan fuerte que parecía querer ahogarlo. Que exagerado podía ser cuando quería. Y eso no era nada comparado a cuando llegaban las vacaciones de verano. Ahí sí que montaba el drama. Hasta alguna vez les había enviado algún vociferador al ver que no le mandaban todas las cartas que quería.

-Ya ya, si me dejas respirar mejor- se rió mientras intentaba separarse del menor -Remuuuus, aire ¡aire!

-Que debilucho eres- lo soltó y esperó a que James también se despidiera.

-Yo también quiero cartas, que nos tienes que contar qué harás aquí dos semanas sin nosotros- el de gafas lo abrazó casi tan fuerte como Remus -te vas a aburrir lo que no está escrito.

-Gracias por los ánimos, amigo- soltó irónicamente. No necesitaba que le recordara que estaría más sólo que la una.

-De nada, para eso estamos- le dio unas palmadas en la espalda y se separó -pero ya sabes que si cambias de opinión te puedo acoger en mi casa- James se encogió de hombros y le sonrió.

Los acompañó hasta puerta principal. Ya está, se iban a ir y oficialmente empezaban sus dos semanas a solas con Snape. Jo-der. No había vuelta atrás. ¿Qué haría el sólo allí? Nunca se había quedado sólo en el castillo y menos durante tanto tiempo. Desde luego que aquellos días se le harían de lo más aburridos y solitarios.

Los otros dos se despidieron de él con la mano y salieron del Castillo. Se quedó allí unos minutos mirando como se alejaban entre todos los alumnos que partían a sus casas.

Joder, que sensación de mierda la de quedarse sólo allí. Que mierda que no tuviera un hogar donde sus padres lo recibieran con alegría. Que mierda y que triste era verse allí mientras todos se iban con sus familias.

¿Así se sentían los alumnos que no regresaban a casa por vacaciones? Porque si era así resultaría tan deprimente para ellos como lo estaba siendo para él en ese momento.

Anti TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora