Capítulo III: Pesadilla.

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“Es raro que estuvieran en el bosque prohibido. Deberías hablar con él, Sirius, es tu hermano” 
 
“Si fuera tan sencillo ya lo habría hecho y lo sabes” una semana había pasado desde aquella noche que vio a su hermano en el bosque prohibido. 
Sabía que algo no andaba bien con él, pero no podía hablar con Regulus. Desde que se fue de la casa de los Black meses atrás su hermano lo ignoraba. Sirius sabía que era cosa de su madre, pero no podía hacer nada. Esto unido a los rumores que circulaban por el castillo de que algunos alumnos estaban siendo reclutados como mortifagos le tenían preocupado. 
 
“Prueba a hablar con él, no pierdes nada.” Remus tocó su hombro como señal de apoyo “si quieres puedo acompañarte” 
 
“Ambos sabemos que no funcionaría, pero gracias Moony” le revolvió el cabello a Remus, sabía que siempre podría contar con él para lo que fuese. Cada día se sentía mas afortunado de los amigos que tenía, realmente todos aquellos años convirtió a los otros tres en su familia. En una familia que lo quería tal y como era. 
 
                                   
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James, Peter y Sirius se encontraban cerca del sauce boxeador. Era luna llena y Remus estaba en plena transformación. Sus gritos se escuchaban tan desgarradores que por mas tiempo que llevaran escuchándolo jamás podrían acostumbrarse. Casi podían sentir el dolor del hombre lobo en sus propias carnes. 
 
“¿Realmente no existirá algo que le alivie el dolor?” la voz casi inaudible de Peter consiguió llamar la atención de los otros dos. 
 
“Según Dumbledore no” James respondió mientras lanzaba una piedra lo mas lejos posible “pero según yo podríamos buscar algo en la sección prohibida” 
 
“No sé, no es algo siniestro como para estar oculto allí” 
 
“Cierto, pero no perdemos nada por probar” James se encogió de hombros mientras le lanzaba una diminuta piedra a Sirius.
 
“Hey, no intentes desfigurarme, no es mi culpa ser más guapo que tú” se escuchó a Peter soltar una pequeña risita ante el comentario de Sirius. 
 
“Tampoco es tu culpa ser tan estúpido” el de gafas le dio unos golpes en el hombro. Sirius iba a replicar pero un ruido lo detuvo. Los tres miraron hacia el gran árbol, el cuál se movía intentando golpear a cinco encapuchados que se acercaban a él. 
 
Rápidamente los tres sacaron sus varitas de las túnicas cuando los encapuchados entraron en el sauce y los siguieron. 
 
“Tenemos que entrar, Remus está dentro” Sirius estaba convencido de que lo mejor era entrar. 
 
“P-pero son cinco” susurró Peter aterrado, sujetando a Sirius del brazo. 
 
“Y Remus uno” 
 
“Pero…”
 
James y Sirius entraron con un Peter asustado siguiendo sus pasos. Cuando iban a medio camino de la casa de los gritos escucharon aullar a Remus. Se miraron y corrieron lo mas rápido que pudieron. Al llegar vieron a los encapuchados liberando al licántropo.
 
Lo que siguió fue una lluvia de hechizos por todas partes. Sirius se sujetó a uno de ellos justo antes de que desaparecieran. Lo siguiente fue sentir un mareo terrible recorriendo su cuerpo y unas ganas inmensas de vomitar. Cuando consiguió reponerse lo máximo posible se levantó y lo que vio lo dejó totalmente shockeado. Su hermano pequeño, Regulus, era uno de los encapuchados y lo estaba apuntando con la varita. 
 
“Avada Kedavra” 
 
Despertó sobresaltado y con sudores fríos que le recorrían todo el cuerpo. Algunos mechones de su oscuro cabello se encontraban pegados a su frente. Aquella extraña pesadilla lo llevaba acechando días. Parecía tan real que al despertar podía sentir cómo el corazón le iba a mil por hora. Durante las otras noches la pesadilla acababa justo cuando veía el rostro de su hermano, pero aquella vez pudo escuchar a su hermano lanzarle la peor de las maldiciones imperdonables mientras sonreía. Su hermano acababa de matarlo en su pesadilla y se sentía tan real que un nudo se le formó en el estomago. 
 
Se levantó para ir al lavabo. Entró en el baño de los prefectos porque sí, aunque no lo era lo usaba igualmente porque la posibilidad de encontrarte a alguien allí a las tres de la mañana era de una entre un millón. 
 
Se echó agua en la cara y al mirarse en el espejo pudo notar que las ojeras se le marcaban mas de lo normal. No entendía el por qué todas las noches desde que vio a su hermano en el bosque prohibido tenía aquella pesadilla. Necesitaba dormir una noche entera, no podía seguir durmiendo solo dos o tres horas máximo al día y encima tener pesadillas porque no era solo esa, llevaba con sueños que no le dejaban dormir meses. Quizá era hora de hablar con Dumbledore y que este decidiera qué hacer. 
 
 
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Se encontraba indignado y de mal humor. Al profesor de pociones no debía de caerle muy bien porque lo había separado de su adorado James y lo había puesto con Snape. De todos los alumnos de Gryffindor y de Slytherin que había en aquella clase, lo tenían que poner justo con Snape. 
 
“Qué haces, inútil” el mas bajo le sujetó las manos para que no estropeara la poción agudizadora de ingenio que les habían mandado preparar. 
 
“¿Echar los escarabajos en el caldero?” preguntó con ironía apartando las manos de Snape de las suyas. 
 
“Primero los tienes que machacar” Snape se puso a cortar la raíz de jengibre lo mas apartado de Sirius posible. “Deberías beberte el caldero entero porque estás faltó de ingenio, inútil” susurró Snape mas para sí mismo pero el de ojos grises lo escuchó. 
 
“No me toques los huevos y deja de llamarme inútil, Snivellus” le susurró cabreado y a punto de perder los nervios.
 
“Claro, inútil” pudo ver en el perfil de Snape como se dibujaba una sonrisa socarrona que lo sacó de sus casillas. 
 
A los cinco segundos ambos estaban de pie y apuntando el cuello contrario con sus respectivas varitas. Mientras Sirius estaba notablemente cabreado, a Snape se le veía satisfecho.
 
“Cinco puntos menos para ambas casas” se escuchó la voz del profesor Slughorn resonar en toda la clase “señor Black, señor Snape, viendo que no son capaces de trabajar juntos en mi clase, lo harán limpiando los calderos después de la cena”
 
Ambos se miraron con odio. Pasar mas tiempo juntos del necesario no les hacía ninguna gracia y todos los profesores lo sabían. Conocían la antipatía que sentían el uno por el otro. Era retorcido ponerlos a trabajar juntos sabiendo que apenas podían estar en la misma sala sin que se notara la tensión o volara algún insulto.
 
“Y qué decir de que no podrán utilizar ningún tipo de magia” resoplaron a la misma vez que sonaba la campana que indicaba el final de la clase y la hora de ir al gran comedor para comer. 
 
 
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“Tranquilízate Sirius, solo se trata de limpiar calderos” le dijo Remus sentándose en uno de los sillones de la sala común. 
 
“Sin magia y con el asqueroso de Snivellus” replicó James. 
 
“Gracias, alguien que me entiende” Sirius se tumbó en el sofá, apoyando las piernas sobre James. 
 
“Podrías venir conmigo y le gastamos alguna broma” 
 
“Lo siento amigo, he quedado con Lily” el de ojos grises resopló resignado, sabía que Remus y Peter no irían con él tampoco. 
 
“Tener amigos para esto…” Remus le sonrío diciéndole que ya debía de ir a la clase de pociones, que cuanto antes llegara antes regresaría. 
 
Por el camino iba suplicando mentalmente que por favor no hubiera demasiados calderos. Al entrar a la clase, el profesor Slughorn se encontraba hablando con Snape y mostrándole una muestra de alguna poción de la cuál no tenía ni idea. 
 
“Señor Black llega tarde” el profesor carraspeó y le sonrío “pero bueno, ahora que están los dos los puedo dejar solos”
 
“¿Solos?”
 
“Efectivamente, el director Dumbledore requiere de mi presencia en su despacho” Sirius lo miraba con el ceño fruncido “ya saben lo que tienen que hacer. Recuerden, nada de magia” Slughorn le tocó el hombro a Snape y sonriente salió de aquella clase. Todos sabían que tanto Snape como Lily eran sus alumnos predilectos y no se molestaba en disimularlo. 
 
Una hora después llevaban casi la mitad de los calderos limpios. Sirius se sentó en una de las tantas sillas que allí había, recostando la cabeza entre sus brazos y suspirando. Si no fuera por el ruido que el otro hacía se podría haber quedado dormido. A los cinco minutos los ruidos cesaron y Sirius levantó la cabeza. Snape estaba apoyado en el fregadero con los brazos cruzados y el cabello recogido, aunque algunos mechones caían tocando su cara. No recordaba haberlo visto nunca con el cabello recogido y le pareció curioso. 
 
“¿Qué miras?” preguntó Snape con el ceño fruncido. 
 
“No, ¿qué miras tú?” se sentó bien en la silla. 
 
“Estoy esperando a que te pongas a fregar” se le quedó mirando unos segundos. A su mente volvió la escena del bosque.
 
“¿Por qué estabas con mi hermano en el bosque prohibido?
 
“¿Qué?” 
 
“Hace mas de una semana. ¿Por qué estabais allí?” 
 
“No sé de qué me hablas” Snape desvío la mirada y Sirius se levantó de la silla y se acercó hasta quedar a unos pasos del otro. 
 
“Lo sabes perfectamente. Os vi” se acercó un poco más, sintiendo la incomodidad del mas bajo “Mas te vale que no le pase nada a Regulus”
 
“Oh, ¿ahora te preocupas por él?” Snape volvió a mirarlo a los ojos y sabía que estaba jugando con fuego “que conmovedor” el tono irónico que utilizó hizo que Sirius lo sujetara de un brazo con tanta fuerza que le cortaba la circulación del mismo. Aún así le sonrío.
 
“No quieres jugar conmigo, Snivellus, te lo aseguro” le apretó un poco más el brazo y acercó el cuerpo de Snape al suyo hasta que sus caras estaban a unos centímetros.
 
“No me hagas reír Black” si las miradas mataran ambos estarían mas que muertos y enterrados. 
 
Sirius estaba haciendo de tripas corazón para no partirle la cara a Snape en ese momento. Sabía que no conseguiría información del otro así como así, por lo que aflojó el agarre en el brazo contrario y le sonrío. 
 
“Muy bien” no dijo nada mas, se alejó del Slytherin y se puso a fregar los calderos que aún quedaban. 
 
Severus se quedó mirándolo asombrado. No había pasado nada. Es más, había obtenido una respuesta positiva para él. Frunció el ceño, aquello no le gustaba ni un pelo. Conocía de sobra las reacciones de Sirius y aquella no encaja en ninguna antes vista por él, por lo que nada bueno podía significar. 
 
“¿Muy bien?” 
 
“Ajá” 
 
“¿Y ya está?” 
 
“Ajá” 
 
Severus se puso a fregar los calderos junto a Sirius. Durante la hora y media que estuvieron allí estuvo mas que tenso pues pensaba que en cualquier momento el mayor le lanzaría algún hechizo. Pero nada pasó. Cuando terminaron Sirius salió de aquella clase dirección a su cama.

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