XVII

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Al llegar la noche, Sam se encontró a si mismo releyendo la página del libro frente a sus ojos una y otra vez, incapaz de retener lo que estaba viendo. ¿Por qué rayos estaba tan distraído? Fastidiado, se puso de pie y comenzó a dar vueltas por el bunker sin rumbo definido.

Dean había partido con Charlie en busca de provisiones, y Cas estaba tomando su tradicional baño de todas las noches. Al pasar por la puerta de los vestuarios Sam creyó oírlo tararear alegremente, y sonrió. Por suerte el desánimo del ángel se había apaciguado un poco. Ahora sólo faltaba que lograsen entre todos cambiar la rígida perspectiva de Dean acerca de sus sentimientos.

Llegó hasta su habitación y se echó en su cama. Aún no estaba conforme con el plan de Charlie para persuadir a su hermano, pero ya había aceptado. No le quedaba otra más que cooperar. Tras algunos minutos de frustrante reflexión, se puso de pie nuevamente y se miró en su espejo de pared para chequear su aspecto.

La imagen que vio reflejada tras él lo hizo saltar en el aire.

-¿¡Qué demonios, Gabriel?! -Exclamó al voltear.

Canoso, de ojos marrones y con una remera de batman, George Clooney se encogió de hombros ante él como toda respuesta. Sam bufó.

-Muy gracioso. -Le dijo entrecerrando los ojos, irónico.

-¿Qué? ¡Dijiste que Clooney era tu permitido y pensé que verme como él te ayudaría a relajarte!

-Te lo agradezco, pero no. Ahora regresa a tu verdadera forma, me estás poniendo nervioso.

-Como prefieras... -Gabriel volvió a su aspecto original con un leve "puf", y le sonrió. -¡No digas luego que no hago nada por ti!

-Ja-ja. ¿Qué haces aquí? Esta es mi habitación. -Sam se cruzó de brazos, bastante nervioso sin quererlo.

-¿Temes que tu honor quede mancillado por pasar un rato a solas con un hombre? -El arcángel rió con suavidad y las mejillas del cazador se encendieron.

-Temo que te estés acostumbrando a sorprenderme en momentos privados.

-Oh... ¿lo dices por lo de la ducha? Tranquilo, Sammy, sé ser discreto cuando tengo que. -La imagen de su propio hermano y el mayor de los Winchester sacándose chispas dentro del Impala cruzó por su mente de pronto, y Gabriel sacudió su cabeza para alejarla de allí. Vaya si sabía de discreción.

Sam caminó hasta su pequeño escritorio y se apoyó sobre él, aún con los brazos cruzados. Luego hizo un gesto inquisitivo con su cabeza, mientras hablaba.

-¿Entonces qué haces aquí? -No quería ser cortante, pero le costaba confiar en el pícaro arcángel. No tenía exactamente el mejor historial con los de su especie.

Gabriel se puso las manos en los bolsillos en actitud relajada, mientras buscaba la forma de contestar que menos alarmase al humano frente a él.

-Bueno... pensé que si vamos a fingir estar sufriendo los efectos de l'amour, tú y yo, quizá podríamos acostumbrarnos a nuestras presencias, para que no sea tan evidente la falsedad del asunto.

-Créeme, Gabriel--

-Gabe.

-Gabriel... -Continuó Sam haciendo caso omiso a la corrección del otro- Yo también sé ser discreto cuando tengo que.

-Oh, touché... -Gabe se acercó al joven y aprovechando que estaba repatingado contra el escritorio se ubicó entre sus piernas separadas. Sam de inmediato se tensó en el lugar. -Es decir que si invado tu espacio personal, por ejemplo, tú sabrás mantener la compostura. ¿Cierto?

Misión: DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora