XXVIII

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-¡Gabriel...! -Sam exclamó, dando un paso hacia el arcángel pero deteniéndose casi de inmediato. El aludido lo observó con el mentón en alto, luciendo orgulloso de su hazaña.

-¿Sam? -Repuso arqueando una ceja. El muchacho balbuceó intrigado.

-¿Acaso eso es...? -Inquirió señalando débilmente la daga que sostenía el otro. Cas interrumpió cortando la distancia entre su hermano y él en un par de zancadas y tomando el arma de sus manos.

-Esta es la daga con que me hirieron. ¿Cómo la conseguiste? -Preguntó al recién llegado, ceñudo, mientras observaba el objeto con curiosidad.

-Rastreé a algunos vendedores de elementos... únicos. -El arcángel se explicó- Un cuchillo de esas características no se ve todos los días, ¿saben?

-Disculpen, pero... ¿tú eres...? -Mary intercedió asomándose detrás de Sam y observando al arcángel con escepticismo. Éste clavó los ojos en el menor de los Winchester, aguardando a que hiciese los honores.

-Oh, claro, ehm... -El joven dudó-Mamá, éste es Gabriel. Él es... bueno, el hermano de Cas.

-Hm -Murmuró el aludido, con una mueca reprobatoria que sólo Sam notó.

-Gabriel... -Continuó el joven, bastante incómodo por la mirada que Gabe le estaba lanzando- Ella es Mary. Es mi mamá.

-Encantado de conocerla, señora Winchester. -El arcángel dijo con galantería, ofreciéndole la mano con la palma hacia arriba con toda intención de besar la suya cuando ella se la diese. La mujer lo notó y enseguida torció su mano en un firme apretón tradicional.

-Lo mismo digo- Repuso, cortante.

-¡Vaya! Ciertamente eres más aguerrida que tu célebre tocaya bíblica. Ya veo de donde sacaron su encanto estos pequeños.

-¿Tocaya... bíblica? -Mary murmuró, soltándole la mano a Gabriel y mirándolo extrañada.

-Oh, ya sabes... "El Señor está contigo... Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo..." Créeme, ¡esa muchachita tenía de virgen lo que yo de--!

-Gabriel. -Cas lo interrumpió, exasperado -¿Cómo conseguiste esta daga? ¿Qué hiciste con los demonios que la poseían?

El arcángel volteó hacia su hermano mientras Mary miraba a su hijo con los ojos como platos, y éste se encogía de hombros, resignado.

-¿Con los demonios que la poseían? -Repitió Gabriel, sarcástico- Oh pues los invité a tomar unos tragos y luego amablemente pedí que cediesen el arma sagrada en sus manos para confiscarla... ¿Qué crees que puedo haber hecho, Cassie? Ahora dime, ¿cómo es que tú estás aquí pidiéndome explicaciones cuando hace dos horas estabas estirando la pata, y el bello durmiente está allí desmayado en su cama cuando antes estaba perfectamente bien? ¿Qué hiciste, hermanito...?

Castiel se removió incómodo, evitando el contacto visual.

-Dean, él... ahm... -Comenzó.

-Yo le ofrecí usar mi alma como cargador de baterías, ¿tienes algún problema con eso? -La voz rasposa de Dean llegó hasta ellos en un murmullo, y todos voltearon a verlo mientras él se ponía de pie con dificultad.

-Vaya, justo a tiempo -Gabriel rió irónico -Sabes que podrías haber muerto, ¿no, Romeo?

-¿Qué? -Mary exclamó sin aliento.

-Lo sé -Dean asintió, ignorando la indignación de su madre junto a él-  Pero aquí estoy. Así que más te vale que tengas cuidado con lo que haces, porque te estaré vigilando, Plumas.

Misión: DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora