XXV

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¡Actualización! (Advertencia: Es extensa) :O

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Dean entró a su habitación, determinado a hablar con Cas y arreglar las cosas entre ambos de una vez por todas. La charla con su madre le había dado el ímpetu necesario para ello.

Cerró la puerta de su cuarto, se paró junto a su cama, tomó aliento y...

-No puedo hacerlo. -Se dijo de pronto.

Sí, Cas y él tenían una relación muy unida. ¿Cómo lo había definido el ángel alguna vez?: "Compartían un vínculo más profundo". Pero ¿qué demonios significaba eso? ¿Realmente era necesario que se sentasen a hablar de lo que... sentían?

Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al pensar en eso, y no uno de los agradables. Sí, quizá experimentaba algún tipo de cariño por el ángel, pero maldito fuera si por ello terminaba declarándose como un estúpido Romeo. ¿Tan difícil era que continuasen cómo venían, sin cuestionamientos ni intrincadas emociones de por medio? Maldito fuese Crowley por meter ideas en la mente de Cas. Y maldito Cas por dejarse influenciar por ellas.

Bufó con exasperación y tomando las llaves del auto de su mesa de luz, decidió salir a dar una vuelta para despejarse un poco y olvidar todo el asunto.

...Claro que eso implicaría no volver a saber de Castiel hasta quién sabía cuándo, y aunque odiase tener que admitirlo, Dean lo extrañaba.

-Maldita sea, Cas. -Murmuró, furioso -¿Puedes aparecer de una vez para que arreglemos esto? -Nada. -Cas, te estoy llamando. Deja tu condenado enojo de lado y trae tu emplumado trasero aquí. Ahora.

Nada aún. Tras 5 intentos más sin respuesta, Dean se vio tentado de rendirse. Pero algo le decía que no era prudente dejar pasar más tiempo; que, si las cosas entre ambos se enfriaban, probablemente nunca volviesen a como estaban. Así que con un suspiro salió de su cuarto y fue en busca de ayuda.

° ° °

Sam regresó de correr con la sonrisa aún grabada en su rostro. Llevaba ya dos noches durmiendo en compañía de Gabriel (Y dando buen uso del hechizo insonorizador puesto por él en su cuarto), y eso lo traía de un estupendo buen humor. No entendía qué había pasado ni por qué ahora lo veía con otros ojos, pero prefería no detenerse a sobre-analizarlo. El arcángel era divertido y apasionado, y ahora que había dejado sus prejuicios atrás, Sam se sentía a gusto a su lado... y encima, y debajo, y dentro de él, también.

-Vaya, harás que me ruborice, Sammy... -El objeto de sus pensamientos apareció en la cocina junto a él y Sam rió en silencio.

-¿Qué dijimos sobre oír mis pensamientos...? -Lo reprendió mientras se servía jugo.

-Mmm... ¿que no puedo evitarlo, y que en el fondo te encanta que lo haga? -Gabe repuso, pasando por detrás de él para tomar un vaso también y acariciándole la espalda en un gesto juguetón mientras lo hacía. Sam sintió un agradable escalofrío nacerle allí donde las manos del otro lo habían rozado, y volvió a sonreír.

-Nunca dije que me encante. -Murmuró en protesta, volteando hacia él.

-¡Al menos ya no lo odias tanto! -El arcángel le dedicó una radiante sonrisa y acercándose más a él se puso de puntillas para depositarle un beso en la comisura de los labios. Sam inmediatamente corrió su rostro y unió sus bocas por un fugaz momento, a lo que el menor rió.

-¡Sam Winchester! -Le dijo falsamente ofendido. -No me obligues a inmovilizarte.

-¿Existe la opción...? -El joven inquirió con tal picardía que el corazón del Trickster se saltó un latido, entusiasmado.

Misión: DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora