Capítulo XIX Ya nada nos podrá lastimar

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Agradecí que al día siguiente de la derrota de Lord Voldemort pudiera sentir no solo el sol comenzando a calentar mi piel, sino los latidos y la respiración de mi marido, pero curiosamente esa mañana en particular yo no era la que estaba acurrucada en su pecho como generalmente amanecía, era él, él se abrazaba contra mi vientre mientras su cabeza descansaba en el angulo formado entre mi brazo y el tronco de mi cuerpo.

Dejé que una de mis manos se hundiera en su dorado cabello para comenzar a acariciarlo con cariño y suavidad sin despertarlo. La noche de ayer fue maravillosamente irrepetible. Recordar las sonrisas que todos tenían pintadas en sus rostros era sin duda alguna muy gratificante, me hacía sentir feliz y Draco lo estaba también.

Lucius y Narcissa fueron lo últimos en irse, me ayudaron a recoger, bueno no, ayudaron a Draco, porque no me dejaron mover ni un solo dedo, más bien me obligaron a subir a la recamara para dormir y solo cumplí con la primera parte, lo de dormir no lo hice hasta que mi marido estuvo a mi lado. Me regañó por eso también, pero no le di importancia. Habían desaparecido por la chimenea hacia la Mansión, me emociona el solo preguntarme ¿Qué habrá sentido Lucius al pisar su casa otra vez? No lo sé a ciencia cierta, pero seguramente se sintió dichoso no solo por volver, sino por estar con su mujer, con aquella que lo amaba con una intensidad que muy pocas veces pudo ocultarme cuando hablábamos de él hace mucho tiempo atrás. Se propusieron rehacer y revivir su relación, estoy segura de que lo conseguirán, con el tiempo podrán volver a ser los mismos de antes, que digo los mismos, mejores que antes.

Por otra parte, Albus se fue un poco más temprano con Severus asegurando que debían certificar la noticia de la muerte de Voldemort, además, habían muchos medios de prensa que querían la entrevista exclusiva con estos dos hombres tanto como la de Harry.

Precisamente, éste ultimo, su esposa Ginny y su primer hijo James Sirius, al cual habían dejado con su abuela la noche anterior, decidieron hacer un viaje según lo que anunció mi pelirroja amiga en el festejo, así que seguramente a esta hora ya estaban a miles de kilómetros lejos de aquí. India, si, creo que su destino era la India, un lugar al que no querían que nadie los siguiera por eso pidieron que guardáramos silencio. Querían pasar unos días en familia, solo los tres, luego Harry se encargaría de dar la cara a la prensa como siempre.

Ronald, por su parte, disfrutó de los pasabocas que de forma improvisada colocamos en la mesa para acompañar con las bebidas, mientras su esposa Luna no dejaba de mirarle con ternura pensando que aquel era el hombre más valiente del cual pudo enamorarse. A ellos también le vendría bien un descanso, y un hijo, pero no les he escuchado hablar de ninguno de los dos temas anteriores.

El resto de la Orden del Fénix y demás chicos al parecer decidieron continuar con la celebración en las propias calles del mundo mágico ya que obviamente, la mayoría de los magos no durmieron esa noche por la felicidad que sentían. Saber que en el mundo mágico volvería a reinar la paz no tenia precio.

Hagrid se fue temprano tomando como escusa que tenía varios días que no iba a casa y supuso que el pobre de Fang, su perro, ya se habría terminado la reserva de comida que le había dejado oculta tras unos muebles. Mencionó algo también relacionado con unos Escregutos de Cola Explosiva y se fue haciendo sonar sus dedos entumecidos. Honestamente se veía algo cansado, contento, pero cansado.

La noche había sido esplendida y al parecer seguiría así por al menos una semana. Nadie quería dejar de celebrar la muerte de Voldemort, que en cierto modo suena inhumano, pero más cruel fue él ¿No?

Mientras reflexionaba miré como un par de ojos grises le daban la bienvenida al nuevo día que se reflejaba en forma de rayos solares a través de la ventana.

— Buenos días dormilón — Murmuré suavemente depositando un beso en su frente — ¿Cómo amaneciste?

— ¡Muy feliz! ¿Y tu? — Preguntó entre besos.

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