Nunca dejamos de sorprendernos de la vida

Capítulo XX La dulce llegada

_ 2 meses más tarde _

— Si no me llevas contigo no saldrás de aquí — Escuché una risa a mi lado — ¡Te estoy hablando totalmente en serio Draco Lucius Malfoy Black! — Volvió a reír — Nos divorciamos entonces. ¡Vete! ¡Ve a visitar a tus padres y déjame aquí sola! Déjame indefensa, susceptible a cualquier amenaza externa que pueda herirme gravemente no solo a mi, sino a los niños también. Vete, allá tu y tu consciencia.

— Mi amor, desde el principio de la discusión elegí no ir. No te pongas tan intensa, debe haber un motivo más significativo para que me pidas el divorcio, no es suficiente ni siquiera sensato pedírmelo porque quiero protegerte con mi vida. ¿Acaso se te olvidó que te amo con toda mi alma?

— No es justo, contigo siempre es lo mismo, siempre. Me haces molestar, cedes a lo que diga y después intentas quedar bien y por ultimo le echas la culpa a mi sensibilidad por el embarazo. Realmente, todo es tu culpa — Espeté con cierto enfado.

— Estás siendo un poco cruel conmigo. ¿Así me pagas todo lo que te quiero? — Su voz sonó tan suave que me lastimó. Lo miré y vi como se levantaba del sofá para subir las escaleras hacia el piso de arriba.

— ¿Draco, a dónde vas?

— Buscaré algo para hacer, ¿Propones algo? — Inquirió aun de espaldas hacia mi.

— ¿Leemos un libro? — Solo asintió — ¿Estás molesto conmigo? — No dijo nada, se perdió en la cima de las escaleras.

Claro que lo está.

Suspiré profundamente dejando caer por completo mi espalda y cabeza en el mueble. Sentí una punzada leve en la parte baja de mi vientre, no le di importancia. Volví a suspirar mirando hacía las escaleras y la punzada volvió, pero esta vez comencé a sentir una humedad también entre mis piernas. Me incorporé lo suficiente para mirar como un líquido algo amarillento y con cierta fuerza salía de mi zona más intima.

— Ay Dios, ay Dios... Draco — Intenté llamarle lo más calmada posible, la bendita punzada se había hecho más intensa — ¡Draco! — No hubo respuestas, enredé mis manos en mi barriga como si aquello pudiese calmar un poco el dolor que comenzaba a sentir — ¡DRACO!...

— Aquí estoy, aquí estoy ¿Qué pa...?

El resto de la oración se quedó dentro de él porque, obviamente, había notado lo que había pasado. Estaba recostada en el mueble ahora húmedo por mis propios fluidos. Había roto fuente y sentía mucha presión en la parte baja de mi vientre, era tan fuerte que dolía.

— ¡Oh, Dios mio! — Exclamó descendiendo por los escalones de dos en dos mientras dejaba caer a su paso el libro que traía — ¿¡Por Merlín, qué debo hacer?! — Gritó algo desesperado.

Aquello no me ayudó en nada.

— Llévame con Conner... Creo que ha llegado la hora, se siente igual a como me lo describió... Narcissa — Las fuertes punzadas no me dejaban hablar con fluidez.

— Está bien, todo va a estar bien... — Comenzó a murmurar muy cerca de mi — Buscaré el bolso en el cuarto y vuelvo, tu solo respira, vamos inhala... — Dijo mientras hacía lo indicado — Después exhala con calma — Exhaló y yo le imité — ¡No te muevas! ¡No vayas a ningún lado, Hermione!

— Se puede saber... ¿¡A DÓNDE SE SUPONE QUE VAYA EN ESTE ESTADO SOLA?! — Le grité mirándolo correr por las escaleras hacía la habitación, nuevamente.

Respiré profundamente una y otra vez como mi propia suegra y madre me habían instruido. Traté de pensar en algo externo al dolor, traté de visualizar las manos de mis bebés, sus dedos, sus piernas y pies...