Capitulo 3

757 37 44
                                    

Me desperté por el sonido del despertador, aunque no tenía ganas. Lo que menos me apetecía era ir a ver cómo enterraban a la persona que más quería en este mundo.
Tener que ver a mis seres queridos y que haya gente que vaya y ni siquiera lo conozca. No quiero escuchar pésames de gente que solo se cruzó una vez con mi abuelo para decirse un "Hola", pero mi madre quiso invitar a medio Madrid y medio pueblo.

— Lo hago por tí—. Miré al cielo.

Bajé a La Cocina y desayune muy poco, últimamente no tenía mucha hambre. Miré el reloj, las 9:45, a las Díez y media venía Giménez.

Hice el mismo recorrido pocos minutos pero al revés y fui a mi cuarto. Abrí el armario y miré entre la ropa buscando algo negro pero, una pregnda destacó entre todas y una sonrisa se formó en mi cara. Saqué aquella camiseta que tenía un gran significado para mí y la puse junto con unos vaqueros, una americana y unos tacones. Todo negro. Decidí hacerme la coleta que tanto le gustaba. Todo lo de hoy iba por el.

Las Díez y media y Josema ya estaba tocando la puerta. Chico puntual.

— Qué puntual, cojo las llaves y nos vamos.

— Vas a ir...

— Sí— mire mi ropa y asentí.

Nos montamos en el coche, no dijimos ni una palabra; el estaba atento a la carretera y yo tenía la cabeza apoyada en la ventanilla, mirando al cielo, el cual estaba muy cerrado. Iba a llover.

— Llegamos. Che, si necesitás cualquier cosa avisame, no me voy a despegar de ti.

— Gracias Josema—. Dejé un beso en su mejilla y bajamos del coche.— Allá vamos.

Había bastante gente y eso no me gustaba. Busqué la mano de Josema y la entrelacé con la mía.

— ¡Cariño! — Me llamó  mi made acercándose — hola Josema.

— Hola Sandra.

— ¿Qué haces aquí? — Después bajo su mirada a nuestras manos— ¿Sois novios? Ay cariño, me has dado la primera alegría del día.

— Oh, no,no— Nos separamos. — No estamos juntos, mamá. Me ha acompañado.

— Ah— A mi madre le cambió la cara. Desde que conoce a Josema, me empareja con él.— Bueno, me parece muy bonito por tu parte, José María.

— Gracias Sandra.

— Mamá, ¿por qué hay tanta gente?

— Quería que viniera toda la gente que quería a tu abuelo.

— Entonces sobra la mitad—. Dije cortante.

— Carla...

— No, Giménez. Mamá la mitad de la gente que está aquí, no conocían al abuelo.

— Les he invitado porque me parecía correcto. No te pongas así hoy, y actúa como lo que eres, una adulta. A tu abuelo le hubiera gustado.

— No sabes lo que le hubiera gustado—.   Me alejé rápido y el uruguayo se quedo hablando con mi madre.

Saludé a mis familiares y estuve un rato hablando con ellos. Vi a las chicas aparecer.

— ¿Me disculpáis un momento? — Dije y acto después me acerqué a las chicas.

— ¿Qué tal? — Me preguntó Noa abrazándome.

— Gracias por venir, os lo agradezco mucho.

— ¿Y Josema? — Preguntó Lucia.

— Aquí — Comentó el uruguayo apareciendo detrás y rodeándome por la cintura.

El amor es un arte. (Jose maria Giménez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora