— Noa no— La rogué. Ella asintió triste mientras me pasaba el papel para limpiarme.
— Tampoco has bebido tanto, algo ha debido sentarte mal— Comentó cambiando de tema y sacando el móvil.
— Mierda...— Me acordé.— La medicacíón— Intentaba levantarme pero me costaba, todo me daba vueltas.
— Joder Carla. ¿Cómo se te ocurre?
— No me acordé, tenía muchas ganas de fiesta y se me fue por completo.
— Josema ya está avisado— Guardó su móvil en su bolso y me ayudó a llegar al lavabo para echarme agua por la cara.
El agua en la cara me vino bastante bien, sin embargo, seguía sintiéndome mal.
— Vamos, esperaremos a Josema fuera—. Noa me agarró del brazo por si perdía el equilibrio.
Salimos del baño y la música comenzó a taladrarme los oídos, fuimos a donde las chicas se encontraban y les contamos, bueno, Noa les contó lo sucedido.
— ¿Nos vamos entonces?
— No hace falta Paula. Viene Josema— No tenía muchas ganas de ver a Josema, pero no quería fastidiarle la fiesta a mis amigas solo por una irresponsabilidad mía.
— ¿Esperamos a fuera entonces?
— No hace falta que salgáis todas, o no tenéis porqué, quedaos aquí ya le espero yo.
— No, no. Salgo yo contigo— Dijo Paula— Apenas dices una frase seguida y te tiemblan las piernas.
— No... No hace falta Paula de verdad...
— Que sí— Insistió— Venga, salgamos de aquí, que el ambiente tampoco te ayudará mucho. — Me agarró y me guió hacia la salida del local.
— No quiero que venga— Dije negando la cabeza tan fuerte como cuando los perros se sacuden.
— Carla...
— Paula no estamos en un buen momento. Y no quiero que me vea así. Dile que estoy bien, esto se...se me pasa rapi-rápido. Entremos dentro.
— Carla, es normal que tengas tus problemas con él, nunca se puede estar bien siempre, y tenéis que aprender a sobrellevarlos. No se te va a pasar hasta que no llegues a casa y descanses.
A los pocos minutos llegó Josema con su Audi, traía cara de pocos amigos. Salió del coche y le preguntó a Paula que había pasado, no podía ni mirarme.
— Josema no...
— Vámonos a casa Carla— Me agarró de la cintura y me llevó al coche. Me sentó y me puso el cinturón.
— De verdad que estoy bien...— Dije cuando arrancó el coche.
— ¡No carajo no lo estás! — Le dio un golpe a la guantera. — ¡La concha de la lora me diste un susto! Cada vez que sales tenéis que darme sustos. ¿No sabías vos que no se puede juntar medicamentos con alcohol? — Me miró. Fue la primera vez en todo ese rato que me miró. — Carajo Carla sos muy irresponsable, me asustaste, te podía haber pasado algo peor— Suspiró.
Yo intentaba no entrar, pero era difícil.
— ¡No eres mi padre Jose María! ¡No tienes que venir a por mi si no quieres! ¡No tienes que cuidar de mi! ¡Ni regañarme! ¡Sé que lo que hice estuvo mal, pero las consecuencias las vivo yo, no tú! — Respiré hondo. — Entiendo que te preocupes por mi, pero déjame a mi equivocarme, y ayúdame cuando te lo pida, joder. ¡Estoy harta Josema! Harta de que la gente viva encima de mi desde que mi abuelo murió. Y si no puedes respetar eso... Quizás...
— ¿Quizás que, Carla?— Desvió la mirada de la carretera. — ¿Quizás qué? — Me miró triste.
— Quizás deberíamos dejarlo— Cada palabra que salía de mi boca era una puñalada al corazón, no sé porqué decía eso.
Josema me miró triste, como si no entendiera nada, pero volvió a fijar la vista en la carretera. Y ninguno de los dos pronunció una palabra más.
Llegamos a casa y entramos, decidí darme una ducha fría ya que me vendría bien. Y cuando el agua comenzó a correr y sabía que Josema no me escucharía, comencé a llorar y a llorar. Sentía dolor por dentro, pero era lo mejor, necesitaba desahogarme. Me apoyé en la puerta y fui resbalándome hasta sentarme en el suelo.
El dolor de cabeza no tardó en llegar así que decidí meterme en la ducha. Ya una vez debajo del grifo, con el agua recorriéndome la cara y el cuerpo, intentaba despejar mi mente, pero la escena del coche se repetía en bucle en mi cabeza.Salí de la ducha un poco más relajada, me encontraba mejor. Al acostarme vi a Josema dormido en su lado de la cama, pasé al otro lado, me di la vuelta y cerré los ojos, deseando esperanzada de que todo hubiese sido tan sólo una pesadilla, una triste pesadilla.
(...)
Me frotaba los ojos aún dormida y me di la vuelta. Gímenez no estaba, y yo tenía la resaca de mi vida. Me levanté y tras tomarme una aspirina junto con mi medicina me puse a guardar todas mis cosas quería irme antes de que Josema volviese, no iba a ser fácil hacerlo con él delante.
Guardé lo primordial; ropa, zapatos, accesorios, alguna que otra foto y mi maquillaje y cosas del baño. Miré el reloj que había en la habitación, la una menos diez, José María llegaría en poco.
Con todo guardado ya en la maleta, baje esta y la guardé en el coche. Cerré la puerta de la casa y salí de su recinto conduciendo. Me puse música para distraerme y por casualidad o destino, la primera que sonó fue nuestra canción, El amor es un arte.
Nada más salir de la urbanización en la cual había estado viviendo por un año, me crucé con su coche. Él entraba, yo salía. Me vió, no solo reconoció el coche, me miró a los ojos, lo sé porque cruzamos miradas y esas miradas por primera vez eran distintas.
Conduje sin tener un lugar claro pero en poco tiempo se me encendió la bombilla y decidí hacerle una visita a mi abuelo.
— Hola abuelo... Tengo malas noticias. ¿Te acuerdas cuando decías que Josema y yo estábamos destinados a estar juntos? Pues yo también lo pensaba, pero creía que sería para el resto de nuestras vidas, hasta que fuéramos viejitos. Pensaba que él era mi alma gemela.— Suspiré.— Y puede que me haya precipitado con mi decisión de dejarlo, pero creo que en un tiempo se verá. Ojalá estuvieses aquí para que me pudieses dar uno de tus abrazos reparadores, como cuando era pequeña y me caía con la bici, me raspaba las rodillas y tu me dabas esos abrazos. ¿Recuerdas?— Reí triste.— Abuelo, como cambian las cosas de un día para otro. Un día eres la persona más feliz del mundo y al otro te encuentras solo llorando. Un día tienes a personas que quieres alrededor y al otro ya no. Solo podemos avanzar—. Suspiré— Me voy abuelo, no sé lo que haré, pero me tengo a mi misma.
Me volví a montar en el coche y ya con una idea fija empecé a conducir con rumbo.
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El amor es un arte. (Jose maria Giménez)
FanfictionA ella, una voluntaria normal del club de su vida, y ha hecho muy buena amistad con los jugadores, no sabe lo dura que se le va a hacer la muerte de alguien muy cercano, va a tener muchos problemas, muchas depresiones. Pero siempre va a tener ahí a...