Capítulo uno.

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Con los ojos cerrados, busco con torpeza la alarma de mis pesadillas que ha vuelto a sonar después de un tiempo, después de las vacaciones de verano. Ahora es tiempo de volver a la preparatoria con todo el mal humor y miedo que te puedas imaginar.

Abro los ojos finalmente y me quedo tendido en la cama, mirando al techo y luego a la pared llena de coreanos que mi hermana  decoró. Spring es fan de esos coreanos que cantan y bailan, junto a Crystalie, quien viene a casa por las tardes a armar con ella un escandaloso concierto de K-Pop para Autumn, quien no está interesado pero por no herirlas finge que le agrada. A papá le gusta aunque no lo admita, y a mamá... bueno, mamá es feliz viendo a sus hijos cantar lo que se les antoje. Pero yo no canto, de hecho, no recuerdo la última vez que me propuse tararear una canción frente a alguien... nunca falta el que se burle y para fobias, ya tengo mi tormento.

Como es usual cuando tenemos colegio, la alarma de Spring suena por toda la casa como una canción que he identificado como Ko Ko Bop.

Me meto a la ducha y luego salgo para buscar un jean y una camiseta, la primera que me encuentre. Salgo de la habitación y Autumn le está pidiendo de favor a Spring que cambie de canción.

—Por favor —le escucho—. Debes cambiar esa canción de BTS.

—Ko Ko Bop es de EXO —ella aclara.

—¡Lo que sea, coreanos son al fin y al cabo!

—De hecho, en EXO... —ella va aclararle más cosas pero Autumn se tapa los oídos.

Me río mientras quito sus manos de sus orejas, él me mira con molestia pero jamás faltando el respeto.

—Siempre se escucha a una mujer, no importa si está en lo incorrecto —le digo.

Los mellizos tienen casi doce años y están yendo a su primer año de secundaria, lo que vendría a ser octavo año. Van junto a Crystalie y Zachary, este último debería estar en un escalón menos pero lo han adelantado un año porque tiene un cerebro bueno y creativo. Baxter debe estar muy orgulloso.

—Oye, bebé —mamá acaricia mi rostro, mi padre la mira con una sonrisa—. Habla con Channing este año.

—Mamá, sabes que no tengo ningún problema con Channing, me cae bien pero sabes que... —trago saliva—. Que no puedo.

—Es tu último año —insiste—. Debes graduarte con alguien que sea familiar en tu ambiente.

—Ese es el problema —digo—. Mamá, no tengo un ambiente, todos tienen uno y se sienten cómodos pero yo no puedo.

—Basta, basta —habla papá peinando a Spring y luego pasándole el peine a Autumn en la cabeza—. Ya saben que las cosas no son como uno quiere.

Me despido y camino hasta la estación del autobús. El auto que mi padre me regaló está en mantenimiento y no me lo regresan en una semana, así que me tocará hacer un esfuerzo e ir a tomar el autobús... que está lleno de gente; niños, ancianos, chicos de mi escuela y morbosos que se quieren pasar de listos con las chicas.

Yo no sabía que ese día conocería a Laurélie Bass.

Cuando tomo el asiento en el autobús, estoy tan sudado y no porque he corrido, sino porque hubieron personas que me reconocieron y que empezaron a murmurar que el chico tonto con fobia social está tomando un autobús lleno de gente. Mis manos tiemblan un poco pero logro controlarlo. Tomo un asiento solo y nadie se preocupa en acompañarme, eso es bueno, bastante.

Hubiera no deseado girar mi cabeza cuando hay un montón de gente parada, agarrando su poco equilibrio con la barandilla que hay para que se sostengan. El hombre tenía un aspecto sucio, olía a alcohol y cigarrillo, estaba tan cerca de mí que me causaba ansiedad porque gente alcoholizada no es la mejor. Entonces ahí estaba ella, su rostro estaba lleno de pecas color marrón y tiene un cabello tan rojo y naranjoso como el de mamá. El hombre alargó su mano y la metió por debajo de la falda color menta de ella.

Complicado es sólo una palabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora