Capítulo siete

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Tomo todo el aire que me es necesario para afrontar esta tontería que estoy haciendo, la maestra de literatura ha aceptado que la chica pelirroja y yo pratiquemos el libreto de la obra en privado. Cree que entiende mi situación pero realmente esto me tiene los nervios de punta. Cuando me habla apenas puedo responderle y es como si Channing fuera mi portavoz.

—«Déjame permanecer aquí hasta que lo recuerdes» —digo mi línea sin mirarla.

El hecho de que nos estemos "llevando" mejor no significa que no me incomoda el hecho de andar diciéndole frases amorosas a diestra y siniestra. Es terrible. Mis manos sudan y mis labios están secos.

—«Lo olvidaría para poder tenerte siempre a mi lado, tanto me place tu compañía»

Me mira para que siga, pero no quiero. El libreto está avanzado y esto es incómodo, ¿saben por qué? ¡Julieta y Romeo tienen un montón de escenas de besos! ¿En esa época era siquiera permitido tomarle la mano? Shakespeare debe estar bufando desde el lugar en donde esté porque han cambiado el libreto de su muy honorable obra y ahora parece una novela de las que ve mi abuela, llena de besos. Esto es un desastre.

—«Y a mí me gustaría quedarme para tenerte hasta olvidarme de cualquier otro lugar salvo de éste»

La maestra entra de imprevisto y nos mira, le pregunta a Laurélie por dónde vamos y ella le indica. Estamos a punto de entrar a una escena de besos y mis labios siguen más secos que un cartón. La maestra nos mira.

—Muy bien, debo ver ese beso porque debe verse real, ¿entienden?

—No creo... —empieza Laurélie pero ella le interrumpe.

—Romeo y Julieta viven un amor pasional y fugaz. Debe verse real, deben hacerlo bien.

La maestra nos mira expectante y mi boca se seca aún más, mi mente está casi en alerta y veo como Laurélie camina hacia mí con cautela. Esta maestra debe odiarme.

Ella se acerca a mi rostro y admiro por un segundo sus pecas, trago saliva y tomo una gran cantidad de oxígeno antes de sentir los labios de Laurélie sobre los míos.

—¡Rowe, las manos en su cintura!

Entro en alerta, me siento mareado y me obligo a cerrar los ojos. Mis manos tiemblan cuando las dirijo hacia su cintura, es pequeña. Enlazo mis dedos cuando la he rodeado completamente para que la maestra no vea el temblor en mis manos de besador inexperto.

—¡Pasión, amor, reflejen eso!

Laurélie dirige sus manos hacia mi cuello, las manos me sudan pero debo aprender a controlarme. Apenas noto que mis labios y los de ella se mueven al compás y sus labios definitivamente están más suaves que los míos.

Cuando nos separamos, ni siquiera puedo mirarla fijamente.

—Deben practicar ese beso, fue un desastre.

Debe haber visto mi cara de espanto porque se ríe y palmea mi hombro.

—Te estoy pidiendo que la beses, no que te cases con ella.

Laurélie se ríe mientras ella se va, pero aún no salgo de mi estado de shock.

—Ensayaremos el libreto mañana, puedes descansar. Sé que es duro para ti —ella me dice.

Dejo que se vaya y me quedo ahí un rato más sentado pensando en cómo salir de esta situación, lo cual es imposible ya que la obra es dentro de un mes y medio.

* * *

Channing está fuera de mi casa con un traje blanco, sonrisa de mascota recién adoptada y un traje negro en su mano.

Complicado es sólo una palabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora