Capitulo 12

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Después de haber tomado un taxi, directamente a Greenwich iPark se encontraba justo en el sitio, le pago unas cuantas libras, al conductor y cuando el auto se marcho, se adentro con cuidado en aquel mágico lugar, prestando atención a cada rincón, ...

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Después de haber tomado un taxi, directamente a Greenwich iPark se encontraba justo en el sitio, le pago unas cuantas libras, al conductor y cuando el auto se marcho, se adentro con cuidado en aquel mágico lugar, prestando atención a cada rincón, que pudieran apreciar sus ojos, llevaba años desde que no visitaba ese parque, inhalo profundamente y el oxigeno despejo sus pulmones, levanto la vista al cielo y vio que comenzaba a ponerse gris.

Sin embargo, no apresuro el paso, caminaba lo mas lento posible, el parque se extendía a lo largo de una colina, que estaba a dos niveles, Alexa se encontraba en el inferior, donde estaba el museo, la Casa de la Reina y, más allá el río Támesis, le gustaba pero no se quedo ahí, siguió caminando hasta llegar ala parte superior, donde se extendía un amplio jardín con flores que está completado, con un extenso estanque con patos, se quedo prendada durante unos segundos, pensó en quedarse, pero sus pies no se detenían, hasta que llego a la cima, donde estaba el Observatorio Real de Greenwich. Hacia el este, se encontraba el castillo de Vanbrugh. Fuera del Observatorio estaba la estatua de James Wolfe, desde ahí tenía una vista magnifica de todo, se le fue la respiración por un momento, porqué en su pecho no le cabía tanto sentimiento, esa sensación de alegría y nostalgia al mismo tiempo, resultaban indescriptibles.

Se despidió de aquella magnifica vista y se movió justo detrás del Observatorio, para encontrar su lugar favorito el jardín del antiguo Astrónomo Real, le parecía el lugar mas bonito de aquel parque; aunque no era el mas llamativo y se encontraba bastante retirado, era un lugar aislado y tranquilo, donde tal vez la gente no iba mucho, por miedo a la soledad, como quería quedarse busco un lugar donde poner su mochila, cerca estaba una banco de madera, colocó su mochila de debajo de el, para que sirviera de caparazón por si acaso llovía, lo cual era muy probable.

Y después se dejo caer en aquel césped, completamente verde, suave y seco a pesar de que, aun era de mañana no estaba mojado por el rocío, agradeció que las nubes grises aun no hubiesen cubierto el cielo por completo, eso le permitió mirar por unos minutos mas, su esplendoroso azul y mientras tanto intentaba descifrar las figuras que formaban las nubes en el cielo, antes de que las tantas ráfagas de viento se las llevaran completamente lejos, había una que en particular tenia la forma de un navío, después cambio y se transformo en una enorme ave.

—Oye— Una voz, que le resulto conocida, hizo que se sobresaltara y quitara la mirada del cielo, doblando el cuello a un lado para observar la sombra que proyectaba, y con curiosidad miro hacia arriba, era Joseph.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó, pero su voz no sonó molesta, como quería.

—Te seguí —Respondió. Guardando su mochila en el mismo sitio donde Alexa había guardado la suya. Se arrodilló, para luego acomodarse también en el césped, junto a ella.

—¿Tienes algún trastorno obsesivo? ¿Por qué me sigues? —Preguntó; pero Joseph no respondió a ninguna de sus preguntas, solo se limito a sonreír en silencio, Alexa estaba tratando de aferrarse a su ira; pero luego vio sus ojos grises, con largas pestañas y toda su ira salio por un abismo, entonces una sensación familiar, se extendió por su cuello, se estaba sonrojando, se paso las manos por el pelo y se dio la vuelta para quedar boca arriba y disimular su vergonzoso color rojizo, en sus mejillas.

—Me preguntó que hace una chica huyendo, aún lugar desolado, acostada sobre césped, mientras observa el cielo como si estuviera viendo una película en el cine —No era una pregunta, pero tampoco dejaba de sonar como una, sin embargo respondió casi al instante.

—No estaba huyendo —bueno en realidad, si estaba huyendo, pero no iba a decírselo, porque le daba vergüenza, actuar como una niña pequeña que no podía defenderse, podría a verle dicho a alguien lo que había pasado con Ethan aquella vez, podría habérselo dicho a todo el instituto, pero su corazón no la dejaba, a veces lamentaba ser tan sentimental y tan buena.

—¡No! —Exclamo, su cabello castaño callo sobre sus ojos y él lo hecho para atrás.

—Solo pensaba —Respondió a pesar de que no se lo había preguntado, necesitaba hablar con alguien, y no le importaba, si no tenia ni la menor idea, de quien era la persona que estaba a su lado, pero algo decía que podía confiar en èl.— Hubo un momento de silencio después de hablar, lo cual le recordó al momento, antes de que llegara.

—Me gustaría que a partir de ahora, todo fuera diferente, cuando estaba pequeña, recuerdo que papá me decía, que no debía salir cuando estaba lloviendo, ya que si no enfermaría, y desde entonces, me daba miedo mojarme con la lluvia, a pesar de los muchos deseos que tenía de hacerlo, jamas lo hice y deje que el temor me prohibiera divertirme bajo las nubes. Ahora comprendo que aveces los sueños no se cumple, no porque sean imposibles, el problema radica en que nos da pavor que en el transcurso para realizarse se vuelvan una pesadilla. Por eso quiero que este día, las gotas caigan sobre mi piel, quiero disfrutar su frescura, sin importar lo que suceda el día de mañana, quiero hacerlo sin preocuparme, quiero disfrutar de este momento ser libre de mi misma, sin que mis miedos me aten. — Jamás decía las cosas tan enserio, como lo que acababa de decir, sonrió como una tonta y cerro los ojos, esperando a que Joseph se marchara, pero no lo hizo.

— Y si tu padre tiene razón y si un solo momento de felicidad te trae consecuencias. —Joseph se las arreglo para saber que decir, era complicado, era lo mas inspirador que nunca, había escuchado.

—Si algo sale mal, no importa, si al final, puedes decir que todo valió realmente la pena—Joseph no sabía que decir, esa respuesta le había quitado el aliento, Alexa era como su hermano, temeraria, porqué odiaba a la vida, con las misma fuerzas, con las que la amaba y por eso quería morir, pero buscaba una razón para seguir viviendo.

—He hecho cosas arriesgadas y la gente siempre me decía que iba a terminar mal y te aseguro que este momento valdrá la pena —le dijo, con un nudo en la garganta, mientras la sangre le bombeaba furiosamente contra la venas, que le estaba pasando, un momento a solas con una chica y se estaba volviendo loco.

—Lo se —Sonrió. Y no podía describir como se sentía, por que sentía paz, Joseph no era desagradable como pensaba, era solo un chico, uno que la había escuchado sin pensar que estaba loca.

—Hazlo vive este momento, no te detengas —Dijo Joseph, mirando el cielo con un nuevo sentimiento que jamas había experimentado, de pronto las gotas de lluvia comenzaron a mojar sus rostros, cerraron los parpados, mientras seguían acostados sobre el césped, no les importo que sus ropas se empaparan, ni lo que podría pasar después y no había sensación mas plena que aquella, ni sensación de libertad mas gratificante que en ese momento.

Metástasis del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora