Capitulo 8♥

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Niall dejó a Isabella en la puerta de su bloque de apartamentos a las siete de aquella noche. Con cansancio, ella cargó su maletín por las dos escaleras, luego insertó la llave en la puerta marcada con el número nueve. La empujó y entró, encendiendo la luz y cerrando de una patada, con un solo movimiento.

Se quedó boquiabierta al mirar con incredulidad la sala. ¡Porque estaba vacía!

Bien, no exactamente vacía. El teléfono estaba colocado sobre la alfombra, y tres macetas estaban amontonadas en un rincón. Habían desaparecido los muebles de la sala y el comedor, el mueble de las bebidas, la mesita del café, el televisor, el aparato de sonido y el armario de roble, junto con todo lo que contenían. Las paredes estaban desnudas también, y unos pálidos rectángulos mostraban dónde habían estado colgadas varias pinturas.

Isabella dejó caer el maletín a sus pies, y caminó aturdida hacia la cocina. Su búsqueda le reveló que todavía era la orgullosa propietaria de loza despostillada y cubiertos surtidos. El tostador era el único aparato que todavía estaba, probablemente porque era de segunda mano y un regalo de la madre de Isabella. El refrigerador también estaba, pero venía incluido con el apartamento. Isabella se aproximó a los dos dormitorios, con una creciente desesperación.

En el dormitorio principal sólo quedaba el armario empotrado. La habitación de huéspedes, sin embargo, contenía una cama individual, con sábanas y todo.

— ¡Oh, muchas gracias, Jake! —murmuró, antes de dejarse caer a un lado de la cama y disolverse en lágrimas.

Cinco minutos más tarde, regresó a la sala y se apoderó con furia del teléfono. Pero luego vaciló, y al fin dejó caer el auricular.

No tenía objeto llamar a Jake. Al fin y al cabo, ella no había pagado nada de lo que él se llevó del apartamento. Cuando se mudó a vivir con él, Jake, el genio financiero, sugirió que ella pagaría la comida cada semana y él se encargaría de los muebles. Durante los dieciocho meses, él compró bastantes cosas, pero ella también gastó mucho en cenas y comidas para los conocidos de negocios de Jake.

Con creciente amargura, se preguntó si él supo todo el tiempo cómo iba a terminar su aventura, y arregló las cosas para quedarse con todas las posesiones materiales que, ella suponía, eran propiedad de ambos.

Una persona justa habría dividido todo a la mitad. Hacer lo que Jake hizo no sólo era cruel, sino que demostraba que todo lo que le dijo por teléfono era cierto: Nunca la amó. Simplemente la usó. ¡Ella fue su ama de llaves y su amante! ¡Y ambas cosas le salieron baratas!

Pero entonces, ¿ella era barata? Sólo las mujeres baratas van a la cama con un hombre al que acaban de conocer…

— ¡Oh, Dios mío! —gimió en voz alta.

Aterrorizada, corrió a donde había dejado caer su maletín. Lo abrió, pero sus dedos no pudieron encontrar lo que estaba buscando. Sin embargo, debían estar ahí. ¡Debían estar!

Una mirada frenética a su reloj, le indicó que eran casi las ocho. ¡Hacía trece horas que debía haberse tomado la pastilla! Al final, vació el contenido entero del maletín sobre el suelo, y ¡ahí estaban!

Se apoderó de ellas, cogió una pastilla y la tragó. Pero mientras lo hacía, recordaba las advertencias del médico. Él le había dicho que debía tomarlas siempre más o menos a la misma hora.

La enormidad de ese desastre en particular no escapaba a Isabella.

— ¡Oh, no! —gimió ella—. ¡Por favor, Dios… eso no… no podría soportarlo…!

Isabella se habría hundido en la desesperación total, si el teléfono no hubiera sonado en ese momento obligándola a controlarse.

— ¿Sí? —contestó con brusquedad. Si era Jake quien llamaba, iba a lamentarlo mucho.

Atracción Irresistible♥ |Z.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora