Se detuvieron un par de veces a lo largo del camino, en cafeterías que servían alimentos, además de gasolina.
Isabella permanecía en silencio. El campo se puso realmente monótono una vez que estuvieron en territorio Londinenses. Las ciudades por las que pasaban parecían todas iguales, sólo versiones más grandes de Bradford.
Eran poco más de las dos, cuando Isabella se llevó el susto de su vida.
Un enorme animal gris apareció de repente frente a ellos. Zayn frenó, pero de todos modos le dio un ligero golpe, que no detuvo su carrera.
Isabella miraba, mientras el animal saltaba limpiamente la valla de alambre de púas y cruzaba la dehesa.
En segundos, desapareció.
—¡Ese es el primer canguro que he visto fuera de un zoológico! —exclamó ella, impulsada a salir de su anterior estado de depresión, por la excitación ante tan inesperada escena—. Me alegro de que no lo hayamos herido de gravedad.
—Se necesitaría más que un golpecito para herir de gravedad a uno de esos grandes mestizos —murmuró Zayn, antes de volver a acelerar.
—¿Por qué los llamas así? —objetó ella—. Es un bello animal.
—Los de ciudad son todos iguales. ¿Supongo que piensas que los conejos son criaturas bonitas, adorables, inofensivas?
—Por supuesto.
—Entonces nunca has visto veinte mil pequeños limosneros, comiendo hectáreas de tus mejores pastizales.
La única razón por la que en este momento los ranchos ovejeros de aquí no han tenido problemas con ellos es porque hay sequía. En cuanto venga la lluvia. Se convertirán en una plaga.
—Bien, no es necesario que te enfades conmigo —indicó ella, malhumorada—. ¡No es culpa mía!
De repente, Zayn la miró y le sonrió con una sonrisa descarada, amplia, que no se parecía en nada a la sonrisa de Jake. Isabella no pudo evitarlo. Correspondió a su sonrisa, y en esa fracción de segundo supo que no sólo deseaba a ese hombre, sino que le agradaba también. Demasiado.
Su sonrisa se desvaneció y la depresión volvió a tomar el lugar del placer. Si ella le gustara a Zayn. Si pudiera inspirarle una fracción de respeto que le inspiraba Rebecca…
—¿Qué he hecho ahora? —gruñó él, con frustración.
—Nada —murmuró Isabella —. Nada.
—Parece que no necesito hacer nada para molestarte, ¿verdad? ¿Qué ha sido? He sonreído como Jake. ¿Es eso? Vamos, puedes decírmelo.
Isabella volvió el rostro. ¿Qué podía decirle? No, me recuerdas cada vez menos a Jake… suspiró y se volvió hacia él.
—Esto no va a funcionar, ¿verdad, Zayn?
Zayn apretó la boca, con obstinación.
—Funcionará, si te das una oportunidad. Además, ¿qué alternativa tienes… ocho meses aguantando a tu madre?
Isabella se estremeció.
—¿Ves? Al menos yo no te perseguiré como hace ella. Ni el resto de la gente de Bradford. Tienen demasiado que hacer. Esperarán que tú ayudes ahí, embarazada o no. Así es en el campo. No eres una inválida y no serás tratada como si lo fueras.
—¿Crees que eso me molestará? Yo no soy débil, Zayn. Soy trabajadora.
—¿Entonces qué es lo que te molesta? ¿Qué he dicho para que me mires con esa expresión tan infeliz?
—Yo… yo quería que fuéramos amigos.
—¿Y crees que yo no?
—Los amigos se respetan.
—Yo te respeto —declaró Zayn, frunciendo el entrecejo.
—No, no lo haces.
—¡Dios, Isabella!, ¿qué es esto? ¿Crees que pienso que estás manchada de algún modo porque te acostaste conmigo?
—Sí —contestó ella, directamente—. Si no pensaras así, te habrías acostado con Rebecca, y al diablo su inocencia. La virginidad no es un premio, Zayn. Hacer el amor es la expresión más maravillosa de afecto que puede existir entre un hombre y una mujer. Sin embargo, tú preferiste no hacerlo con la mujer que dices amar, y lo hiciste con una perfecta desconocida, con una «zorra» de ciudad que probablemente conoce más movimientos que un campeón de ajedrez. ¡Si eso es respetarme, entonces yo soy Napoleón!
El rostro de Zayn palideció visiblemente.
—No fue así, Isabella —respondió, rígido.
—¿Oh? ¿Entonces cómo fue, Zayn?
—Puede que algún día te lo diga —murmuró él—. Pero por ahora, creo que estás olvidando algo.
—¿Qué?
—El niño. Nuestro hijo. No es culpa suya. Lo menos que podemos hacer, es proporcionarle unos padres que no estén constantemente peleando. Me doy cuenta de que no soy el padre que tú habrías escogido para tu hijo, Isabella. Ni soy tampoco capaz de comprender tu decisión de seguir adelante con este embarazo.
Creo que tiene algo que ver con mi parecido con el hombre del que estás enamorada. ¡No, no digas una palabra! —gruñó él, cuando ella iba a protestar—. Puede que ni siquiera reconozcas tus propios motivos. Todos tenemos lados oscuros y tortuosos, algunos permanecen ocultos hasta para nosotros mismos. Pero yo no haré sufrir a un niño inocente. Vamos a ser maduros en esto, Isabella. Tú vas a ser madura. No quiero más de tus humores cambiantes o tus locas acusaciones fuera de lugar. Tú vas a tratarme con la misma decencia y respeto que yo te concederé a ti. ¿Está claro?
Isabella lo miró con ferocidad, hirviendo en su interior con amargo resentimiento. ¿Quién pensaba que era, diciéndole cómo comportarse?
Pero aparte de todo eso, Isabella se daba cuenta de que él tenía cierta razón. Hasta la hizo sentirse un poco culpable. Ella en realidad no había pensado mucho en el niño, preocupada por sus sentimientos ambivalentes hacia el hombre sentado a su lado. Un momento estaba desesperada por gustarle, y al siguiente, él le provocaba una furia irracional.
—¡Y no pongas esa expresión de inocencia ofendida! —exclamó él, lanzándole una mirada de desagrado—.Eres tan inocente como un vampiro. ¡E igual de letal! Así que sugiero que mantengas esos dientes de perla bajo esos labios rojos durante el resto del viaje. Si los abres de nuevo, te juro, que olvidaré la promesa que te hice ayer, y te daré otra dosis de lo que obviamente extrañas. Estoy seguro de que eres capaz de cerrar esos enormes ojos y fingir que soy Jake una vez más. ¡Y soy capaz de disfrutarlo en lugar de él!
ZAYN!
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Atracción Irresistible♥ |Z.M|
أدب الهواةZayn Malik era el soltero más sexy que Inglaterra tenía para ofrecer. En la Fiesta Anual de Solteros y Solteras, el guapo Británico sabía a quién quería… ¡y la deseaba ahora! Isabella Loredo pensó que ella era una despabilada muchacha de Atlanta, pe...