Capítulo 4

6.4K 376 11
                                    

Siguió besándola y ella apoyó la espalda en la puerta de madera contra la que él la tenía apresada. Su cuerpo era todo músculo: muslos fuertes, torso firme estaba bien ejercitado.
Y un bulto en la entrepierna que le presionaba el vientre. Duro, grande y... Ah!!...
No pudo evitar jadear cuando dejó de besarla y empezó a desnudarla. En cuestión de segundos, o eso le pareció, se quedó en bragas y sujetador, sin saber siquiera cómo había sucedido exactamente, con las botas y el vestido hecho un remolino en el suelo.

-No te muevas -le dijo en un tono firme, y algo en su interior respondió a esa orden, resonó con ella.
El se apartó y se quitó la ropa sin dejar de mirarla. _______ no distinguía con claridad el oscuro brillo de sus ojos pero los sentía encima como brasas ardientes que la quemaban entera.
-Jimin...
-Ahhh. Se lo que necesitas. Pero no te muevas; deja que te mire, que te toque. Yo haré el resto.
Ella sintió como su cuerpo cedía.algo de lo que le decía, el modo en que se lo decía, que la hacía sentir... Aliviada. Era muy extraño. Solía ser bastante agresiva sexualmente pero con el no sentía la necesidad de serlo. En absoluto. Era como si pudiera hacer fácilmente cualquier cosa que le pidiera, quedarse quieta. Dejarle hacer lo que quisiera.
No lo entendía pero tampoco le hacia falta.
Notaba la frescura del aire en su piel desnuda, y el frío y la dureza de la madera de la puerta. Pero en contraste añadía aún más sensación al calor de la yema de sus dedos al trazar lentamente una fina línea hacia su vientre. Ella se estremeció, esforzarse por no moverse. Jimin llego al ribete de sus bragas y ella suspiro.

-¿Te gusta que te toque, ______?
-Si- susurró.
-______. Dilo más alto para que pueda oírte.
-Si- repitió; esta vez su voz llego hasta los altos techos del apartamento. Le pareció que lo había dicho demasiado fuerte.
Se estaba derritiendo por dentro. Era una sensación extraña en relación con cómo la trataba. Era como si estuviera completamente al mando.
Lo estaba.
Ella lo sabía y le encantaba.
«No pienses en eso. No lo cuestiones siquiera.»
Él subió la mano por sus costillas y más arriba, hasta alcanzar el estrecho espacio entre sus senos. Se le endurecieron los pezones.
-Me mata no poder tocarte, tocarte de verdad, pero es que torturarme de esta manera es delicioso. -Se quedo callado un momento -. ¿Lo notas _______?
¿Notas el placer casi insoportable de esperar? -se callo de nuevo, pero ella no podía siquiera recuperar el aliento para contestar-. No hace falta que me lo digas. Lo noto en la tensión de tu cuerpo. En lo callada que estás. Lo noto en el calor de tu piel.
Empezó a sentir dolor entre los muslos. Si, era casi insoportable.
-Jimin, por favor...
-Por favor, ¿que?-pregunto tan bajito que apenas lo oyó.
-Por favor, tócame ya.
Entonces él soltó una carcajada. No era una risa condescendiente; simplemente le había gustado el comentario. Y a ella le enternecia que así fuera.
¿Pero que le pasaba?

-Lo has pedido con mucha educación -Le dijo-. Con mucha dulzura. Pero tu cuerpo aún se volverá más dulce con mis caricias. Mi boca. Y aquí estás, esperándome...

Una respiración luego otra. Ahí estaban, completamente quietos los dos. Lo único que escuchaba era la respiración de Jimin y la suya. Y entonces el se abalanzó sobre ella. Con una mano le agarro unos gruesos mechones de pelo y le echo la cabeza hacia atrás. Sus labios se ocuparon de su boca, abrazadores pero suaves, y luego húmedos cuando saco la lengua y empezó a lamerle.
-Ah, Jimin...
Él se le acercó aún más, cuerpo
A cuerpo, y a través del suave algodón de sus calzoncillos notó una dura erección.
Qué ganas de sentirle dentro...
Aunque ahora mismo estaba demasiada distraída por lo que le estaba haciendo:
Chupándole el cuello, lamiéndola, hincandole los dientes un poco. Sus manos estaban por todos sitios: en sus costados, en sus muslos y luego empezó a desabrocharle el sujetador. Le cubrió los senos con las manos y ella arqueó la espalda; notaba la dureza de sus pezones en contacto con sus palmas.
-Joder -murmuró al separar los labios de su cuello y deteniéndose a contemplar sus senos un buen rato. Entonces agachó la cabeza y acogió un pezón en su boca.
-Ah, si, Jimin... Si
Ella le tocó el pelo, que, aunque húmedo, era suave y sedoso. Se aferró a él y le atrajo hacia sí mientras Jimin le lamía la piel. Le lamía una y otra vez ese botón erecto haciéndole sentir una oleada de placer en todo el cuerpo. Se notaba el sexo húmedo y le dolía un poco, incluso.
«lo necesito.»
-Vamos, Jimin.
No estaba segura de lo que le pedía. Simplemente «más».
-shhh. Cállate _______.
Ese tono autoritario la hizo quedarse inmóvil, sin fuerza. Si, todo en sus manos. Que él tomara el mando...
La empujo contra la puerta con ambas manos, una en los hombros y otra en el vientre, y luego empezó a bajarle las bragas.
-Eres tan hermosa -Le dijo en voz baja-. Muy, muy hermosa.
Se arrodilló y, sujetandola una vez más con una mano en la cadera, aprovechó la otra para separarle las piernas.
Notaba el aliento cálido en la cúspide de sus muslos. Y cuando se acercó, notó cómo le palpitaba el sexo de las ganas.
-¿Quieres mi boca aquí, ______? -le preguntó.
-Sí, Jimin... Oh...
Sacó la lengua y lamió rápidamente el duro botoncito de su clítoris.
-Ay, Dios...
La inmovilizó con su fuerza contra la puerta, volvió a acercarse y lamió. Con un lenguetazo largo y lento, recorrió sus labios.
El placer era como una corriente eléctrica que la embargaba y sentía desde el sexo, al vientre y hasta en los pechos. Volvió a lamer y una vez más notó una sacudida de placer.

-Sabes a miel, _______.Te lo juro -Murmuró ante sus labios deseosos. Lamió otra vez y otra vez más. Tenía una lengua suave, aterciopelada y cálida. Tanto que la abrasaba; la hacia arder de placer. Con un anhelo que cada vez era más fuerte.
Empezó a mover la lengua más de prisa por encima de sus labios, sobre su clítoris duro. Pero necesitaba más. Y no le hizo falta decir nada porque al parecer él se lo notó.
Se apartó un poco y le dijo:
-Abrete para mi. Así, muy bien. Perfecto. Estas muy mojada. Es perfecto.
Con los dedos separó los labios de su sexo e incluso l da presión que ejercía en su piel le resultó exquisita.
Fue aun mejor cuando agacho la cabeza otra vez y apresó su clítoris con los labios para succionarlo.
-¡Ah!
Pensó que se detendría, que juguetearía con ella pero, en lugar de eso, se empleó afondo, sin dejar de chuparle el clítoris. Con la lengua le lamía la dura cúspide de adelante atrás. Estaba a punto de correrse. Cuando le introdujo dos dedos, la sensación fue asombrosa. Tuvo que contener el clímax; quería sentirlo todo: su boca y sus dedos, con los que ahora empezaba a bombear, como si le hubiera introducido un pequeño pene.
_______ respiraba entrecortadamente e intentaba por todos los medios no correrse, pero la abrumaba tanta sensación. Él le introdujo los dedos más adentro y siguió chupando como si bebiera de ella. El clímax la arrolló como un tren de mercancías mientras los truenos retumbaban al otro lado de los ventanales. Placer y más placer.
Una sensación tras otra. Y todo eso en su sexo, en su vientre. Se estremeció. Se notaba las piernas demasiado débiles para sostenerse en pie; suerte que Jimin le sujetaba la cintura con firmeza y la inmovilizaba contra la puerta.
¿Era una tormenta repentina la que hacía vibrar la puerta o era ella? Se corría una y otra vez con temblores que la sacudían.
-Joder... -murmuró al tiempo que echaba la cabeza atrás para apoyarla en la puerta.
-Otra vez -le pidió él.
-¿Qué? No puedo. Vamos, Jimin. Llévame a la cama.
-Todavía no. Quiero que te corras otra vez aquí mismo.
-Oh...
Quería discutírselo pero volvió a besarla y a acariciarle un seno con una mano, que lo cubría entero y lo masajeaba con delicadeza.
Y su boca... su lengua era más suave esta vez, como si supiera que estaba muy sensible después de alcanzar el orgasmo. Le lamió el clítoris con dulzura y luego le introdujo la lengua. Ella se abrió un poco más de piernas para él, apoyándose en sus hombros para mantener el equilibrio. Era consciente de lo suave que era su piel. Quería tocarle, acariciarle el pecho, el pene...
Pero más tarde; cuando hubiera terminado con ella. Después de hacer que se corriera; algo que sucedería muy pronto.
Su lengua se movía en su interior, empujando y saliendo rítmicamente. Era una sensación increíble. El placer era innegable. Entonces hizo algo que ella no había experimentado nunca. Le introdujo los dedos y empujó, rozándole el punto G.
Ella arqueó la espalda y gimió. Entonces empezó a lamerle justo en el sexo de modo que no podía distinguir donde acababan sus dedos y empezaba su lengua. Lo movía todo con suavidad y delicadeza. _______ movía las caderas al ritmo que marcaba él y el placer empezó a intensificarse otra vez, más rápidamente, pero esta vez con mayor sutileza. Cuando se corrió no fue tan fuerte como el orgasmo de antes, pero sí más intenso, y ella se estremeció entera; se notaba el pulso en el clítoris, incluso. El placer era como una sustancia sólida en su interior; espesa y dulce, como si fuera miel lo que le corría por las venas.
-Oh... Oh...
Lo único que podía hacer era gemir y mover las caderas al compás de sus dedos y suboca. Estaba aturdida e indefensa.
No tenía fuerza en las piernas y sentía que se iba a venir abajo.
-Yo te sostengo.
Y, lo hizo, sin saber cómo. La tumbó en el suelo, sobre sus rodillas y la rodeó con
los brazos. Seguía temblando del orgasmo, como si aún le quedaran restos, como si tuviera una especie de chispa que le corría por la sangre y la abrasara desde dentro.
Levantó la vista en la penumbra. Su mirada era ardiente; la notaba a pesar de la tenue luz que se filtraba por las ventanas. Su piel era cálida al tacto y su cuerpo, puro músculo.
No podía hacer otra cosa que abandonarse entre sus brazos mientras intentaba respirar con normalidad.
-Joder, nena. -Las palabras salieron entre jadeos, cargadas de deseo, en voz baja y algo ronca-. Ha sido maravilloso. Necesito volver a hacerlo. Follarte y hacer que te corras una y otra vez. Sí... quiero que vuelvas a correrte.
_______ gimió.
Jimin no dejó de sujetarla mientras se incorporaba y antes de que pudiera protestar y decirle que podía andar, cruzó el salón con ella en brazos. Oía sus pasos amortiguados en el suelo de madera. Pudo volver a ver las increíbles vistas por la ventana mientras la llevaba tras una pantalla y la tumbaba en una cama grande.

~El límite del deseo~ (Jimin y tú) +18 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora