Capítulo 24

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Pararon justo delante del club, un almacén de ladrillo gris con un portón rojo. Jimin le hizo un gesto con la cabeza al portero, que le reconoció por sus frecuentes visitas y les dejó pasar. El interior de la planta principal del club estaba poco iluminando en rojo y ámbar; las paredes eran oscuras. Alrededor de la sala había todo tipo de objetos: cruces de San Andrés, rejillas y mesas de bondaje, marcos de madera enormes para bondaje donde la gente tramaba unos diseños intrincados con las cuerdas para sujetar los traseros de sus partenaires. Eso de la cuerda era hermoso pero noble iba demasiado. Él prefería el juego de sensaciones.

Sin apartar la mano de la cintura de _________, la acerco a una hilera de bancos para azotes. Si, eso era lo que mas le gustaba a él y sabia que a ella le encantaría. Ese calor sensual de su mano posándose sobre su piel. De vez en cuando le gustaba usar algún juguete como la palmeta, el látigo o las pinzas. Con ella parecía no tener suficiente con la piel que abarcaban sus manos.
A ________ le daba vueltas la cabeza. Había empezado a sumirse en el subespacio desde que comenzara el ritual de vestirse y prepararse para Jimin. Era algo a lo que se había acostumbrado, algo que le pasaba cada vez que se preparaba para quedar con él, incluso en esas ocasiones en las que acudía a su despacho al final de un día laboral. Pero esto de estar en el club era algo completamente distinto. Ahora que estaban ahí de verdad, en el Pleasure Dome, esa suave sensación amenazaba con embargarla por completo.
Era maravilloso y sobrecogedor a la vez, y se alegraba de la estabilidad que le proporcionaba el cuerpo de Jimin mientras él la asía con firmeza. Su tacto era imponente y tranquilizaba. Hacia que quisiera estar ahí aún más si cabía.
El lugar era mas grande de lo que esperaba; era un almacén enorme con techos abovedados. Había docenas de personas ahí usando los diversos artilugios o sentados en grupos en los sofás y butacas que bordeaban la sala. Todo era oscuro: las paredes, los muebles y hasta la iluminación en si. Sonaba música de fondo; un ritmo constante y sensual que ayudaba a crear una atmósfera de tensión y expectación.
Sin embargo, era consciente de todas estas cosas muy de refilón. Lo que realmente le colmaba de pensamientos, el cuerpo, eran imágenes de Jimin tocándola, azotándolay dándole órdenes.
La llevo hasta una pared donde unas butacas tapizadas con terciopelo rojo oscuro destacaban entre unos bancos para azotes de cuero negro. Comprendio al momento lo que eran y para lo que servían; los había buscado en Internet hacia mucho tiempo y hacia poco también. ¿Como sabia Jimin que eso era lo que tenia más ganas de hacer?
No obstante, mientras él la acompañaba hasta una butaca y dejaba en el suelo la bolsa de piel que traía consigo, la invadieron los nervios y empezó a temblar. ¿De verdad estaba a punto de hacerlo?

-Jimin...
-Shhh, todo irá bien -le aseguro mientras le apartaba el pelo de la cara.
La ayudo a quitarse el abrigo, él hizo lo propio y dejo las prendas en el respaldo de la butaca. Cada movimiento era preciso, medido y controlado.
_________ inspiró hondo e intento tranquilizarse centrándose en el control que él mantenía en todo momento y recordando que estaba en buenas manos.
Jimin le puso las manos en los hombros y la miro fijamente. Sus facciones eran tan duras, tan masculinas... Era muy apuesto.

-________ -dijo en voz baja. Notaba el calor que desprendía y quiso que la besara con todas sus ganas-. Te quitare la ropa.
-Oh...
De repente se quedó impactada aunque no estaba segura de por qué. Había algunas personas desnudas en el club. Sabia que se encontraría con eso y a pesar de todo la idea la hizo temblar, a partes iguales, de los nervios y de un anhelo cada vez mayor.
«Le necesito. Necesito esto.»
El se inclinó hacia delante y acercó la boca a la suya.

-_________, inspira hondo. Lo único que tienes que hacer es obedecerme. Has lo que yo te diga y ya esta. Yo me encargare de todo lo demás.
Ella asintió. Sabia que cuidaría de ella. De repente la mente se le vaciaba y empezaba a llenarse de un ruido blanco y suave. Se dejó llevar un poco mientras Jimin la desnudaba.
Se colocó detrás y le bajo la cremallera del vestido. Ella notó el roce del cuero al quitárselo por la cabeza. Lo único que llevaba debajo era unas bragas de encaje blanco.

-Tan hermosa -murmuró antes de quitárselo también, deslizándolo por su cuerpo y luego por las botas. Entonces también le quitó el calzado, sujetándola en todo momento para que no perdiera el equilibrio.
Sintió la calidez del aire en su piel desnuda. Nunca se había sentido tan expuesta en la vida como ahora en esa sala llena de gente. Eso la hizo temblar de deseo y una pizca de orgullo extraño. Se notaba los pezones duros.
Jimin le acarició los hombros, deteniéndose para presionar un poco; lo justo para hacerle saber que estaba al mando. La mente de ________ se vació un poco más y se sintió mojada.

-________ quiero que te arrodilles -le dijo en voz baja pero con un tono tranquilizador-. Se que no lo hemos hecho antes, pero es un símbolo hermoso de tu sumisión. Se que no eres una esclava; no es eso lo que me interesa. Tu sumisión hace que esto pueda suceder en este momento. ¿Lo entiendes?
-Si, Jimin... Pero es que... no sé si podré hacerlo. -se notaba un nudo en el pecho que no podía explicar.
-Podrás. Te sorprenderás al saber lo liberador que puede ser que te entregues a mi.
¿Confías en mi?
-Si, confío en ti.
-Entonces arrodíllate, preciosa.
Joder, ¿de verdad iba a hacerlo? La cabeza le daba vueltas mil por hora. Y al mismo tiempo que giraba vertiginosamente, estaba prácticamente vacía.

Jimin le cogió la mano y, tras un breve instante en duda, ella se agachó y se a rodillo en el suelo.
Le ardían las mejillas pero no era de vergüenza. Era el calor que emanaba de su interior. Deseo. Intensidad. No terminaba de comprenderlo. Lo único que sabía era que perdía las fuerzas, se le afloja a el nudo en el pecho y su cuerpo entero empezaba a ceder. A entregarse a él. A Jimin.
Él volvía a tocarle los hombros, detrás de ella, presionando ligeramente hacia abajo para que no se moviera, aunque eso la hacía sentir a salvo.
Se le acercó y le susurró:
-Buena chica, ________. Inspira hondo. Espora y suéltalo todo: el control y el miedo.
Estoy aquí mismo. Inspira otra vez. Muy bien.
No se apartó de su lado; la acompaño mientras respiraba y la ayudaba a relajarse y a confiar en él. Oía un zumbido en la cabeza.

-Tengo que dejarte un par de minutos para preparar las cosas. Quiero que te quedes así como estás. ¿Estarás bien?
-Si, estaré bien.
-Fantástico.
Ella notaba como se apartaba y fue ligeramente de la cremallera de su bolsa al descorrerla, los sonidos amortiguados mientras revolvía las cosas en su interior. Le excitaba pensar en lo que le haría, en que objeto usaría con ella. Era una combinación de deseo y temor. Inspiro hondo y se centró y se centró en los compases de la música que notaba hasta en el vientre: la expectación en el sexo y en los pechos.
Jimin volvió al cabo de uno o dos minutos y la ayudo a incorporarse.
-Vamos, ________. Ahora nos acercaremos al banco de los azotes.
Ella se quedo inmóvil y apretó la mandíbula con fuerza para no apartar la mano. ¿Por qué tenía la tentación de apartarse cuando eso era exactamente lo que quería y con lo que había fantaseado tanto tiempo?
Tal vez ese fuera el motivo. Pero no lograba pensar con claridad suficiente para averiguarlo. Temblaba.

-Jimin... no. -sacudía la cabeza lentamente; no podía evitarlo.
Él no dijo nada durante un momento, le puso la mano en la nuca y la masajeo un poco.
-¿De verdad me estas diciendo que no? Porque si es enserio podemos parar. Dime lo que quieres.
-Yo... Pues no lo sé. No puedo dejar de temblar.
Él se le acercó y le rodeó la cintura con un brazo. Su cara estaba muy cerca de la suya y le dijo en voz muy baja:
-Todo depende de ti, ________. Tú decides. Aquí es donde reside tu poder. Así que dime ¿es un si o es un no?

Ella sentía como si estuviera al borde de un precipicio; ahí plantada, esperando caer en la oscuridad. En lo desconocido. Tenía muchas ganas de hacerlo pero le daba mucho miedo.
Sí.
No.
La cabeza le daba vueltas tan deprisa que le cortaba la respiración. En ese momento no tenia ni idea de cuál sería su respuesta.

~El límite del deseo~ (Jimin y tú) +18 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora