«Suya.»
A ___________ el corazón le latía a mil por hora.
—¿Tuya...? ¿Cómo?
Ella retrocedió lo suficiente para mirarle bien. Sus oscuros ojos ardían con un fuego que no terminaba de entender.
—Quiero que no nos veamos con nadie más —contestó él con vehemencia—. Que no salgamos con otras personas. Que no nos acostemos con nadie ni que juegues con nadie en el club salvo conmigo.
El corazón le latía como si fuera a salírsele del pecho y eso le impedía respirar con normalidad.
—De acuerdo. ¿Algo más?
—No lo sé. No sé qué más significa esto. Nunca se lo he pedido a ninguna mujer ¿Podemos empezar desde aquí? ¿Esto te parece bien?
¿Se lo parecía? La idea era casi un alivio. Aunque sabía que quería más —lo quería todo—, no estaba segura de poder enfrentarse a eso mejor que Jimin. Estaban los dos exactamente en la misma situación. Como si un ciego tratara de guiar al otro, ella no
veía mucho mejor que él. Tal vez ir paso a paso fuera lo mejor.Ella asintió y soltó la respiración, que, sin darse cuenta, había estado conteniendo desde que Jimin se plantara ante su puerta.
—Puedo hacerlo.
Él la abrazó más fuerte, acogiéndola entre sus brazos de un modo tranquilizador a la par que estimulante. Su autoridad le provocaba ambas cosas. Y aunque se había presentado en casa con algo de incertidumbre en el rostro por primera vez, ese aire de seguridad había vuelto. Una confianza absoluta en sí mismo.
—___________ —le dijo en voz baja—. Quiero llevarte a la cama.
El cuerpo de ella se encendió de inmediato y se notó el sexo mojado con solo oír esas palabras de su boca. Eso era algo que ninguno de los dos podía poner en duda.
Ella se aferró a él, como para hacerle saber sin palabras que ella también lo necesitaba: quería que ambos estuvieran desnudos. Quería sentirle dentro y con las manos en su piel.
Él gimió al tiempo que se agachaba para besarla y sus labios aprisionaban los suyos. Le introdujo la lengua y ella notó el whisky que había bebido en la cena; era un sabor dulzón con un punto acre y muy masculino. O quizá fuera su sabor masculino, sin más.
Sus manos la tocaban por doquier; empezó a quitarle el pijama y en cuestión de segundos estaba ya desnuda. Ella se pegó a él, rozándole la camisa con los pezones. Notaba la lluvia en la tela, el olor del agua junto con su jabón de notas cítricas y almizcladas.
¿Había conocido a otro hombre que oliera tan bien como él?
Los truenos retumbaron en el exterior e hicieron vibrar las ventanas; poco después, unos rayos iluminaron el cielo. El olor a ozono pronto se filtró por el apartamento, mezclándose con el de Jimin. Era el olor del poder. Un olor que le iba de perlas a él.
Él se separó un poco y murmuró:
—Vamos, preciosa. ¿Dónde tienes la cama?
Las manos de Jimin reptaban por su cuerpo, las pasó por debajo del trasero y la alzó sin mucho esfuerzo. Ella le rodeó la cintura con las piernas y él la besó en la boca y el cuello, mientras recorría el pasillo hacia el dormitorio, que estaba tenuemente iluminado por una lamparilla encima de la mesita de noche.
La dejó sobre la cama con cuidado. ___________ se estaba acostando cuando él llamó; el edredón lavanda y blanco estaba medio retirado y se veían las sábanas debajo. Los notó fríos en contacto con la piel. Él se inclinó para encender la lámpara de la otra mesita.
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~El límite del deseo~ (Jimin y tú) +18 (Terminada)
FanficComo abogada ______(T/N) Mathews sabe cómo guardar secretos, especialmente después que un ex la despreciara tras confesarle sus más ocultos deseos sexuales. ______(T/N) ya ha renunciado a encontrar a alguien capaz de sastifacerla en lo más íntimo (s...