—Podría ser el 15 de junio, después de que Valedithya cumpla los 18.—dijo mamá mientras levantaba su taza de té.
—Oh, pero es tan lejos ésa fecha, falta casi un año.—comentó la mamá de Percy.
Oh cielos, sálvenme. pensé mientras observaba la escena como si fuera una simple invitada y no la protagonista de todo el asunto. ¿No se suponía que debía ser Percy y yo quienes decidían el día?
Miré a Percy, quien se encontraba totalmente sumergido en su teléfono, tecleando. Su frente estaba un poco fruncida. Estaba enojado.
Él se había molestado conmigo porque no le había contestado el teléfono, no le veía el caso, pero... Hombres. Yo también estaba molesta con él, porque me había hablado feo, así que estábamos a mano.
—Sofía, mi niña tiene 17 años, es prácticamente ilegal que se case. Ella es menor, hay que hacer las cosas bien.—dijo mamá.
Sofía suspiró dramáticamente mientras tomaba un panecillo, le untó mantequilla y se lo llevó a la boca, sin gracia.
Yo revolví mi té, sin muchas ganas de tomarlo.
—¿Qué te parece el 16 de mayo?—preguntó mamá.—Habrán pasado 3 días desde que Valedithya haya cumplido los 18.
Miré a mi alrededor, teniendo de pronto, unas inmensas ganas de llorar. Todo ésto me abrumaba, no me gustaba.
Dejé mi taza en la mesa de centro, acomodé mi blusa y me paré. Sofía y mi madre por fin me voltearon a ver, ambas me miraban molestas.
—Iré a tomar algo de aire al jardín.
Mamá asintió.
—No te tardes, que estamos discutiendo algo importante.
Cuando salí al jardín, inmediatamente corrí hacia donde estaban los rosales, porque atrás de ahí se encontraba una pequeña banca en la que podía sentarme con tranquilidad.
Me quité los zapatos y dejé que mis pies sintiera la textura del pasto. Cerré los ojos, escuchando mi alrededor: el sonido del viento golpeando las hojas de los rosales, el aleteo de un ave, el zumbido de una abeja y el crujido de las hojas secas.
¿Por qué no tenía la suficiente valentía para sentarme con mis padres y decirles que ésto no quería para mi? Sabía con certeza que ellos me quería a su manera, pero ahora sentía que el dinero y las riquezas quedaban muy por encima de mí.
Además, un matrimonio mediante acuerdo era lo único que ellos habían conocido, así que suponía que también querían eso para mí.
Pensaba que si les decía que no quería casarme, se desataría la tercera guerra mundial, porque quizá no nací con éste fin, pero ahora era lo único que les importaba, recuperar la empresa de papá. Todo el asunto de la boda, no era más que un negocio. Yo era un negocio para ellos. Sin embargo, no era más que mi culpa, pues si tuviera el coraje de enfrentarlos, nada de ésto sucedería. Pero no lo tenía, porque pensaba que si lo hacía me iban a apartar de sus vidas o algo como éso y era evidente que yo no quería eso.
Limpié el par de gruesas lágrimas traicioneras que rodaban por mis mejillas, rápidamente.
Saqué el anillo de mi bolsa trasera y lo observé dándole vueltas, mientras pensaba como iba a ser mi vida en un futuro. Era un privilegio que me fuera a casar con mi mejor amigo, pero..
—¿Todo bien?—preguntó Percy. Él estaba frente a mi, con sus manos en los bolsillos, viéndose claramente preocupado. Volvía a ser Percy que conocía, no el extraño que me había gritado por teléfono.
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It's complicated
Teen Fiction―Ésta no era la manera en la que quería ponerte un anillo...―dijo mientras lo deslizaba en mi dedo anular.