9.Explicaciones.

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—¿Estás bromeando?—vociferó Percy 

—...

—Valedithya, por favor, dime que estás bromeando. 

Me mordí la carne que rodea la uña con un poco de nerviosismo.

—Creo que tu silencio expresa un claro no.—dijo después de suspirar ruidosamente.—¿Por qué debería ayudar a encubrirte en ésto? ¿Estás consciente de que lo que hiciste se llama engaño y/o traición a mi persona? 

—Bueno sí, pero...

—No sé que debería pensar.—repuso decepcionado.—Creo que debería llamarle a tu familia para decirle en donde pasaste la noche. 

Abrí los ojos y comencé a caminar por todo el baño, donde me había encerrado para poder hablar con él. Sebastián se había quedado en la cocina haciendo todavía el desayuno, ya que se nos habían sumado Miranda y Nest, después de todo. 

—¡NO!—chillé bajito.—Por favor, Percy. Sé que lo que te dije sonó mal, pero te juro...

—No me jures nada.—me cortó Percy.—Hablamos de éso más tarde. Pásame la dirección.

Le di rápidamente la dirección y varias indicaciones de como llegar para que no se confundiera. 

—Estoy ahí en unos 45 minutos. Te llamo cuando esté ahí. 

—Gracias.—le dije enormemente agradecida. 

—Sí, lo que sea.—bufó y después terminó la llamada. 

Ay madre. 

Me miré en el espejo y lavé mi cara tratando de quitar la hinchazón en mi mejilla, no quería dar otra explicación. Arreglé mi cabello y suspiré ante la falta de maquillaje, no había nada más que hacer conmigo. Tenía que buscar mi falda, no podía salir con el pantalón de Sebas y menos llegar a casa con éso puesto. 

Salí del baño y regresé a la cocina a reunirme con los demás. 

Miranda y Nest ya se encontraban devorando un plato de huevos revueltos y tocino, mientras que Sebastián tenía su plato enfrente de él, intacto. Había un plato más a su lado. 

—Siéntate, te estaba esperando.—me dijo

—Estúpido marica, la comida ya se te enfrió sólo por esperar a la Val.—dijo Nest entre mordidas. 

Sebas lo fulminó con la mirada y Nest levantó las manos en signo de rendición mientras portaba una sonrisa de yo sé algo que tú no y masticaba.

—Gracias por el desayuno.—le dije mientras me sentaba.

Él se encogió de hombros y comenzó a comer en el momento que yo tomé mi tenedor. 

Los huevos estaban riquísimos, pero lo que se robaba el protagonismo aquí era el bacon. Santo cielo, éso era como estar en el cielo del tocino más rico del universo; estaba tan crujiente pero a la vez tan grasoso que lo único que quería embarrármelo por la cara mientras cantaba una canción de amor. Era el paraíso. 

—¿Rico el tocino?—me preguntó Miranda, conteniendo una sonrisa. 

Me sonrojé, pero asentí mientras me metía todo un pedazo de tocino a la boca. Soy una maldita asquerosa, pero diablos, nunca se come algo así. 

Sebastián se rió, pero hizo lo mismo. Ambos nos sonreímos teniendo la boca llena. 

—Malditos puercos.—dijo Nest rompiendo nuestro contacto visual. 

Continuamos desayunando todos en silencio, sólo escuchando el repiqueteo de los tenedores en el plato y los golpes del vaso al dejarlo en la mesa de nuevo. 

It's complicatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora