13. Monstruo.

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―Oh Dios mio, más fuerte Sebastián―gemí―Oh sí ahí, justo ahí. 

Sebastián rascaba con gran ímpetu mi espalda mientras yo gemía del placer, santo cielo, no había nada más placentero que alguien te rasque la espalda. 

―Por los sonidos, cualquiera diría que aquí están filmando una peli porno―dijo Nest mientras entraba a la casa. 

Tomé un cojín del sillón y se lo tiré, pero antes de que le diera en la cara, él lo cogió con una mano y lo levantó triunfante. 

―¿Ya?―me preguntó Sebastián. 

Asentí, él bajó mi blusa y le di un beso corto en sus labios. 

―Nos has salvado, estamos agradecidos―imité y él no hizo nada más que reírse. 

―Traje comida no hecha―avisó Nest desde la cocina. 

Sebastián suspiró y se puso de pie. 

―Me está diciendo indirectamente que quiere que yo haga la comida―dijo en un bufido. 

Entonces, se me ocurrió una idea. 

―¿Sabes qué? Cocinaré yo, todo el tiempo eres tú el que cocina así que es tiempo de que tengas un merecido descanso de la cocina.

Sebastián me miró receloso. 

―¿Qué? ¿No confías en mí?―le pregunté al ver su expresión.

Él puso los ojos en blanco y me señaló la cocina, moviendo su cabeza, yo, como la niña que era, sonreí y prácticamente fui a la cocina dando saltitos. Nest estaba de espaldas, guardando comida enlatada en la alacena. 

―Ok, fuera todos de aquí―dije juntando mis manos, llamando la atención de Nest y de Sebastián―. Quiero que ustedes dos me dejen sola―los señalé―, vayan a la sala y vean una película guarra, de ésas que les gustan a ustedes. 

Sebastián levantó sus manos, librándose de cualquier culpa y después señaló a Nest. 

―Él es el pervertido, lo juro. 

Ernest puso los ojos en blanco y lo golpeó en el hombro. 

―Antes de que tuvieras a tu Val, nos sentábamos a verlas, marica.

Arrugué los ojos y me tapé los oídos. 

―Oh por Dios―exclamé―. ¡Salgan de aquí! 

Y lo hicieron, Nest riéndose y Sebastián bufando como loco. 

Ya estando yo sola en la cocina, comencé a entrar en pánico. No sabía cocinar. Me recargué en la encimera y me puse a pensar en posibles cosas que podría preparar, pero al final, decidí consultar mi teléfono. 

Tenía ganas de comer paella valenciana, así que busqué. No debía de ser difícil, pues sólo era arroz con algún tipo de colorante amarillo y carne encima. 

Leí con detenimiento la receta y fruncí el ceño ante los ingredientes extraños que venían. Vamos, ¿qué rayos es el azafrán?

Suspiré poniendo el teléfono en la mesa. De acuerdo, no debía ser muy difícil, claro que no. Yo quería paella y paella iba a tener, por supuesto que sí. 

Salí de la cocina, tomé mi bolso y me dirigí a la puerta. 

―Págame, te dije que tarde o temprano saldría comprar comida―dijo Nest. 

Bufé. 

―Por supuesto que saldré por comestibles, los que utilizaré para cocinar―dije molesta, tomé las llaves de Nest y salí del departamento enojada. Ahora con mayor razón tenía que hacer ésa paella. 

It's complicatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora