-Suéltalo-ordenó una chica detrás de nosotros antes de que yo pudiera decir o me diera tiempo a pensar en algo. Lo único en lo que me concentraba era en aquella afilada daga que estaba a punto de hundirse en mi piel y cortarme el pescuezo.
El hombre se rodeó con rapidez, arrastrándome a mí con él.
Una fina figura avanzaba con paso decidido hacia nosotros. Tampoco podía verla bien pero era esbelta y llevaba un voluminoso cabello oscuro recogido en una coleta alta. Vestía unos pantalones ajustados y una camiseta ceñida, y calzaba unos grandes botines negros que juraría pensaban más que ella; En seguida me llamó la atención el objeto que llevaba colgado al pecho y que contenía unas perlas azules que brillaban.
-Vaya, ¿a quién tenemos aquí? Una guardiana…-dijo con una risita incrédula.
“¿Una guardiana?”
Me sujetó el brazo con fuerza con la mano que tenía libre, como si con el cuchillo no me retuviera lo suficiente… Ella lo notó y se paró a pocos metros de nosotros.
-Estás perdiendo una energía muy valiosa que necesitarás cuando quieras volver de dónde sea que hayas venido. ¿Cuánta estás empleando para materializarte?-Percibí una sonrisa ladeada en su rostro a pesar de la oscuridad.
Su voz era dulce, casi hipnótica.
-Estoy perfectamente-se defendió pero volvió a soltarme el brazo, lo que indicaba lo contrario-. Tú estás muy lejos de casa-afirmó con un tono peligrosamente divertido-. Y de los tuyos-añadió.
-Sigo siendo más fuerte que tú aquí y en cualquier parte.
El hombre rió burlón pero cuando volvió a hablar, lo hizo con ese tono serio.
-Solo quiero a Caelistis-pidió con una sonrisa de superioridad.
-No la conseguirás-dijo totalmente convencida de ese hecho-. Y no volverás a casa si acabas con el chico. Tienes mi palabra-amenazó sin ningún titubeo en la voz y poniéndose en posición de ataque.
-¡Que me la entregue!-exigió con ira y desesperación, apretando la daga y haciendo brotar más sangre de mi herida.
Junté los dientes del dolor para no darle el placer de oírme gritar.
“Estoy soñando. Esto tiene que ser un sueño” me repetía una y otra vez pero por más que cerraba los ojos y volvía a abrirlos, no me despertaba.
-El no la tiene-aseguró llevándose una mano a la espalda lentamente.
Sacó cuidadosamente un cilindro de cristal azulado, dos veces el tamaño de mi dedo índice y con un extremo puntiagudo dirigido hacia nosotros.
En medio de esa locura, reconocía la valentía de la chica. Estaba decidida a salvarme y realmente esperaba que lo hiciera aunque no sabía cómo tumbaría a aquel tío antes de que me cortara el cuello.
-¿Vas a matarme?-Se burló-. Corromperás tu esencia, ¿te arriesgarías por este asqueroso humano?-escupió las últimas palabras con repugnancia.
<< ¿Asqueroso humano?>> pensé volviéndome loco. Estaba empezando a creer que alguien, sin darme cuenta, había echado alguna sustancia en mi whisky y me había drogado. Tal vez Beth, aunque no tenía cara de ser mala persona pero ¿quién sabe? O a lo mejor Lina…
-Olvidas que ansías a Caelistis porque quieres convertirte en uno-le recordó apretando el puño alrededor de su arma.
“¿Quién demonios era Caelistis?”
-¡Haría cualquier cosa para ser libre!-escupió las palabras muy cerca de mi oreja.
Admiraba la fuerza que tenía ella para mantenerse firme a pesar de la situación, aunque podía ser que verdaderamente mi vida le importara tan poco como para estar asustada.
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Prohibidos: Esclavos del tiempo.
Fantasy:: AVISO A NAVEGANTES: Esta novela está registrada en SafeCreative por lo tanto absténganse de copiarla o adaptarla de algún modo. :: Sinopsis Nathan y Doia, amigos desde la infancia, empiezan a sentirse intensamente atraídos mutuamente a raíz de un...