Capítulo 6: Esquivo

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Estaba en el porche de la casa de Meiko esperando que Vítor, a quién había enviado un mensaje, me abriera la puerta. Ya era tarde y, no quería llamar y despertar a la madre de mi amiga. Si no hubiera estado ella, no me hubiera importado en absoluto sacar a todos mis amigos de la cama, solo por joderlos; Jadeaba por la carrera que acababa de pegarme desde la calle de Doia, en otro intento de despejarme.  Me limpié el sudor de la frente con el antebrazo mientras el olor a tierra mojada se me metía por la nariz. Giré la cabeza para ver cómo los aspersores del jardín de mi amiga, regaban el pequeño jardín delantero. Me cogí el borde de mi camiseta, en la parte baja de mi espalda, y la ondeé unas cuantas veces para que se despegara de la piel sobre mi columna, cubierta de un sudor frío que me recorría hasta la nuca y me ponía el bello de punta. Luego me incliné hacia delante y coloqué las palmas de mis manos en las rodillas, descansando allí el peso de mi cuerpo. Miré entonces la casa, buscando alguna luz encendida, pero no la había. Era tarde pero no lo suficiente como para que todos se hubieran acostado y estuvieran durmiendo. Me erguí y, estaba a punto de volver a escribir a mi mejor amigo cuando escuché el giro de la llave en la cerradura y segundos después, la puerta abrirse.

-¿Tanto tiempo se tarda en bajar las escaleras?-pregunté apático con la mirada en el suelo, cruzando el umbral. Supuse que ya estaban arriba en las habitaciones.

-Todavía te echo a patadas-contestó Maya un tanto molesta cerrando la puerta a mi espalda.

Subí a la primera planta sin rodearme hacia ella, no tenía humor para lidiar con la mejor amiga de Doia, a quién -adrede- estaba ignorando completamente. No la oí subir detrás de mí. Entré en la habitación donde los chicos dormíamos y, me encontré con ésta a oscuras y con la silueta de dos personas junto a la ventana.

La habitación era cuadrada, grande, contaba con un armario empotrado en la pared frente a la puerta. A la derecha, bajo dos de las tres ventanas -las extremas- había dos colchones sobre el suelo dónde dormían Alan y Vítor. Yo había arrastrado mi colchón hasta el lado izquierdo, en la esquina del fondo, a un lado del armario y bajo otra ventana. Cerca de los pies de mi cama, estaba el ventanal que daba a un pequeño balcón, y al otro lado -de la pared, no de la terraza- había un largo escritorio con un montón de libros alineados junto a la pared. Ésa iba a ser la nueva habitación de Meiko cuando acabara el verano y sus padres hubieran comprado todo el mobiliario. Habían bañado las cuatro paredes de un morado claro y aún permanecía ese característico olor a pintura que me encantaba.

Pulsé el interruptor a mi izquierda, y ambos, que me miraban, arrugaron el entrecejo por unos segundos hasta que sus ojos se habituaron a la luz. Sabía quiénes eran antes de hacerlo, esa forma en la que uno apoyaba la espalda en el cristal de la ventana de en medio -entre las dos camas- y otro colocaba las manos sobre el pecho de éste, los delataba. Bufé estirando mis labios hacia un lado, en una leve sonrisa, mientras avanzaba hacia el fondo. Vi por el rabillo del ojo cómo Donna ejercía presión sobre el pecho de mi amigo para poner espacio entre ellos, y Vítor desenredaba los brazos sobre su cintura.

-Yo me voy-dijo ella en un tono alegre antes de pasar por mi lado. Podía jurar que casi daba saltitos y me pregunté qué le había dicho el romanticón de mi amigo para provocar eso.

Estuve a punto de decirle que no me importaba que se quedara, pero no quería que estuviera delante si a Vítor le daba por querer saber qué pasaba con Doia, hecho que ocurriría en un noventa y nueve por ciento. Me agachaba a coger mi macuto, al lado de mi colchón, cuando se escuchó la puerta cerrarse, momento que aprovechó mi amigo para empezar a hablar.

-Te perdiste por Hyde park ¿no?-Bromeó cruzándose de brazos y pies, apoyado aún en la ventana. Sabía dónde había estado porque me lo preguntó por la tarde-. Seguro. Por eso no llegaste a tiempo antes de que Doia se marchara-se burló, serio.  

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora