En la cima del monte Navidad; justo donde los enamorados realizaban sus encuentros más románticos, se hallaban Henzel y Lena en la espera de la primera nevada de verano. En esa cima los problemas parecían pequeños como todo lo que abajo se veía, diminuto y sin sentido como la profunda soledad que dos corazones enamorados sin ganas de corresponderse tendían a sentir.
A la espera de la explosión, lloraban las nubes con repulsión y suspiraban las flores con aprensión y miedo de ser encontradas mirando a la devoción.
Lena estaba callada, cansada de tanta rutina sin obtener nada a cambio, o al menos nada que pueda salvarla de tan embarazosa circunstancia, aún así no dejaba de admirar el perfecto perfil de Henzel, enamorada como una tonta que apenas empieza la adolescencia.
Los sueños rotos de una joven sin estudios y sin mucha perspectiva y confianza daban cabida al pensamiento de un futuro también roto corazón. Alguien como Henzel Lanz jamás fijaría su atención en ella.
Dos chicos con profundos sentimientos de amor prohibido por distintos grados de madurez, ambos con una herencia genética de Romanaik que los hacía tan únicos y exóticos a la vista de cualquier simple Lazuvense.
Alma lo sabía, ambos estaban tan enamorados que desde Fourgens se podía sentir esa vibra brillar como el cielo nocturno de Romanaik. No pronosticaba nada bueno para dicho amor, porque a pesar de tanto afecto podría haber complicaciones que llevaban a Alma unas inmensas ganas de advertir a Lena no enredarse con Henzel. Pero era tarde, el futuro estaba marcado a fin de que lo pronosticado por cualquier externo fuera analizado como el inicio de una vida feliz.
Cuando Solo Lena murió, en Lazuven se generaron un montón de teorías extrañas que acoplaban el lúgubre acto con un vil y despreciable homicidio, un homicidio que para Lena solo podía señalar a la ignominiosa Vaca de Oro, de todas formas el caso fue dejado de lado porque al ser una Romanaik. su pueblo debía hacerse cargo; y aunque lo hicieron, se olvidaron de la nena Lazuvense con perfectos rasgos Romanaiks que quedó a la intemperie, huérfana y en una tétrica añoranza y soledad.
— Me iré a vivir a Romanaik.
Para Lena era una decisión sencilla, colarse un barco y llegar a una tierra dónde sí se harían cargo de ella; dónde la amarían sin importar qué y dónde podría olvidar a Henzel. El muchacho, algo desalentado por la noticia, volteó a mirarla y contestó:
— No es tan fácil como crees. El viaje a Romanaik es largo y tortuoso, sin contar con todas esas personas peligrosas con las que podrías toparte en el camino.
Para Henzel, Lena era tan necesaria que no podría imaginarse una vida sin ella, era hermosa; cariñosa y a pesar de tan bajos recursos e imposibilidades, lo suficientemente inteligente para ser apreciada por él.
Para todos, la calumnia de un apego lleno de fatalidades; como la dependencia objeto de una autocracia, era tan noble y digna de relatar, que tal vez en un futuro fuera juzgada en volúmenes de historia Lazuvense; haciéndolo todo parte de una realidad muy lejana y posiblemente tan falsa como los propios misterios de la vida.
Alma miraba más allá de lo que yo podría hacerlo, principalmente porque ella tenía una vista perfecta y sus habilidades para lo ficticio eran mayores.
Alma era capaz de sentir lo que otra alma podía vivir, Alma era capaz de morir si su otra alma lograba no sobrevivir. Alma era más salvación que la propia Lena a pesar de que anteriormente se había mencionado lo contrario.
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Sangre de mi Estirpe (#1 SDME)
Mystery / ThrillerEn Lazuven se solventan una serie de hechos provenientes de una dictadura que está siendo mal ejercida. Lena quiere ayudar de alguna manera, hacer algo por alguien o simplemente por si misma, pero de todas formas no es la protagonista de esta histo...