CAPÍTULO 11

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Las personas se hacían a un lado ante la terrible e imponente presencia de quién se llamaría presidenta, claro, solo si algo le llegara a pasar al líder absoluto.

Era, más bien, una monarquía.

Su caminar llamaba la atención dónde sea, no porque fuera la más bella, precisamente por todo lo contrario.

Vivy Pecot, era mala y tan despiadada como su padre; que no podía estar más que orgulloso de su creación, de su preciado tesoro traído del mismísimo infierno para destruir vilmente la humanidad junto a él.

Henzel también estaba en la plaza de Hampisdale; descansaba apoyado de un árbol, mientras veía a las personas pasar y analizaba lo último que Lena le había pedido escribir.

Frente a él, la imagen de la turbadora soberanía, ocultaba el poco rayo de luz que anteriormente chocaba contra su cara, y lo miraba con una ceja alzada, como esperando que se levantara y reverenciara, cosa que gracias a la existencia, aún su padre no le había pedido a la sociedad Lazuvense.

— Perdón —Inició— Está tapando mi luz.

— Mi nombre es Vivy

— Lo sé...

Se miraron con incomodidad hasta que Vivy terminó cediendo al hacerse a un lado para sentarse junto a él.

Para todo Lazuvense era incómoda la cercanía de la mujer, sobre todo para él, que la veía acercarse junto a su mayor y tan fea presencia.

Era realmente difícil de ver, y como si eso no fuera suficiente, eran tan despiadadas que su existencia hacía sentir el aire un poco más pesado de lo común.

La sutileza con la que se marcaban sus rasgos era tan errónea e inconexa, que podía escandalizar a cualquier turista que osara adentrarse en dicho país, sin miedo a ser objeto también de la dictadura.

Henzel era diferente, tenía veinte años recién cumplidos y un amor sincero por alguien más, uno que jamás podría sentir por Vivy, a pesar de que su faceta en hipocresía le haya caído tan bien, luego de una extraña charla sobre el crecimiento de la vegetación en Lazuven.

Vivy ocultaba algo, era como si en realidad no quisiera ser como era, pero muy en el fondo intentara esforzarse para un principio algo mayor.

Y tal vez ese algo extraño o el misterio que traía, le llegara a llamar la atención.

Sangre de mi Estirpe (#1 SDME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora