CAPÍTULO 21

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Cuando las autoridades fueron notificadas de tal hecho, ellos mismo se hicieron cargo de pasar un comunicado directo a todo Lazuven, la guerra se detuvo.

Los soldados soltaron a los ciudadanos y hasta ellos mismos celebraron, por el fin de una lucha en el mejor de los términos que podría tener esa situación.

Henzel y Lena salieron del lugar junto a Gretel; asustados y algo desconcertados, sucios y más despeinados que nunca, tal como todo luchador debía estar a estas alturas.

Empezaba el anochecer, el sol iniciaba su recorrido al crepúsculo y todos intentaban salvarse en un pedazo de techo o en una casa ajena; luego hallarían la solución en conjunto, como en una democracia.

Pasada la noche, con muchos muertos; más por heridas o hemorragias, llegó el día con un sol más brillante que otras veces en invierno, con una luz de pasividad, que, a pesar de todo, se veía incompleta.

Algo malo sucedería.

Parecía la consumación de un triste final, que da como inicio un buen, nuevo, y casi perfecto comienzo.

Y como siempre había un pero.

Cristóbal y Raúl habían dejado de esconderse y luego de una noche de tanto llorar, el moreno le prometió a Raúl que haría todo para que ambos pudieran salir al fin adelante, sin importar las adversidades.

Lo prometió.

Ese mismo día, Cristóbal frente a un pueblo sediento de libertad se alzó junto a la bandera con una proclama de independencia, llena de sueños y deseos para el país; como el líder propio de una sociedad necesitada.

Como todo un verdadero presidente, ese que Lazuven tanto había necesitado y que nunca hasta ahora se les había otorgado.

Ahora, si la nación se lo permitía, él se convertiría oficialmente en el presidente de la República Democrática de Lazuven.

Sangre de mi Estirpe (#1 SDME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora