Sangre de mi Estirpe (#1 SDME)

CAPÍTULO 7

Y mintió.

Usualmente el amor cree que puede zafarse de la tristeza, evitando compartir ciertos pensamientos; como en lo que lees, que ciertamente busca eso, excusarse de la realidad sin alejarse del todo.

La vida mintió.

Un beso lleno de emociones y sentimientos, pasiones ocultas y futuras heridas abiertas expresaba todo lo anteriormente dicho, un amor peligrante.

Tal vez Henzel y Lena estuvieran juntos por siempre, eso es lo que yo quisiera; pero siempre no es alguien y si lo fuera no tuviera los mismos deseos que otros podríamos tener.

Bajo la taciturna luz de una luna, sin codicias ni perspectivas; sentados a lo largo de un horrible rastro de tierra y apoyados en la pared, se encontraba la más perfecta definición del miedo y la turbación en su mítica expresión.

El holocausto de un aliento vivido, para la excéntrica subordinación al desespero; ha llenado tanto el corazón de cada tonto enamorado, que cree salvar al mundo con sus despotitas y egoístas ideas en contra de lo verdadero; que la ecuanimidad ya parece innecesaria.

Tomados de la mano, aún con dudas por lo ocurrido y sin voltear la mirada para verse, sumidos en sus pensamientos y en sus ganas de sentirse amados de nuevo; eran dos seres incompletos, llenos de pérdidas y sin visión de lo propio.

La piel oscura de ambos parecía unirse en una sola caricia sincera y sencilla; ardiente de tanto espejismo marchito en la sangre de los soldados narcisistas de un régimen vano.

Los suspiros momentáneos, formaron luego parte del ambiente, y una burbuja de amor inició su travesía, penetrándose de ese aire y mar de condena absoluta.

No estaba mal el tener miedo, estaba mal no acallar algunas veces nuestros más peligrosos pensamientos.

La distancia entre ambos fue lentamente reducida por la sinceridad del deseo, sus manos se separaron y eligieron caminos diferentes.

La espalda de Lena quedó sobre la tierra y el cuerpo de Henzel sobre el de ella, el aire decidió ser escaso y la luna alumbrar menos a los enamorados.

Lena sintió como por primera vez consumía su amor por alguien, frente a la misma pared en la que dejaría de hacerlo.

Y la burbuja explotó, aún así llegándolos a llenar de su néctar, pero sin proteger lo que sentían.

Nuevos comienzos, el fin y el inicio de otra etapa. El amor a lo imposible.