Sangre de mi Estirpe (#1 SDME)

CAPÍTULO 17

Por alguna razón, Alma había caído en una grave enfermedad de la piel que la hizo ser la aberración de la sociedad.

Su piel estaba llena de ronchas que algunas veces sangraban y soltaban un líquido blanco asqueroso; de hecho, parecía llevar algún contagio a quienes la tocaban.

Tres días después de haber pasado casi un mes en cuarentena, Alma cedió a la muerte para entregarle su parte de alma a quién le correspondía.

Se sabía que quién su alma no tenía completa, su mitad pasaba al cielo junto a la otra; se sabía que Alma estaba incompleta y ahora que simplemente no estaba, su otra yo sufriría las consecuencias de un destino errante y perdido sin ningún tipo de recuperación.

Era el fin de la otra alma de Alma.

El pueblo de Fourgens se sumió en una profunda tristeza en el funeral de dicha niña, todos fueron y dieron sus condolencias a la familia, que cada día se encontraba más resquebrajada.

Anastasia estaba devastada, su pequeña niña; la luz de sus ojos, ahora se hallaba descansando en una urna bajo una extensión de tierra indigna. Ya dos desaires habían tenido en menos de dos años, uno tras otro, uno más triste que el otro.

Lewis no se quedaba de lado; se sentía horrible por todo lo que pasaba, quería consolar a su madre, al amor de su vida, pero por desgracia no podía consolarse ni a sí mismo luego de tal pérdida.

Todos siempre amaron a Alma.

Fue la imagen de lo correcto, era hermosa y tenía una risa encantadora, atraía a cualquier ciudadano en Fourgens que pudo haber tenido la dicha de conocerla.

Algunas veces, la injusticia de la vida se lleva a quién más necesita estar, sin ningún motivo aparente; pero todo era para engañarnos, después de todo, los más perfectos tenían que sacrificarse para darle la lucha a quienes dañan nuestra integridad como sociedad.

Hoy en día millones de personas morían como Alma, enfermas y sin la posibilidad de conseguir medicamentos; asesinadas en alguna protesta, con hambre y tiradas cerca de la basura por las calles, o por decisión propia, al ver su calidad de vida tan cerrada y sin poder dar un paso más allá.

Pero el fin de quién nos ha impuesto esta realidad llegaría, llegaría para pagarle a todas esas sonrisas apagadas.