CAPÍTULO 19

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Raúl cubría sus manos, atormentado y abrazándose a sí mismo desde el suelo apestoso; cubierto, en parte, de una sangre que no conocía y temblando de fiebre y miedo.

Cristóbal bajó el arma y con lágrimas en los ojos se acercó para tenerlo entre sus brazos, dónde ambos lloraron aún con algo de shock.

El moreno nunca había matado a alguien, ni tenido la iniciativa o ganas de hacerlo, se sentía un criminal y el temor de que Raúl no lo quisiera por sus actos, aumentaba.

Entre lágrimas Raúl tomó su cara con sus manos y lo besó sabiendo sus preocupaciones, dándole a entender que lo amaba sin importar qué; porque además siempre lo haría.

Por otro lado, Lily estaba ya a punto de perder la batalla, sentada en la misma plaza donde siempre estaba Lena y esperando que su suerte llegara. Los disparos volaban de aquí para allá y sin ninguna preocupación ella se protegía.

Parecía que todos libraban sus propias batallas, que la esperanza del mundo se había podrido, como una manzana con gusanos asquerosos y cafés.

La guerra avanzaba lentamente, aún a punto de iniciar el 2020, y aunque el motivo principal era que él presidente desistiera, ya a nadie parecía importarle; era más una lucha de poderes, de deshonra por lo perdido.

Lazuven era un país con riqueza turística más que nada, y una inflación que no le permitía ser disfrutada; su gente era carismática y divertida gracias a sus hermanos Romanaiks, pero el diablo mismo; la Vaca sin misericordia, arruinó todo lo bueno, todo lo que con tanto esfuerzo y vitalidad se había construido para una mejor calidad de vida.

Y de nuevo, algunas veces era mejor dejarse ir por un destino impuesto, como Lily lo hacía o como Lena quería.

Henzel se sentía igual de impresionado que el resto, oculto con Lena y su madre en aquella pared que dió inicio a una felicidad eterna que ahora se veía imposible.

La pared de los corazones rotos también era la pared de la salvación.

Sangre de mi Estirpe (#1 SDME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora